He soñado que mis hijos volvían a ser niños y no los capullos adolescentes de ahora. Eso y que los llevaba a ver la Cabalgata de Reyes.
- ¿Dónde están los camellos? -me pregunta el pequeño.
- Eso no son camellos, son las Harley-Davidson en las que van montados los Reyes.
- Bueno, sí, quería decir en sentido figurado.
- ¿Por qué no van en camellos?
- Los prohibieron hace mucho tiempo para que no sufrieran durante la cabalgata. Ni ellos ni ningún otro animal.
- ¿Qué les hacían, pues? -ahora es el mayor quien me pregunta.
- No sé, decían que sufrían estrés durante la Cabalgata, que desfilar entre tanta gente y con tanto ruido les provocaba un sufrimiento tremendo y eso no se podía consentir.
- ¿Pero los camellos, los caballos, los burros, los bueyes, incluso las ovejas que desfilaban con los pastores que salen en Navidad en el pueblo del abuelo..., no se han criado siempre para servir a los humanos? -sigue el mayor.
- Ya, peroooo....
- Pero una cosa es que trabajen el resto del año para los humanos sin ningún problema y otro muy distinto que desfilen una vez al año delante de la gente.
- Bueno, no sé si es lo mismo. Los animalistas dicen que...
- Que desfilar encima de unas motocicletas Harley Davidson es mucho más ecologista que hacerlo en unos animales criados para llevar todo tipo de mercancía encima.
- Joder, qué pesado estás, de verdad -empieza ya a cansarme el monosabio que tengo de hijo mayor-. Además, para que lo sepas, esas motos son ahora eléctricas y por lo tanto mucho más respetuosas con el medio ambiente que los camellos de antes con sus emisiones de CO2.
- ¡YO QUIERO VER A LOS REYES EN CAMELLOS! -grita el pequeño.
- ¡Pero si tú no sabes ni lo que es un camello, si no has visto uno en tu vida! -respondo ya casi fuera de mí.
- ¡QUIERO VER CAMELLOS COMO LOS QUE TENEMOS EN EL BELÉN DE CASA!
- Pues te vas a quedar con las ganas, mocoso de mierda, porque los camellos, como los caballos, los burros, los bueyes, las ovejas y otros bichos domésticos, se extinguieron hace ya varias décadas.
- ¡Cómo que se extinguieron? -los dos mocosos al unísono.
- Como que nadie iba a criarlos con lo que cuesta alimentar a un bicho de esos si luego no se podía obtener ningún rédito de ellos.
- ¿YA NO EXISTEN CAMELLOS?
- Sí, hijo, claro que sí, en los belenes como el que ponemos en casa todos los años. Y vale ya de discutir, que tenemos que ir a casa para prepararle a la perra su solomillo diario de ternera, y si se chiva a los del Servicio Municipal de Bienestar Animal que hemos llegado tarde para darle su comida, nos puede caer una multa y de las gordas.
- ¡Aita!
- ¿Qué, qué hostias quieres ahora? -el pequeño que me saca de quicio.
- ¿Por qué nuestra perra come siempre solomillos, entrecots, salchichas y cualquier otro tipo de carne, y nosotros tenemos que comer todos los días ensaladas, legumbres de vigilia y, como mucho, hamburguesas vegetales o de tofu?
- ¿Cómo que por qué? -de verdad que parece me han salido unos hijos tontos-. Porque está prohibido que los humanos comamos carne, eso o cualquier otra cosa derivada de un animal, según la Ley Vegana del 2023.
- Pues a nosotros nos gustaría...
- ¿Pero qué tipo de monstruos estáis hechos vosotros? ¿Acaso no queréis ser buenas personas, veganos de pro?
- Porque lo dice la ley, que si no...
- Ya veo, ya, la típica rebeldía de la juventud.
Dicho lo cual, ha sido despertarme de golpe y encontrarme a la perra a mis pies en la cama. Ya los siento, pero no he podido controlarme y le he dado una p.... Me callo, me callo, no vaya a denunciarme el animalista de guardia.
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