viernes, 10 de abril de 2020

TIEMPO DE CUARENTENA


Acabo de darme cuenta de que he recurrido durante estas semanas, y en concreto para ilustrar varias de mis entradas, a las obras de Goya como motivo de inspiración para comentar las cosas que suceden a nuestro alrededor. Me gusta Goya, cómo no; pero, su pintura no es precisamente para mí fuente de gozo estético. Prefiero todo lo que vino después con luz y color por doquier hasta... mi amiga Dorleta Ortiz de Elguea . Sin embargo, no puedo negar una atracción por Goya que yo diría casi que morbosa. Puede que me venga de cuando dando clases de Historia en cierto colegio de hijas de... monjas del centro de Vitoria, disfruté de lo lindo utilizando casi en exclusiva la pintura de Goya para explicar lo de la Guerra de la Independencia y sus contornos. Y no me importa decir que ellas también -de no sé cuántos alumnos que tenía en clase todos eran chichas con la excepción de un chaval y casi que también), pues estoy convencido de que no hay modo más didáctico y ameno que aprovechar el arte para ilustrar la Historia. Claro que la jefa de estudios y la directora, nunca conseguí distinguirlas muy bien -para el caso qué más da Himmler que Hitler-, no parecían estar tan convencidas, que no procedían muchos de los comentarios que se me escapaban en clase (ya sabemos que en todo grupo humano por pequeño que sea hay siempre un nada desdeñable porcentaje de chotas en potencia...). Pero bueno, nada que no saltara a la vista, me refiero, claro está, al odio instintivo de la mayoría de las concubinas de Nuestro Señor Jesús Cristo, que en Gloria esté, hacia todo lo que sea cuestionar las cosas, la ironía bajo cualquiera de sus formas y la vida así en general (eso y que las muy hijas de... su congregación o lo que fuera, debían pensar que los que habíamos estudiado la carrera en la rama en euskera éramos todos de la ETA o cualquier otra cosa por el estilo...). De cualquier manera, a lo que venía, Goya como cronista no sólo de su época, sino también de la nuestra.

*Corral de apestados- Francisco de Goya y Lucientes



REDEFINIENDO CONCEPTOS

"“Fazer uma oposição destrutiva dá cabo da credibilidade. Ou se inspira confiança ou se é uma coisa rasteira, sempre a dizer mal de tudo e de todos."

Rui Rio, líder del principal partido de la oposición portuguesa, centro-derecha.


SAUDADE: Sensación de congoja, añoranza y sobre todo de infinita vergüenza ajena, cuando miras cómo hacen las cosas en el país vecino y hermano, y lo comparas con el modo de actuar de sus homólogos españoles.
Sí, una oposición de mierda, sectaria y destructiva que solo mira para sus propios intereses electorales en pleno estado de emergencia. Pero claro, qué otra cosa se puede esperar de una una derecha que tuvo entre sus ministros al que soltó lo de: 'Que caiga España que ya la levantaremos nosotros”.



Cuestión de perspectiva.


Acostumbra a decirme mi mujer que soy un puto borde porque cuando alguien me repite algo no me corto en decirle, eso sí, con mucha educación, o al menos ese suele ser mi propósito: "Creo que eso ya me lo has contado, no una, sino ya varias veces..." Pero claro, en ese momento pienso en mi padre y recuerdo que él era más de decir: "¿Pero cuántas veces me vas a contar la misma chorrada, mecagondios?" Entonces, claro está, yo diría que a lado de mi viejo me veo casi como un gentleman inglés, poco más o menos. Eso y que aquí donde vivo, también es verdad, se la cogen demasiado con papel de fumar. 




