Lo confieso; me duele Euskadi. Es cierto, me duele mucho. Nuestra sempiterna tendencia a banderizarnos y devorarnos de manera inmisericorde, me hastía hasta límites existenciales. Decía Borges que los vascos o están en una carlistada o preparando la siguiente. Bueno, esto tal vez sea exagerado, aunque algo de eso hay. A pesar de eso muchas veces no veo autocrítica en mis conciudadanos. Sino todo lo contrario. Resulta que somos cojonudos, que aquí ha ido y va todo mucho mejor que en Logroño. Somos más guapos, y más trabajadores, y el euskera es más bonito que el castellano y más limpio, porque no dice tacos. Algunas de estas cosas son ciertas. Otras son estereotipos simplones. Negativos hacia nuestros vecinos, descaradamente autocomplacientes hacia nosotros mismos. En ningún sitio he escuchado tantas palabras para separar en "castas" a los propios ciudadanos; gamboínos, oñacinos, beaumonteses, agramonteses, coreano, maketo, belarrimotz, euskaldun, erderaldun, euskaldunberri, euskaldunzaharra, de ocho apellidos, abertzales, constitucionalistas...Y sí, somos muy trabajadores, pero también hemos perdido decenas de millones de euros en paliar los efectos de nuestra propia sinrazón. Destrozos diarios de la kale borrika, escoltas, impuesto revolucionario, fuga de empresarios...¿Cuánto ha costado esto al vasco de a pie? ¿cómo hubiéramos vivido sin estos gastos? En eso, en civismo, los catalanes (y el resto) nos dan mil vueltas, la verdad. Pero no quiero echar las culpas tan solo a la tribu hachebita. Porque resulta que la tenemos todos un poco. Unos más otros menos. Y por eso me ha gustado el libro de Txema Arinas "Como los asnos bajo la carga", porque reparte responsabilidades y estopa a partes iguales, zas, zas, un poquito para cada tribu de irreductibles "vascongalos". Es un libro que no va a gustar. No. Y no va a gustar a pesar de estar escrito con una técnica depurada; limpia y fluida como un torrente, y sencilla y enjundiosa como un haiku japonés. Este libro no va a gustar porque pone a cada vasco frente a sus fantasmas y le enfrenta a la mierda de su propia responsabilidad. No va gustar porque repasa todos nuestros pecados con inmisericorde lucidez: violencia, sectarismo, hipocresía, indiferencia, inmovilismo, egoísmo...Y por eso no va a gustar, a pesar de ser certero, inteligente y dotado de una furia jodidamente sutil. El libro de Txema no va a gustar a pesar de ser una obra de gran calidad; no va gustar porque es ecuánime, justo. No va a gustar porque es magnífico.
domingo, 15 de septiembre de 2013
MIGUEL GUTIERREZ GARITANO RESEÑA "COMO LOS ASNOS BAJO LA CARGA"
Lo confieso; me duele Euskadi. Es cierto, me duele mucho. Nuestra sempiterna tendencia a banderizarnos y devorarnos de manera inmisericorde, me hastía hasta límites existenciales. Decía Borges que los vascos o están en una carlistada o preparando la siguiente. Bueno, esto tal vez sea exagerado, aunque algo de eso hay. A pesar de eso muchas veces no veo autocrítica en mis conciudadanos. Sino todo lo contrario. Resulta que somos cojonudos, que aquí ha ido y va todo mucho mejor que en Logroño. Somos más guapos, y más trabajadores, y el euskera es más bonito que el castellano y más limpio, porque no dice tacos. Algunas de estas cosas son ciertas. Otras son estereotipos simplones. Negativos hacia nuestros vecinos, descaradamente autocomplacientes hacia nosotros mismos. En ningún sitio he escuchado tantas palabras para separar en "castas" a los propios ciudadanos; gamboínos, oñacinos, beaumonteses, agramonteses, coreano, maketo, belarrimotz, euskaldun, erderaldun, euskaldunberri, euskaldunzaharra, de ocho apellidos, abertzales, constitucionalistas...Y sí, somos muy trabajadores, pero también hemos perdido decenas de millones de euros en paliar los efectos de nuestra propia sinrazón. Destrozos diarios de la kale borrika, escoltas, impuesto revolucionario, fuga de empresarios...¿Cuánto ha costado esto al vasco de a pie? ¿cómo hubiéramos vivido sin estos gastos? En eso, en civismo, los catalanes (y el resto) nos dan mil vueltas, la verdad. Pero no quiero echar las culpas tan solo a la tribu hachebita. Porque resulta que la tenemos todos un poco. Unos más otros menos. Y por eso me ha gustado el libro de Txema Arinas "Como los asnos bajo la carga", porque reparte responsabilidades y estopa a partes iguales, zas, zas, un poquito para cada tribu de irreductibles "vascongalos". Es un libro que no va a gustar. No. Y no va a gustar a pesar de estar escrito con una técnica depurada; limpia y fluida como un torrente, y sencilla y enjundiosa como un haiku japonés. Este libro no va a gustar porque pone a cada vasco frente a sus fantasmas y le enfrenta a la mierda de su propia responsabilidad. No va gustar porque repasa todos nuestros pecados con inmisericorde lucidez: violencia, sectarismo, hipocresía, indiferencia, inmovilismo, egoísmo...Y por eso no va a gustar, a pesar de ser certero, inteligente y dotado de una furia jodidamente sutil. El libro de Txema no va a gustar a pesar de ser una obra de gran calidad; no va gustar porque es ecuánime, justo. No va a gustar porque es magnífico.
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