-Y cuando lleguemos a la academia vas y le pides perdón a la profe de piano por cómo la trataste la semana pasada cuando te preguntó por qué estabas enfadado y tú le pusiste morros y le dijiste que te dejara en paz, que no querías seguir yendo a clase porque te quitaba tiempo para jugar.
-Pero es que me quita...
-¿No te gusta tocar el piano, no dices que tu profesora es súper simpática y se preocupa por ti cuando te ve mal?
-Sí, mucho; pero...
-Pues pídele perdón y calla, que seguro que le hace ilusión con el cariño que te tiene.
Y en eso que llegamos a la academia y vemos que ella nos recibe en la salita de espera como todos los lunes.
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