Propuesta para twitteros y otros odiadores compulsivos que, en tiempo de pandemia, llenan las redes de bulos interesados, conspiraciones sacadas de la pura nada, insultos gratuitos a particulares o grupos concretos, o cualquier otra mierda por el estilo, con el fin de dar así rienda suelta a su sectarismo enfermizo, acaso como consecuencia de su cortedad de entendederas o ya solo por simple aburrimiento. Todo está en los clásicos...
“Mientras la peste aún estaba activa, pasando de una ciudad a otra,en Alemania, Flandes, Henao y Lorena hubo hombres que se levantaron para formar una nueva secta por su propia autoridad. Desnudos hasta la cintura, se unieron en grandes grupos y bandas y marcharon en procesión por encrucijadas y las plazas de las ciudades y poblados. Formaban círculos y se golpeaban las espaldas con pesados azotes, regocijándose al hacerlo, dando altas voces y cantando himnos apropiados a su rito, recién compuestos para el [...] se daban latigazos en los hombros y en los brazos, con azotes provistos de puntas de acero,para sacar sangre”

Crónica de Jean de Venette. 1348
*Los Flagelantes" de Francisco de Goya



100% de acuerdo con a las palabras del amigo Jesús Ruiz de Arcaute; reportaje de la televisión francesa sobre el confinamiento en Vitoria, uno de los epicentros del Covid19 al principio de las crisis. Yo también estoy harto de cenizos y carroñeros; somos mucho mejores, la inmensa mayoría y en todas partes, ni hablo solo de mi ciudad, si la menciono es solo porque es lo que me queda más cerca en lo emocional, en la realidad que a través de la mirada torticera, sectaria e infantil de los que en lugar de remar hacia adelante se cruzan de brazos y se dejan arrastrar por los demás mientras ellos se dedican a echar mierda sobre el patrón porque no es de su cuerda, les cae mal o, mira tú por dónde, no es perfecto y a veces erra el rumbo durante una singladura entre la niebla.




"A pior cegueira é a mental, que faz com que não reconheçamos o que temos pela frente."


Entsaio sobre a Cegueira - José Saramago



Paisanas de procesión por las calles de su pueblo en Jaen saltándose a la torera el confinamiento como si la gracia lo mereciera. El paisano de Gijón al que la Benemérita había ya interceptado en el monte varias veces y que al rato de ordenarle que diera media vuelta hacia su casa, va e intenta burlar a los agentes por otro camino. Ese otro también de Gijón que grita a los agentes que a él nadie le dice adónde tiene que ir o dejar de ir porque, por lo que se ve, es único y acaso por eso mismo se ha auto otorgado una bula para hacer lo que le salga de sus santos cojones. Todos y cada uno de los figuras que intentan llegar por todos medios, también burlando controles y así, a sus segundas residencias aprovechando el inicio de la Semana Santa; algunos lo consiguen y en el sumo de la desvergüenza hasta se van a pasar el día a la playa. Listos de todo tipo que abren bares clandestinos, especulan con lo que pueden o buscan mil y un subterfugios para andar por la calle a sus anchas mientras el resto respetamos el confinamiento y unos pocos pelean a diario contra la pandemia. Legiones de vecinos que exhiben desde sus balcones, ya no solo el patético patrioterismo de bandera de los que siempre piensan en corto porque lo reducen todo a fronteras, sino también el guardia que siempre han llevado dentro, que disfrutan del placer de una autoridad auto otorgada de la pura nada con la coartada del confinamiento. Y también legiones de exegetas, también, de la libertad individual frente al bien común que los justifican desde el teclado de su ordenador al mismo tiempo que critican al gobierno de cualquier signo en la convicción de que todos lo hacen mal, que algunos no hacen nada, presumiendo incluso saber mejor que los expertos, con sus currículos y sus años de experiencia a cuestas, lo que hay que hacer para combatir la pandemia sin nada que acredite sus conocimientos o experiencia alguna en el tema que no sea lo que han leído apenas unos minutos antes en las redes e incluso puede que solo en un meme. De hecho son miles de ciudadanos los que, desde la cómoda retaguardia de sus hogares con una ventana digital al mundo, dan pábulo a todo tipo de bulos, cuando a no conspiraciones cada cual más absurda como principal consecuencia del más puro y duro aburrimiento, mientras otros se dejan la piel ahí fuera, ya no solo en la trinchera de los hospitales, sino también, también, en la de la gestión de una crisis inesperada, única, caótica, y aquí una vez más da igual si es el gobierno de Sánchez, Ayuso, Urkullu o Torra. En realidad son miles y miles de supuestos ciudadanos incapaces de aparcar, siquiera por el tiempo que dure la crisis, que ya habrá tiempo de sobra para saldar las cuentas que haya que saldar, sus fobias sectarias hacia este o ese otro político que siempre les ha caído mal por lo que fuera, pero al que ahora deberían dejar hacer por mera responsabilidad ciudadana, siquiera porque en realidad no hay otra autoridad al frente, y si lo está será porque así lo decidió el número de electores suficientes que legitima un sistema democrático. En realidad miles y miles de supuestos ciudadanos que, al igual que hicieron otros durante las pandemias habidas y por haber a lo largo de la Historia, buscan chivos expiatorios por doquier para dar rienda suelta a su impotencia, ya sea para aceptar las consecuencias generales y personales de una crisis que supera con creces las responsabilidades individuales de tal o cual político, como sus propias limitaciones para abarcar el alcance y la razón de estas. Y así en general, miles y miles de ciudadanos cabreados por cuestiones que atañen en la mayoría de los casos a su propio ombligo en exclusiva, incapaces de una visión de conjunto, porque, a decir verdad, se comportan como niños grandes que patalean para dar rienda suelta a su egoísmo innato y se enfadan o se mofan de esos otros mayores que están ahí fuera peleando con el virus con todos los medios a su alcance y a pesar de todos sus fallos o imprevistos por la razón que sea. Qué mejor y más descarnado retrato de la verdadera enfermedad moral de nuestra época, cuando no de todas en realidad, la siempre simple y triste condición humana, y que no es otra que el infantilismo de una sociedad compuesta en gran parte por individuos que en una situación de excepcionad que afecta a todos, que ha puesto todo patas arriba, que requiere de la colaboración de todos según las circunstancias de cada cual, reaccionan como niños grandes que creen que el mundo debe seguir girando alrededor de ellos y, si no es así, siempre se trata de una inmensa e inaceptable confabulación de terceros en su contra.

