-El Gobierno se la tiene jurada a Madrid. Lo de Sánchez es una dictadura. Soy la única que se opone al comunismo-chavista-bolivariano que nos quieren imponer los de Podemos.
-Gobiernos del PP como el de Galicia han confinado Orense, o el de Castilla-León a Salamanca, León...
-¡Solo yo planto cara a la dictadura sanchista-podemista!
-¿Y en Europa? Están confinando ciudades, regiones, países enteros, en todas partes con una ratio de positivos por Covid19 cinco veces menor que la que tiene Madrid.
-Pues también, jajajaja, Europa es una dictadura, todos chavistas y bolivarianos, soy la única liberal pura y dura que resiste a la Unión Soviética Europea.
-Está usted como una puta cabra.
-No crea, lo que tengo es un morro que me lo piso.
-Con todo el poder económico a sus espaldas así cualquiera.
-Calla, comunista, que te pego un tiro...
-Sinceramente, ya no sé si llevo mascarilla por lo del Coronavirus o para que no se me vea la cara de asco ante todo lo que leo u oigo a diario.
-Ni que lo digas, si es que son todos iguales.
-Pues precisamente eso que acabas de decir es una de las cosas que más asco me da.
-¿?
-Sí, sí, la equidistancia de los que reparten las culpas por igual entre los que procuran trabajar por el bien común con todos sus fallos y aciertos, y esos otros que solo piensan en su propio beneficio o en los intereses de su tribu, los que hacen de su egoísmo banderizo y de clase la razón última de todo.
-Pues yo no veo ninguna diferencia entre los unos y los otros, para mí son todos lo mismo.
-Que es precisamente lo que les interesa a los segundos que creas para, de esa manera, tapar sus propias vergüenzas.
-Claro, porque en el fondo tú también eres un banderizo que justifica a unos mientras...
-No hay manera.
EL PEOR ARROZ DEL MUNDO: Ejercicio de pensamiento positivo.
Acabamos de comer el peor arroz con bogavante del mundo en un lugar de la costa cántabra de cuyo nombre voy siempre a acordarme. No había por dónde cogerlo, pura
pasta y la carne más gomosa de crustáceo que puedas imaginarte. Estaba para montársela a la camarera y aun así nos hemos conformado con comentarle que; no es que estuviera pasado, sino lo siguiente. Todo ello ante su más que absoluta indiferencia; esto es, como si para ella darmos de comer a nosotros y a los cerdos hubiera sido lo mismo. No nos hemos amotinado y eso ha sido sin ni siquiera haberlo acordado entre nosotros. No, porque llevábamos tres días juntos en una casa supuestamente rural del interior de Cantabria y ya estábamos cansados de tanto tute entre comidas y cenas dentro y fuera de la casa; paseos, risas, discusiones. Y así en general todo eso que solemos hacer a lo largo del año cuando nos reunimos cada dos o tres semanas en el txoko y ya en plan intensivo varias veces al año como durante este puente en plan jornadas de convivencia intensiva para gente que se conoce y se aguanta desde el Pleistoceno hasta nuestros días, que se quiere sobre todo. Lo pasamos tan bien, estamos tan a gusto de vernos como cuando éramos unos molzabetes, constantamos tanto el paso físico del tiempo como la permanencia de las taras psíquicas de cada cual, que es difícil ya que nada nos sorprenda, o ya directamente joda, el placer de estar juntos entre muchas risas, puyas, broncas y más risas, eso y cada vez menos alcohol sobre la mesa (creo que esta vez nos han sobrado 6 cervezas de 46 y 3 botellas de vino de una caja de 12; decadencia total). En resumen, que si no hubiera sido por todo esto, ya puedes dar por seguro que alguien se habría tenido que meter el arroz de marras por el culo con las pinzas del bogavante incluidas. Pero claro, esta es la moraleja de este, para variar, largo post: todo es relativo.
En mi ciudad cambiaron el nombre de la Avd. Generalísimo Franco donde vivía de pequeño por Avd. Gasteiz al poco de nacer yo, más tarde derrumbaron aquel horrible monumento a los Caídos en lo que para mí siempre fue la plaza de los cines Samaniego, y así poco a poco todo el callejero gasteiztarra se fue limpiando de franquismo. Muchas décadas después llegué a Oviedo por las cosas esas del amor, me encontré una ciudad ya en pleno siglo XXI con un callejero a rebosar de nombres franquistas, en realidad me encontré -por mucho que les duela a algunos carbañones a los que aprecio- con una ciudad sociológicamente franquista. Insisto, no con una ciudad con muchos franquistas como también hay en la mía, sino con una sociedad en la que el aprecio o el respeto por todo lo de la Dictadura es la norma incluso entre muchos pusilánimes, demasiados, de los que se declaran de izquierdas: "No es el momento de sacar ese tema. Mejor dejar las cosas como están. ¿A quién molesta si es algo de toda la vida...?" Y como nunca era el momento tuvo que ser una corporación municipal formada por el Psoe y la marca local de Podemos la que, a iniciativa de esta última, faltaría, propusiera remediar esa anomalía democrática del callejero ovetense. Luego ya una siniestra asociación de excombatientes franquistas recurrió la cosa ante los jueces.. y aquella iniciativa ha quedado en nada. Bueno, no, a los ojos de una mayoría de oventenses ha quedado en la excentricidad totalitaria de un pequeño grupo de rojos resentidos en su empeño de socavar la plácida convivencia instaurada por los fascistas vencedores y rubricada por la sacrosanta Transición. Pues eso, una ciudad que prefiere en su callejero el nombre del golpista genocida de la masacre de Badajoz ( "Por supuesto que los matamos. ¿Qué esperaba usted? ¿Que iba a llevar cuatro mil prisioneros rojos conmigo, teniendo mi columna que avanzar contra reloj? ¿O iba a soltarlos en la retaguardia y dejar que Badajoz fuera roja otra vez?”), al de un profesor que trabajó en pro de la cultura en su ciudad. Oviedo retrato de esa España que hiela el corazón, de una sociedad cobarde o cómplice con el horror, de una sociología que apesta.
