domingo, 15 de abril de 2012
CAERSE DEL GUINDO O EL ESTALLIDO DE LA BURBUJA MONÁRQUICA
Lo comentábamos anoche casi que a gritos en el Anboto, esa tabernica pequeña y estrecha de la Cuchi adonde se negaba a entrar una amiga mía -que parece ser que ayer a la tarde estaba muy ocupada...- porque el chaval que servía las mesas había sido un poco terrorista en sus tiempos mozos, manías (no está poco viejo y cascado el pobre, anoche casi no se le entendía de la carraspera). El Anboto también es el tugurio al que lleve a mi señora la primera vez que vino a Vitoria, como me parecía lo suficientemente reservado y tal, luego ya a partir de ahí... mi vida es una madreña.
En fin, a lo que íbamos, que comentábamos anoche, gritábamos para espanto de la cuadrilla de chavalas de corte de pelo con hacha que había en la mesa de al lado, que nosotros precisamente no nos hemos caído del guindo porque nunca nos subimos a él. Y es que por estos pagos el rey de España y todo lo que le rodea y representa nunca fue precisamente santo de devoción de la mayoría, que si había alguno que si lo tuviera, casi que a escondidas, por los bajines, no le podía caer buena ni nada, dialécticamente hablando, claro. Como mucho, alguna simpática y querida amiga podía salir con el tópico ese de "por lo menos es el mejor embajador de los intereses de España en el extranjero", lo cual viene a ser como constatar el patético hecho de que a falta de un verdadero prestigio basado en la calidad de los productos españoles, de la seriedad de sus empresas y sobre todo sus buenos precios, bien vale un monarca simpático y dicharachero para animar a los mandamases extranjeros a que compren o inviertan en España, un poquito de por favor. Que se sepa ni Francia ni Alemania, por no hablarde la República Checa, Finlandia o Corea del Sur, tienen precisamente jefes de estado simpáticos y dicharacheros, y mira tú...
Pero bueno, seamos sinceros y reconozcamos que del mismo modo que hemos tenido la funesta burbuja inmobiliaria y las subsecuentes, también ha habido una burbuja monárquica que se basaba en el curioso principio de que España en el fondo no era monárquica sino "juancarlista". Dicho de otro modo, que como el heredero del Caudillo era un tipo tan campechano que caía bien a todo el mundo bien, que nos había otorgado la democracia prácticamente como una dádiva real y no porque fuera inevitable, que nos había salvado de un golpe de estado perpetrado en su mismo nombre, pues que poco más o menos que había un consenso general del que Juan Carlos era cojonudo, lo mejor que nos había pasado, alguien con el que había que estar agradecido por los siglos.
Luego ya todos los interesados en apuntalar el sistema surgido de Transición se dedicaron a apuntalar su figura y la de su figura otorgándole una aureola de modernidad y campechanía para consumo de sus súbditos, los cuales, parece ser, antes de identificarse con un jefe de estado que había llegado a dicho cargo tras una larga carrera en la función pública, una suma de méritos en el ejercicio de la misma y también una acreditada solvencia intelectual como parece ser que se exige o exigía a los jefes de estado de nuestros países vecinos, preferirían hacerlo con un tipo que estaba ahí por una mera cuestión de hemoglobina, un tipo que él mismo reconocía no ser precisamente un intelectual, desde luego que poco o nada dado a las letras o el cultivo en general de arte alguno, un preclaro representante de su clase social para la que el lujo y el derroche son inherentes a su condición; pero, también un tipo que desprendía campechanía a raudales, que se manejaba como nadie en el tú a tú con gente de todo el tipo, alguien que era abrir la boca y partirse el culo, ¡qué puntazos que tiene el Juancar!; vamos, en resumen, alguien con el que la mayoría de los españoles podía indentificarse, ahi queda esa.
Y claro, eso no se hace de un día para otro, la creación de esa imagen idealizada del rey y los suyos no sólo era el resultado de las anécdotas que protagonizaba o de lo bien que se desenvolvía en el ejercicio de su cargo allá por donde fuera, dejando un reguero de simpatía tras el que luego, decían, nos llovían las inversiones y contratos. Era ante todo el resultado de una férreo control mediático entorno a todo lo que atañía a la Casa Real, dosis ingentes de hagiografía, de servilismo por un tubo, un muy sublime culto a la personalidad a través de la repetición machacona de las excelencias del monarca y los suyos.
