martes, 26 de enero de 2016

EN LA TIERRA DE LARRA



España es un gran país en toda su diversidad, no me cabe duda; pero, dudo mucho que se pueda decir lo mismo de una gran parte de los españoles. Son muchas las razones que podría esgrimir para argumentar esta impresión, no sé yo hasta qué punto todavía no una convicción. No obstante, hoy me basta con la legislación que obliga a elegir a los escritores entre su pensión o los derechos de autor. Ya no es sólo que ante la tesitura de ingreso seguro, la pensión, o el de unos derechos de autor que dependerán de la acogida siempre impredecible del libro, al escritor no le quedará otra que elegir la pensión y dejar de escribir, de no ser, claro está, un pergeñador de best sellers como churros, sino sobre todo el hecho más que contrastado de que muchos autores escriben sus mejores obras pasada la edad de la jubilación. Pero lo peor no es la ley en sí, que también, sino la reacción mezquina y resentida de tanta y tanta gente que considera que el escritor, el artista, debe estar sometido al mismo régimen que el trabajador del común. Huelga explicar lo injusto de esta equiparación porque el que lo hace se califica a sí mismo y sobre todo da muestra de su falta absoluta de sensibilidad, cuando no un indisimulado desprecio o complejo hacia todo lo que tenga que ver con la cultura y de ahí ese empeño en hacerla de menos, capaz de equiparar la obra artística con el trabajo de un fontanero, un camarero, un taxista o por el estilo y quedarse tan ancho. Pero bueno, nada nuevo bajo el sol de este país de cabreros que ha hecho del igualitarismo a la baja uno de sus estandartes como sociedad. El caso es que, a falta de esa mínima sensibilidad cultural para entender por qué el trabajo de un artista debe ser y es considerado un bien común del conjunto de la sociedad, te guste o no, también hay un hecho jurídico incontestable que es el siguiente: "LAS OBRAS LITERARIAS PASAN, AL CABO DE UN TIEMPO tras la muerte del autor, A SER DE DOMINIO PÚBLICO, ES DECIR, PATRIMONIO DE TODA LA SOCIEDAD, LO QUE NO OCURRE CON LOS BIENES GENERADOS POR LAS PROFESIONES NO CREATIVAS, y ni siquiera los herederos pueden cobrar los derechos,cosa que no ocurre con el resto de los bienes (desde un piso hasta una tierra cultivable, un mueble o un paquete de acciones). Es decir, les prohibimos que compatibilicen la creación con una pensión ganada a lo largo del os años (muchas veces, inferior al SMI) y el producto de su creación será para la sociedad y no para sus herederos."

Pero no hay cuidado, el español ágrafo y envidioso del que hablaba Machado, el que desprecia cuanto ignora, seguirá despotricando contra el artista como un privilegiado, al fin y al cabo lo único que son capaces de apreciar es el trabajo de "pico y pala".

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