Caer mal a un montón de gente y dejar atrás falsos amigos es condición indispensable para vivir siendo fiel a uno mismo. Ahora, la libertad se paga; el éxito, en el sentido más crematístico y superficial del término, y en no importa qué parcela de la vida, parece ser siempre coto exclusivo de los lameculos y mucho. Eso y que callarse las cosas, para bien o para mal, siempre es muy aburrido.
-Madre de Dios, la que estoy montando. Oigo a la gente hablar de esa tal Ayuso y me entran ganas de pedir su/mi dimisión. Claro que luego leo el ABC, La Razón o El Mundo, pongo a Herrera, a Federico o a la Quintana, y me digo: "Esa tía es cojonuda, de mayor yo quiero ser como ella." En fin, y todo esto por escribir twits suplantando la personalidad de un perro... Necesito otras vacaciones; ¿se puede o no se puede salir de Madrid? ¡Menudo lío!
-¿Que cuánto y dónde me lo pones?
-....
-No, yo de lo de mi padre no sabía nada.
-....
-Te juro que no sé de qué rubia me estás hablando.
-...
-No, si ya sé que es la costumbre, la vuestra y la de mi familia; nos ha jodido el moro.
-...
-¿Suiza? Me vas a buscar la ruina, Mohamed.
Leía ayer, o escuchaba, no sé, que el Museo del Prado presentaba “Invitadas”, el título de la exposición con la que pretende saldar su deuda histórica con las mujeres pintoras cuyos trabajos habían sido históricamente desdeñados por las autoridades académicas de su tiempo y prácticamente arrinconados en los sótanos de los museos. De ese modo, y por primera vez en El Prado, obras de José Belliure y Gil, Mateo Inurria, Ignacio Zuloaga o Raimundo de Madrazo compartirán protagonismo con pintoras prácticamente desconocidas como Maria Roësset Mosquera, Flora López Castrillo, Aurelia Navarro Moreno, Jane Clifford -una de las primeras fotógrafas-, la copista Emilia Carmena de Prota o Concepción de Figuera Martínez-Güertero, que firmaba como Luis Lármig.
Me parece una iniciativa maravillosa, así como el enésimo ejemplo de la misoginia histórica en prácticamente todos los campos de las artes y el saber, los cuales han sido considerados históricamente coto privado de los varones. De hecho, la noticia me recordó de inmediato a esa otra misoginia que sufrieron mujeres como la compositora Clara Schumman, cuyo famoso marido temió siempre verse ensombrecido por ella y de ahí su empeño en que la obra de su mujer no saliera de las cuatro paredes de casa. Otras esposas o familiares de compositores de renombre también sufrieron ese mismo ostracismo profesional como consecuencia de la misoginia generalizada de su época: Fanny Mendelssohn, Mariana Martines, Amy Beach, Barbara Strozzi, etc.
Pues bien, casualidades de la vida, porque estos días descubría a la maravillosa Cecile Chaminade, la cual llamó mi interés precisamente por destacar en medio de una larga lista de compositores franceses de entre los siglos XVII y XXI en la que solo figuraban dos féminas, ella y la mejor o peor conocida Elisabeth Jacquet de la Guerre. De cuán injusto y pendiente de una pronta reparación resulta semejante olvido para todas ellas, el cual no me cabe la menor duda que además completamente premeditado a través del tiempo, bien podría ser ejemplo este precioso Concertino for Flute que adjunto directamente de yootube: https://youtu.be/JQDTVDmbEpA
* Autorretrato tocando la espineta de la pintora Lavinia Fontana, Bolonia, 1577
-La verdad, Mariasun, qué ocurrencias tienes.
-¿No es mejor que la puñetera mascarilla?
-Estamos ridículas y además no creo que sea efectivo contra el virus.
-Pues yo creo que estamos divinas de la muerte.
-¿Puedo hacerte una pregunta?
-Como que te la vas a callar si te digo que no.
-¿A qué contenedor se supone que nos tendrían que tirar, orgánicos?
-¡Uy! Tú irías derechita al de papel y cartón Porque, la verdad, hija, eres como el periódico de la mañana; siempre tienes que decir algo.
-Y tú al de las botellas. Huelga decir por qué
-Que te lo pases muy bien en la fiesta, Mariasun. Y recuerda: no te la quites en toda la noche.
-¡Pero bueno! ¿Es que me has tomado por una fresca?
-Me refiero a la mascarilla, boba...
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