miércoles, 11 de abril de 2012
¡DIMISIÓN!
Cómo será la cosa que cuando un político reconoce que pudo haber alguna negligencia en la muerte de Iñigo Cabacas uno ya puedo dar por hecho que la hubo porque, por mucho que se lo hayan propuesto, siguiendo la costumbre, no han encontrado el modo de desviar la atención, echar la culpa a terceros, a los de siempre para no andarnos por con chiquitas, retorcer los hechos para presentarse ellos mismos como las víctimas, o simplemente negarlo todo a la espera de que escampe la tormenta y a otra cosa mariposa.
Claro que van a salir, ya lo han hecho, con lo de que se trata de un hecho aislado, faltaría más, que no se puede generalizar porque estas cosas pueden suceder y mala suerte si te toca. Pero claro, lo que nos quieren vender como simple fatalidad se da de bruces con la realidad de una noche de 50 disparos indiscriminados de pelotas de goma, y eso según la versión del propio Dios de la Guerra, Ares: a la zona llegaron efectivos de la Ertzaintza que, en vista de la aglomeración de gente y la «actitud violenta de algunos presentes», pidieron refuerzos. En pocos minutos aparecieron otras dos furgonetas policiales, que fueron recibidas con «lanzamiento de botellas y otros objetos» en una atmósfera de «agresión muy fuerte» contra los agentes. Pidieron más refuerzos. «El objetivo fundamental era llegar al callejón, localizar a los heridos y poder prestarles atención médica». El consejero recordó que esa zona, donde se encuentra una herriko taberna, ya había sido escenario de algaradas en otras ocasiones. Así que la Ertzaintza preparó sus armas. Primero, lanzó una salva. Luego, pasó a las pelotas de goma.
Los diversos testigos dicen otra cosa, claro que a ver qué van a decir esos, pensará la gente de orden, la que nunca se cuestiona nada, hablan de carga bestial e indiscriminada, ni más ni menos que lo de siempre, lo que hemos conocido toda la vida, la violencia policial al menor conato de sospecha de protesta callejera, de concentración de individuos que los correspondientes mandos de la Ertzaintza consideran peligrosos, puede que sólo dignos de recibir una buena somanta de hostias, porque les tiene ganas, es ver un polar y/o un palestino y volverse locos...
Un hecho no sólo luctuoso, también muy significativo de cierto síndrome postraumático que vive la sociedad vasca. La muerte de Iñigo tiene demasiadas reminiscencias de los viejos tiempos, de cuando esto era el pan de cada día, de cuando todo venía a rebufo del dichoso contencioso, que todo lo abarcaba, todo lo contaminaba, todo quedaba relegado a un segundo plano.
Pero ahora no hay violencia etarra que valga, ni siquiera estrategia violenta por parte de los de siempre, están a otra cosa y ya se encargan ellos de repetirlo por activa y pasiva, como que hasta cuando queman contenedores o asaltan entidades bancarias como en las últimas semanas no tarda ni un día el portavoz de la izquierda abertzale en salir a desmarcarse de estos ataques, no les convienen semejantes saltos en el tiempo, les pone demasiado en evidencia su propio pasado.
Pero es que apenas han pasado un par de días, como quien dice, de cuando se le pegaba un tiro en la nuca a un individuo por no comulgar con el credo de los batasunos, cuando podía estallar una bomba en los bajos de un coche aparcado al lado de la puerta de tu casa. Por eso la sociedad vasca está como está, de los putos nervios, tan ilusionada con este presente sin violencia como al tanto por todo lo que pueda significar una vuelta al pasado. Sólo hay que ver la reacción de la familia y los amigos de la víctima denunciando la manipulación política de la muerte de Iñigo: Es precisamente la indigna utilización política de esta desgracia contra la que se revela la cuadrilla de Iñigo, ajena a cualquier militancia, como que si el carroñerismo al que hace referencia el consejero no pudiera serlo en dos direcciones, como que no estamos acostumbrados y sobre todo hartos a que a la menor metedura de pata de las autoridades nos quieran desviar la atención con el mantra de lo mala y manipuladora que es la izquierda abertzale,que sí, claro, pero no todo es ETA por mucho que eso les convenga a algunos; 'Pitu' sólo era un chaval deportista que ansiaba un contrato fijo en la entidad financiera en la que trabajaba, que estaba en un bar celebrando las gestas de su equipo y que no volverá a surfear en Bakio porque un ertzaina le pegó un tiro en la cabeza.
