martes, 24 de abril de 2012
SALA DE ESPERA
Vas a tu ambulatorio, te meten en una sala de espera a rebosar de gente. Entonces te cagas en Dios para tus adentros, pero así y todo te sientas resignado. Tienes que esperar como todo hijo de vecino, eres uno más, lo tuyo no es ni más ni menos importante de lo de los que te rodea. Sin embargo, si en condiciones normales no rechistas, basta que de entre los presentes en la sala de espera hay dos mujeres con velo, otros cuantos negros como el tizón y que alguien hable a tu lado con acento sudamericano, para que saltes de inmediato: ¡putos inmigrantes, por su culpa tengo que esperar tanto, lo ocupan todo, abusan de nuestro sistema de sanidad! En ese momento, y como esos resortes de tu inconsciente te retrotraen a cuando tus antepasados iban en taparrabos y estaban de continuo a la gresca con los de la tribu de enfrente, empiezas a sacar conclusiones de lo más peregrinas, esas que si te las paras a pensar, si las analizas a fondo y en frío, no solo te devuelven una imagen de ti mismo como un ser mezquino e insolidario, sino sobre todo como tonto del culo. Resulta que como te fastidia esperar hasta que te atiendan en un servicio con los recursos justos, en un servicio público que debe atender a todo el mundo que lo necesita ya sólo por el solo hecho de existir en este estado llamado España, como tienes que aceptar tu miserable condición humana; pues entonces te rebelas, así que concluyes que esa gente extraña que viste raro y a la que o no entiendes o te molesta entender, se ponen enfermos porque les apetece, para abusar de unos servicios sanitarios que como son gratis, ya que por supuesto ninguno de ellos cotiza, que a ver dónde has visto tú emigrantes trabajando, por deben pensar que hay barra libre para pedir recetas, tiritas o inyecciones, con lo divertido que es ir al médico, esto es, aguantar la mala hostia de las enfermeras y la autocomplacencia infinita de médicos que o les da por mirarte por encima del hombro o por comportarse como tus padres. Eso y que no entiendes como habiendo nacido tú aquí, y por lo tanto, faltaría más, mejor y con más derechos, que por algo no has tenido que emigrar, tengas que esperar lo mismo que una gente que ha huido de unos países donde no tenían futuro, no al menos la mitad del presente que tienes tú por haber nacido por azar donde has nacido, una gente que luego es la que te sirve el café, cuida a tus mayores, limpia tus casas, recoge las cosechas de lo que pones en la mesa y tantos y tantos trabajos mal pagados, muchas veces sin contrato y por lo tanto a merced del cabrón de turno, ese que les coge para pagar menos que a un español, que lo sabe todo el mundo y aún así al que señalan es al eslabón más débil del mal sistema. No entiendes porque aún cotizando como un español también tienen sus familiares también tienen que tener derecho a la asistencia sanitaria como tu madre, tu abuela o tu hermano en el paro, ¡por favor, eso ya es el colmo, ni que fueran seres humanos como nosotros!
En fin, más mezquino no puedes ser cuando despotricas contra esa gente que hace el trabajo que los que aquí no quieren, que conforma el proletariado más bajo y por lo tanto desprotegido de la sociedad en la que vives, aquella con la que además trabajas codo con codo o cuanto menos te sirve el carajillo en el bar de la esquina. Pero no eres tonto, al menos te esfuerzas en no aparecerlo, y sabes que si esto es tal que así, si los emigrantes hacen tanto bien como dicen los progres perroflautas al uso, si realmente la mayoría está aquí para trabajar y no para delinquir como te gustaría pensar haciendo de la excepción, por abundante que sea ésta, lo habitual, si realmente los emigrantes son personas como tú, si puede que hasta sea cierta la tontería esa de que todos somos personas antes que de aquí o de allí, de nuestro padre o de nuestra mano, tú estás hecho un verdadero hijo de puta egoísta, una mala persona en suma. Pero no te desanimes, porque siempre habrá una noticia, una anécdota, un suceso que poder utilizar en tu favor para justificar tu rechazo a los emigrantes, siempre habrá no uno, sino varios, que estafen a la seguridad social, que cobren ayudas que no merecen, que abusen tanto como un nativo; siempre habrá un motivo para sentirte más listo y sincero que todos esos mierdas que habrán de solidaridad con tus semejantes, del derechos humanos y otras mierdas. Y si no cae esa breva, tranquilo, que con un poco de suerte, como ahora, también puede que tu gobierno te complazca para que estés a gustito con él y no levantes demasiado la voz por otras cosas; al fin y al cabo, por eso les has votado, porque te daban la razón.
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