* Niños jugando a soldados - Francisco de Goya"








A la pregunta sobre qué es lo que más deseas hacer cuando acabe toda esta puta pesadilla, está claro que lo primero ver a mi madre -luego ya veré si la abrazo, que me da que no va a ser porque nosotros en casa nunca hemos sido muy de eso, como que estoy seguro de que si hago amago ella se echará atrás y puede que hasta me suelte un sartenazo en plan "¡Quita bicho!"; así que con un beso a distancia va que chuta la p.... ieja-, a mi hermano, la cuñada y los sobrinicos. Y ya luego, y por supuesto, a los amigos de toda la vida para emborracharnos juntos que por algo no hablamos de otra cosa en toda el día a través del whatssap ese.

Ahora, como para eso tengo que coger el coche, antes voy a salir de casa, cruzar la calle y esperar a que salga de su portal, al objeto de cruzarle una hostia en todos los morros sin mediar palabra, al vecino que pone todas las tardes y a todo volumen al moñas de Victor Manuel.
También es verdad que podría contraatacar con Benito Lertxundi; pero, mucho me temo que eso sería como responder a flechas con cañonazos. Y no, no sería justo, para mí el primero, tanta crueldad no.




Me temo que el confinamiento, no es que esté afectando a la gente, es que lo está aprovechando para sacar su lado más impresentable porque esté venía ya con ellos, ya que que en una situación normal más o menos se cortaban por la cosa esa de la urbanidad o la simple prudencia.