Semejante declaración de principios era inconcebible en los viejos tiempos, entonces la víctima o estaba del lado de unos o en el de los otros, y si no ya se la apropiaban los que fueran, si no ya se encargaban de convertirla en mercancia política, en municipión contra el enemigo. Ahora los allegados de la víctima sólo reivindican justicia, lo que en una sociedad verdadera o estrictamente democrática se debería traducir en la dimisión de ese que lleva el nombre del dios griego de la guerra, ese que entró en departamento del interior al grito de "más madera", ya que según él con el PNV no se daba tanto, cuando no al de "¡quitaros las boinas que ahora toca darle caña a ellos!". Tolerancia cero contra el terrorismo, pues claro, faltaría más de nuevo; pero, luego no me hagas pasar por terrorismo todo lo que te conviene a ti para simplemente acallar cualquier acto de protesta, para eliminar por las bravas cualquier conato de crítica.
Después están esos que iban para bobbies con txapela y se quedaron en maderos de rojo, que se supone que sufragados por los ciudadanos vascos para que los protejan. No voy a ahondar mucho en el tema porque la figura de un tipo armado con porra y lanzapelotas, por mucho que digan que es para nuestra propia seguridad y no para meter en vereda a la ciudadanía díscola, no me resulta precisamente agradable, no me dan poco asco ni nada. Qué voy a decir si encima estos que ejercen la única violencia legal lo hacen encapuchados, ahora que en teoría no hay que temer represalias de los que ya sabemos, con una chulería y una prepotencia de entrada rayando siempre el insulto gratuito, con un victimismo incluso que huele desde lejos a coartada para cualquier barrabasada. Pues hombre, años de testigo del peculiar modo como se desenvuelven en las manifestaciones, de la asquerosa liberalidad con la que manejan la porra o el lanzapelotas en la mano, la desproporción de la violencia usada, su más que acreditada costumbre de tirar a dar, digan lo que digan a mí no me va a poner en orden mis experiencias consejero alguno, dan para una tirria sin límites hacia, cuanto menos, los figurines anabolizados de los antidisturbios, los afamados beltzas a los que por lo que se ve el negro les va que ni pintado. Luego también podría hablar de cómo casi siempre solía ser el más descerebrado de clase, el fanático de las armas o de la violencia a secas, el pesado que te daba el coñazo todo el rato con las artes marciales, el más bocazas y chuloputas de turno, el que años después de dejar el colegio te lo encontrabas vestido de uniforme, y por supuesto, no fallaba, de beltza. ¿Dónde si no, él, que iba para mercenario en el Congo cuanto menos? Y si bien es cierto que décadas de violencia terrorista, con una larga lista de ertzainas asesinados en manos de ETA, con ataques diarios hacia las dotaciones de la Ertzaintza, dan para una patología de gente que ve enemigos en todo aquel que lleve un polar, en gente ansiosa de dar lecciones a golpes de porra, de revanchistas para los que los nuevos tiempos, lejos de ser la hora de la reconciliación y bla, bla, bla, apenas son otra cosa que una ocasión para la impunidad; pues oye, algo raro, podrido, intolerable, pasa en el cuerpo, que se lo hagan mirar, y sobre todo, que lo corrijan, pero ya. Como que no resulta poco sospechoso y hasta ridículo que ahora salgan diciendo que Ares comparecerá mañana en el Parlamento vasco para dar explicaciones sobre la investigación. Allí hablará de las pelotas de goma, munición que hace tiempo que la UE recomienda no utilizar y en cuya supresión la Ertzaintza lleva tiempo trabajando, según fuentes de Interior. La Policía vasca ya está probando un material alternativo, menos lesivo.
Pues mira, Ares, majo, demasiado tarde, haberlo hecho antes, cuando debías, que para cambiar las boinas por gorras y meter mano a los sindicatos bien que te has aplicado, para incitar a los tuyos a descolgar cualquier pancarta reinvindicativa con la excusa del terrorismo, ahora la has cagado, así que, supón que eres un político con un sentido de la ética verdaderamente democrático, que no sólo eres el sabueso más fiel de tu partido: ¡DIMITE!
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