Y si por si acaso alguien se salía del tiesto, alguien le daba por hacer como el niño del cuento famoso, esto es, alguien levantaba la voz para decir ¡DESNUDO, EL REY ESTÁ DESNUDO!, ya estaba ahí el consenso general de marras para echársele encima; resentido, envidioso, antisistema, mala persona... Y si no bastaba con ello, toma Constitución española para recordarte el carácter casi sagrado de la figura del monarca, intocable, inviolable... puro Antiguo Régimen al servicio de una democracia que nos han hecho pasar por la más moderna y eficaz que ha conocido nunca España (mentira podrida, y si no a la de la Segunda República me remito...), aunque sólo lo fuera porque comparada con todo lo anterior la verdad es que no quedaba otra que decir, pues sí, oyes, así cómo no.
Luego vino la ampliación de la familia. Un yerno de la aristocracia de provincias que en las fotos parecía más Borbón que los propios Borbones, otro alto, guapo y vasco (sin contar que los Marichalar, como bien indica su apellido, proceden directamente del Baztán) y vinculado por vía materna a la aristocracia belga, y una asturiana de familia clase media-baja para lo de democratizar la institución. Curioso ésto de casar a la prole con gente del norte como siguiendo la costumbre ancestral de los reyes de Castilla de clarear la especie buscando allá donde se supone a sus originarios libres de sangre mora o judía.
Querían ser la representación de la familia ideal por excelencia, modelo a seguir por todos los españoles, transmitir una imagen de felicidad con la que hasta el más desgraciado podía sentirse orgulloso. Pero les salieron rana los yernos, uno porque resultó demasiado aristócrata y raro para el pueblo llano, y otro porque de tan perfecto que era acabó aprovechando esa supuesta impunidad que le daba ser el yerno molón del rey para meter el cazo y llevárselo todo crudo por culpa de los lacayos a los que no les quedaba otra que ceder a su chantaje; una vez más puro Antiguo Régimen, que es donde parece seguir viviendo una buena parte de los españoles en cuanto a la concepción que tienen de la sociedad en la que viven.
Pues ahora viene la puntilla con lo de la caída del monarca cazando elefantes a 30.000€ la pieza en Bostwana, la imagen de lujo y despilfarro que siempre hubo, del cazador de osos borrachos y otras monterías, en plena crisis o desastre económico español, con cinco millones de parados y recortes de un sistema de bienestar que tampoco es que fuera para echar cohetes, no al menos en comparación con nuestros vecinos más al norte; pero, eso así, puestos a recortar, a saco con la sanidad o la enseñanza, a la mierda con el I+D+i, ¡que inventen otros!, a por el más débil por principio, y a los bancos, por supuesto, barra libre.
Así que no resulta poco gracioso, cuando no patético, esta catarata de indignación hacia la figura del monarca ahora, precisamente ahora, este caerse del guindo como si de repente se hubiera descubierto la naturaleza esencialmente injusta, arbitraria, antidemocrática del hecho monárquico, amén de todo el lujo, despilfarro y elitismo que lo acompaña en detrimento, o más bien para escarnio, de la mayoría de los supuestos ciudadanos. Ahora sí, ahora el campechano y perfecto rey de España es en esencia un señorito de mierda que se dedica a vivir a papo de rey a cuenta de los impuestos de la mayoría de los españoles; ¿no os gustaba ser vasallos, de qué os quejáis ahora, serviles hipócritas?
Y lo peor que todo esto apenas es el chocolate del loro, meras anécdotas como lo de la caza de osos borrachos o elefantes, e incluso lo de Urdangarín con todo el monto debido, robado más bien. Lo verdaderamente gordo es todo el chanchulleo llevado a cabo durante décadas en el entorno del rey, los supuestos negocios bajo mano para crear ese supuesto colchón patrimonial por si las cosas les vienen mal dadas a los Borbones y tienen que volver a hacer las maletas. Esto es, todo aquello que publicaban periodistas como el gallego Pepe Rei, allí donde éste podía, claro está, que la censura alrededor de todos estos temas ha sido norma general hasta hace cuatro telediarios, y que lo llevó directamente a la cárcel con el sambenito de colaborar con ETA y otras mandangas, de poner en peligro a Españaaaaaa...
Pues eso, hoy al día siguiente del 14 de Abril, aniversario de la proclamación del único periodo de la Historia de España verdadera y escrupulosamente democrático; ¡VIVA LA REPÚBLICA!
*que duda cabe de que la foto que encabeza esta entrada será probablemente la más usada en foros y blogs en estos días.
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