jueves, 9 de marzo de 2017

HUELGA



Tengo a los bichos de huelga por la cosa de la LOMCE. La primera del pequeño, puede que hasta del mayor. De cualquier modo, el pequeño a sus siete años ayer alucinaba: "¡Fiesta! Mañana no hay cole, hay huelga, viva la huelga, me gusta la huelga, ¿qué es la huelga?" Momento en el que todo padre que se precie cae en la tentación de tirar de su experiencia vital para darle una respuesta a su retoño, por lo que ayer estuve en un tris de contestar a mi canijo que huelga es cuando la vanguardia revolucionaria de tu colegio o instituto, de la que tú más o menos formas parte por lo de darle un sentido a tu parva existencia, lo que te hace formar parte del sindicato estudiantil, por supuesto que único o unificado a base de amedrentar a todo aquel que se atreva a formar otro alternativo, cuyo fin último no es tanto la mejora o no de las condiciones del colectivo estudiantil, jua, jua, jua, como servir de punta de lanza en los colegios de un movimiento cuyo principal, si no único, objetivo es la liberación de tu país, que luego ya después de está como de vuelta a Edén o por el estilo. Sindicato en el que tienes bregar entre tu sordera poco más que de pega, romántica y tal, cosa de tus mayores de todo tipo, y la radicalidad extrema de la mayoría convencida de su misión en la vida, vamos, de su apoyo a las tesis de la izquierda más pura y vasca que se pueda concebir, vamos, la que nunca duda de nada y todavía menos aún de la legitimidad o no de los crímenes de la organización a cuya estrategia armada supeditan todo. Por lo que una huelga, amado hijo, consiste en cerrar un colegio o instituto a toda costa, convencer a los alumnos para que ese día abandonen las aulas a cuenta de vete a saber qué relato, que casi siempre era el mismo, advertir de las funestas consecuencias que pueden acaecer a los que se resistan a ello, vamos, amenazar con soltarle un par de hostias al pegas de turno, tomar nota de los nombres de los que aún y todo se niegan a secundar la convocatoria, seguro que algún hijo de guardia o así, que se decía, animar a los más afines para que acudan a la preceptiva manifestación en el centro de la ciudad donde la jarana siempre estaba asegurada, y, en el caso de encontrar resistencia por parte del profesorado, otro tanto en cuanto a lo de andarse con cuidado porque luego no te extrañes si tu nombre aparece en una diana o te encuentras el coche con las ruedas pinchadas, o... Una huelga es siempre, amado hijo, un acto de solidaridad, de amor, en realidad un pequeño granito de arena que aportas, "zure harri koxkorra", en el largo y tortuoso proceso de liberación de tu patria vasca y otras tremendidades por el estilo. De ese modo, una huelga será un acto de compromiso a la semana con la Causa durante años, siquiera una simple coartada para acortar la semanas lectiva, por lo que procura convocarlas un viernes como mucho un lunes, y tranquilo porque motivos para sacar a los alumnos a la calle los habrá a porrillo dada la "agitada" cotidianidad en la que vives; detenciones, torturas, asesinatos... siempre, siempre en manos de los cuerpos represivos del Estado y en ese plan. Otra cosa será ya como te dé por tirar de coherencia, sordo de mierda, y pretendas sacar a la peña también en protesta por los despropósitos, meros crímenes, de los otros, entonces ya la cosa se empezará a torcer y no poco, casi que de "txota" para arriba, si bien también habrá motivos de peso, Hipercores y por el estilo, como para que no se puedan negar, al menos no tanto, los alegres y combativos camaradas. Una huelga... Ni qué decir tiene que no le dije ni una palabra de esto. Qué mierda de padre sería yo si me dejara llevar por el recuerdo y vertiera sobre mi enano de siete tiernos años toda la bilis acumulada durante aquellos años de plomo, que dicen, de corazones de plomo quizás mejor.

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