Hoy final de la Copa del Mataelefantes entre el Barça y el....¡BILBAO! Es broma, es broma. Para los de fuera del paisito; esta es la manera como se refieren al equipo vizcaíno que hoy juega en Madrid el resto de los vascos. Cosicas del terruño y sus tribus, cosicas que a fuerza de piques e incompatibilidades de colores , de más de un complejo oculto, de puro garrulismo incluso, ese aldeano que todos llevamos dentro, que ponen la salsa en esto de las relaciones entre hermanos y tal, cosicas de provincianos en cualquier caso, divertidas en su justa medida, imprescindibles incluso para la reivindicación de las respectivas identidades, no por nada todas son, en esencia, pura invención, insustancialidades para dar sentido a la existencia de algunos.
Y no habría más que comentar sino fuera porque se prevé una pitada generalizada al himno de España y de ahí que algunos se hayan rasgado las vestiduras, que amenacen con salir a la calle a meter en vereda a esos cerdos separatistas, a todos sin excepción. Pues vale, personalmente eso de pitar al himno y abuchear al jefe del Estado, o sus princesustituto, me pone y mucho; pero no por la cosa identitaria o nacionalista, cosa que según como me levanto cada día me la suda más o menos, sino, primero porque uno en el fondo sigue siendo un puto crío y todo lo que sea hacer lo contrario de lo que se exige me pone y mucho, y segundo porque no imagino una ocasión más propicia para manifestar mi rechazo a todo lo que representa esa monarquía de chupopteros caraduras y el sistema que la sostiene; yo de estar en el Calderón me llevaba una "vuvuzela" de esas, se iba a enterar el Borbón y compañía...
En todo caso, coño, que estamos hablando de un partido de fútbol, puro entretenimiento, solaz en mitad del desastre o drama diario en el que vivimos. De ese modo, si ha tocado final con aficiones "díscolas", desafectas de ese sentimiento de lo español casi que por decreto, indiferentes los más como un servidor, con minorías en su seno dispuestas a vampirizar el evento para sus reivindicaciones identitarias, incluso para montar jarana y poco más, pues qué se le va a hacer, señores, por mucho que les disguste a unos y otros no deja de ser la imagen más cristalina de lo que en realidad es España, un centro más metafísico que geográfico que siente España como unidad de destino en lo castellano y poco más, cuanto más monocolor mucho mejor, más fácil entenderla en su simpleza, y otra periférica y eternamente díscola (a ver si cogemos un manual de Historia y nos damos cuenta de una vez que esa unidad de destino no ha existido nunca, que esto ha sido un tira y afloja desde la Edad Media a esta parte, y así por los siglos de los siglos, que entre tanta fuerzas centrípetas y centrífugas lo que se impone es el equilibrio de ésta y para de contar, no hay independentismo que convenza a la mayoría de su parroquia, ni jacobinismo con Rosa Díaz al frente que no caiga en la parodia de sus correligionarios del XIX o de ese generalito gallego que dictó una España una, grande y libre, ¡JA!
Y de eso se trata, de bregar con la idiosincrasia de cada cual, de percatarse de una vez que el prójimo no tiene por qué compartir tus sentimientos o lealtades, que los hay incluso que pueden pasar de ellos, a veces, insisto, según se levante uno de la cama,. Vivir y dejar vivir. Así que antes que vitoriano, alavés, vasco, español o europeo prefiero ser ciudadano de mi casa, para mí sinónimo de persona libre, de ahí que no aspire a vivir en otro marco, sociedad o país que no sea el que respete mi libertad de elegir o sentir; luego ya que sea la mayoría la que decida el color de la bandera bajo la que vivir, que me dé la opción de hacerlo por si algún día me importara, que lo haga siquiera sólo porque si lo hace puedo estar seguro de vivir en un estado verdaderamente democrático, no poco más de lo que ya lo es el Reino Unido, Scotland in my heart. El resto que se esmere en convencerme de si me conviene tal o cual, pero que lo haga en libertad, sin imposiciones, sin insultos o amenazas, con argumentos y garantías, como si esto no fuera de verdad España y, antes que el tablero de unidades sacrosantas y de destino en lo universal, de nostalgias imperiales periclitadas a fuerza de excesos o irredentismos de txistu y barretina, de unanimidades detrás de cualquier bandera, fuera un país maduro, culto, justo y democrático.
Así que todo lo demás folclore para pasar el rato. Te puede gustar más o menos, molestar incluso, pero no queda otra que aceptarlo o mirar hacia otro lado. Lo contrario es pretender hacer de algo absolutamente intrascendente un motivo de escándalo, añadir más leña innecesaria al incendio que nos chamusca por todas partes, el placer de sentirse ofendido por el vecino, el gusto patrio por andar a la greña, cabreado por cualquier pijada, tener con qué pasar la mañana despotricando de la maldad innata de vascos y catalanes o del pérfido estado español y sus secuaces. Eso o algo peor, porque darle mayor trascendencia de la que tiene también puede ser una estrategia para desviar la mirada, echar balones fuera, intentar que se hable de la nada identitaria, que se solivianten los patriotismos de cada cual, todos ellos muy respetables aunque los más tontos e intolerantes siempre tiendan a pensar que el suyo es el único válido, para evitar que se haga del engaño de la inflación que cierta presidenta de comunidad autónoma presumía inexistente, de eso o de los entresijos de la creación de una caja que era la suma de diferentes cajas putrefactas y aún así...
En fin, país de fútbol y pandereta, pues nada, a disfrutarlo mientras dure el partido. Yo hoy paso de los tribalismos del paisito, hoy voy con el ¡BILBAO!
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