Anoche antes de irme a la cama fantaseaba con tener una pesadilla a la carta. Una en la que me despertara en mitad de la noche por un ruido proveniente del salón, y, al ir a comprobar qué pasaba allí, me daba de narices con un grupo de extraños arremolinados alrededor del árbol de Navidad cuyo parecido entre ellos me resultaba la mar de curioso.
- Pero… ¿Quiénes son ustedes y qué demonios hacen en mi casa?
- ¡Chssss! Somos los Reyes.
- ¿Qué reyes?
- Cómo que qué reyes, pues nosotros, los Borbones.
- ¿Los Borbones?
- Sí hombre. ¿No me reconoce? ¡Soy el Emérito!
- Hombre, pues así en chilaba y debajo de un turbante…
- Bueno, es que no he tenido tiempo de cambiarme. ¿Pero no me dirá que no reconoce a ese?
- ¿A cuál, al zumbado ese que está dando saltos en la terraza de casa como si fuera una rana?
- Ese es Felipe V, lo hemos dejado fuera porque, como el pobre no se asea mucho, no queríamos que…
- Me suena ese otro con cara de bobo.
- ¿Cuál, mi abuelo Alfonso XIII o el bisabuelo Alfonso XII?
- No, el que es casi idéntico a usted.
- ¿Carlos IV? Bueno, pero que no se nos olvide que en su caso el cornudo era él, no como…
- Y ya puestos: ¿Dónde para ese al que decían el mejor alcalde de Madrid?
- ¿Carlos III? Olvídese de él, siempre fue un especialito, como se crío en Nápoles siempre se creyó más fino y listo que todos nosotros. Andará de cañas por Madrid; como ahora hay libertad…
- ¿Y esa señora, se puede saber qué hace detrás del árbol de Navidad meneándole el miembro a…
- ¡Isabel! ¿Cómo se le ocurre aquí, delante de este señor? Me da igual que sea su madre, contrólese un poco, cinco minutos como mucho.
- ¡Joder qué tropa!
- Ya puede perdonar; pero, es que en la familia siempre hemos sido muy fogosos y…
- A mí qué coño me importa lo que hagan ustedes con sus aparatos reproductivos, lo que yo quiero saber es qué hostias hacen en el salón de mi casa.
- Pues qué vamos hacer, buen hombre, es noche de Reyes y hemos venido a traerle un regalo.
- ¿Cómo que un regalo?
- Sí, hombre, le hemos traído un ejemplar de la Constitución española del 78.
- ¿La del 78? Si al menos fuera la de la Pepa sería más interesante por la cosa histórica y así.
- ¡Chsss! Ni se le ocurra mencionar la Constitución de Cádiz delante de Fernandito, es capaz de arrearle en toda la cabeza con su miembro erecto, y ya habrá leído usted qué tamaño calzaba el mozo: «fino como una barra de lacre en su base, tan gordo como el puño en su extremidad», que escribió un tal Merimée.
- Encima se trata de una edición de bolsillo, de esas a 4.95€.
- ¿Y qué espera usted? Los Borbones no somos millonarios.
Momento en el que el Emérito estalla en carcajadas y con él todos sus parientes allí reunidos con la excepción de Felipe VI, el cual justo en este preciso momento descubro escondido detrás de la puerta intentando taparse la cara.
- Sabe lo que le digo, que paso de Reyes. Además yo siempre he sido más del Olentzero. Por cierto, ahora que lo veo, ¿también por aquí?
- No se confunda, caballero, ese de la boina roja es el primo Carlos, aquel al que ustedes los vascongados llamaban el Pretendiente.
- ¡No me joda, si aquí no cabe un tonto más!
Supongo que debería haberme despertado en ese preciso momento; pero, por mucho que me hubiera gustado haber soñado todo lo que aquí cuento, no se puede tener pesadillas a la carta. De modo que todo esto no ha sido producto de mi subconsciente sino de su contrario. Eso sí, muy contenida mi consciencia, mucho, demasiado.
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