Un día quise invitar a Maraña a un evento.
No entiendo cómo pude equivocarme.
Cuántos gritos e improperios, qué disgusto.
Solo a mí se me ocurre así arriesgarme.
Créanme si digo que todavía hoy lo lamento.
Tengo miedo a que aparezca un día por casa,
armado con un buen garrote,
y sin darme tiempo a improvisar una excusa,
de repente me monte un pitote,
por haber cometido una errata como esa,
tan grande y dura como mi cipote.
Josemari de Concinos
He amado como me salía la crema pastelera.
Las más cremosa,
otras casi líquida,
a veces muy espesa.
Pero, siempre, siempre,
dulce y con sabor a vainilla.
A todo le ponía color,
las más de plátano,
otras casi mantequilla,
a veces sol toscano.
Puse el relleno a todo lo que era crujiente.
Cómo iba a saber yo,
amante pastelero,
que solo te gustaba
la nata montada.
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