De vuelta del ambulatorio en Abendaño ya no me acuerdo si el médico le ha recetado a mi madre un antibiótico o que rezara varios padrenuestros. Un tipo muy majo, sí, pero de unos modos tan curiles que me han recordado ipso facto a más de un servidor de Dios que andaban por ahí merodeando durante mi juventud. Y no, no eran del Opus, no jodamos.
Antes, en la sala de espera, oigo que llaman a consulta a un fantasma del pasado, del insti y tal: "¡Alvaro López de Sabando!"
-Hostia Alvaro, ya pensaba que te habías muerto.
-En eso andamos, en eso.
-Tú siempre tan meticuloso.
--Venga, que me llaman...
No hay comentarios:
Publicar un comentario