Pues no vengo de hacer la compra tras una semana sin pisar la calle, justo llegando a lo alto de la cuesta de la calle que da a nuestra casa, y veo una señora mayor que se sienta en uno de los bancos con su bolsa de la compra y empieza a increpar a otra señora, en realidad una anciana que subía con no poca dificultad: "¡Que no se puede salir a pasear, que hay que quedarse en casa!" Entonces paso delante de ella y aprovecha para seguir con su diatriba contra la anciana a viva voz: "¿Adónde coño irá esa si no es del barrio?" No me puedo aguantar, entre otras cosas porque yo no llevo ni cinco años aquí y apenas conozco, y de vista, a los de mi portal, y a decir verdad así espero que siga siendo: "¿Y usted qué coño sabrá de dónde es esa señora, adónde va y por qué? ¿Quién cojones se cree que es usted para increpar a nadie?" Y me aguanto, me callo lo que en ese momento se pasa por la cabeza y que no es otra cosa que: "Tampoco se puede estar en la calle a tomar el aire y bien que está usted sentada aquí, que si tanto presume de ser del barrio, váyase a su casa y descanse allí". Pero para qué, si sé que ya la he dejado de piedra con el tono de voz que tengo, tan poco cantarín para lo que se estila por aquí, de hecho nada; mi asturiana dice que a veces, y sobre todo a las señoras mayores, meto miedo, que desagrado, ya sea con mi envergadura, mi tono seco, cortante, y no digamos yo los palabros malsonantes en cada frase. Y eso que me he controlado, que apenas he levantado la voz. Pero claro, a poco que seas tú el que rechistes a una puta vieja, porque está lo era con todas las letras, te conviertes tú en el victimario y no ella. Porque para arrogarse ella el derecho de amonestar al prójimo, sobre todo si este es alguien en apariencia más débil, que ya hay que ser miserable, ningún problema; no se le notaba poco ni nada cómo disfrutaba.

Y en esas estamos, de repente un montón de peña sacando la Gestapo que lleva dentro con la excusa del confinamiento, gente que, por lo que se ve, disfruta como enanos al menor atisbo de una autoridad que se arrogan de la pura nada.

Apenas unos minutos antes, yendo al súper, veo rojigualdas en los balcones donde no las había hace una semana. No he podido evitar acordarme de los "¡Detente bala" que llevaban en el pecho los requetés a modo de protección en la batalla; supongo que el vecino que cuelga la bandera lo hará con una intención parecida, o cualquier otra cosa por el estilo, frente al coronavirus. Y sí, por supuesto, también me ha venido a la cabeza la imagen del cura de procesión llevando en alto la cruz y escoltado por la Benemérita para luchar contra el Covid19 en un pueblo de por allí abajo; qué pena que, ya para completar el cuadro a lo Zuloaga o Díaz de Orosia, no hubiesen ido por detrás también un torero y unas manolas...

En la calle lo mismo de hace una semana, vecinos paseando sin rumbo fijo con una bolsa en la mano y otros que de repente ves tirando de un perro como el que monta por primera vez a caballo, la mayoría de charleta con conocidos en plena calle; digo yo que se les debía haber olvidado que los canes acostumbran a hacer sus necesidades en los parques y no en mitad de la acera.

10.000 y pico muertos en tres semanas, se dice pronto, Mejor que sea así, porque si lo piensas, o mejor dicho, cuando lo piensas, porque en realidad lo piensas cada dos por tres a lo largo del día, se te hiela el corazón.

Así que, no tanto para no hacerlo, como para dejar de, te tiras al vino que ya es viernes y ha salido el sol. Toca un Priorat de nombre como poco curioso: GR-174. O lo que es lo mismo, la ruta que recorre la denominación. Demasiados números. Yo en esto del vino soy de un tradicional que dejaría a los del "detente bala" antes mencionados como, no ya liberales, sino libertinos; o el nombre de la bodega, la familia, la finca o un término que invoque el terruño, la cosa enológica en general o ya directamente la disopmanía; pero no me pongas números, hostia, que ya ni siquiera memorizo el de mi teléfono.

El vino, por cierto, más que aceptable, hacía tiempo que no tomaba un priorato; vamos, dos o tres veces en toda mi vida. He disfrutado del momento con toda la intensidad que requiere la situación en la que nos encontramos. Sí, por muy cómoda que sea esta y por mucho que les joda a los puritanos de nuevo cuño que nos reprochan de continuo que no nos apretemos el culo como mínima penitencia por todo lo que está pasando ahí fuera. Ahora, para mí que el Torra, o quien sea, les manda echar algo en el vino a los del Priorat; pues, ya apurando la botella, que no sabía de qué hostias me estaba hablando mi señora, compañera, parienta, la que duerme conmigo o lo que sea, ahora no caigo, y de repente que me da por canturrear:

Catalunya, triomfant,
tornarà a ser rica i plena!
Endarrera aquesta gent
tan ufana i tan superba!

Bon cop de falç!

Mañana si eso un Amaren de Luis Cañas...

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