Cada vez estoy más convencido de que el supuesto fenómeno editorial de la novela negra es un bluff de ordago, una burbuja especulativa, muy modesta, eso sí, mucho, pero como cualquier otra. Y sobre todo un engañabobos. Porque la novela negra era otra cosa distinta de la exclusivamente policial, era aquello que dejaba en un segundo plano la trama exclusivamente policial para, aprovechándose de ésta, hacer un retrato de personajes y ambientes en el que la crítica, siquiera en mi opinión, resulta imprescindible. En realidad, la novela negra, para serlo de verdad, debería ser incómoda por principio. Eso no es así en la inmensa mayoría de las novelas que se ponen hoy en día a la venta con la etiqueta de negra. En realidad están dando gato por liebre, novela negra por lo que sólo es única y exclusivamente policial. Tal es así que hasta parece haber desaparecido el genero policial como tal. No vende porque se asocia a serie B, novela de consumo fácil y rápido, juvenil incluso. De modo que mejor hacer pasar toda novela policial por negra, que viste más, sí, está de moda, como que no hay ciudad, pueblón o valle que que se precie que no tenga su premio o semana negra con sus ágapes, espichas o catas de lo que sea siempre a punto. Déjate de literaturapolleces que eso no vende nada, no atrae a nadie, porque ya nadie lee libros "serios", más bien ahuyenta al personal. La novela negra es otra cosa, ni tan de segunda fila como la policial, ni tan tostón como la literatura tal como nos la impartían en la escuela; está de moda, coño.
Y por eso te pueden hacer pasar por negra la novela poco más que policíaca de un cocinero profesional que se limita a ambientar la investigación de un crimen entre fogones y figurones de la cosa. No para hacer crítica alguna de esa otra burbuja de la alta cocina, de toda la farfolla que rodea al gremio, para señalar al rey desnudo, no, sino más bien para todo lo contrario, una bonita apología de su oficio. Y el resto tan trillado como solo puede serlo un género como el policíaco cuyo único interés reside en averiguar quién es el asesino y poco más. Y en eso consiste hoy en día el vampirizado género negro, en ofrecer lo mismo que ha hecho siempre el policial bajo un formato como más "prestosu" que dicen en Asturias, más fino, elegante, que dé el pego. Ya se sabe: "que parezca otra cosa..." Pero bueno, también es el signo de los tiempos, hacer pasar lo que en principio debería ser un género crítico, molesto, inconformista, por todo lo contrario, por algo incluso decidamente convencional, a veces hasta reaccionario; si lo han conseguido con los periódicos, cómo no iban a hacerlo con las novelas. Dicho lo cual, tampoco quita que siga habiendo ejemplos muy dignos de novelas negras que dignifican y justifican el género, muchos. No generalicemos; yo sí, los demás no tenéis por qué hacerlo.
Ah, y conste que las dos novelicas que yo pergeñé en su momentó y me editaron más mal que bien, para variar, siempre creyendo que así venderia algo, reconozco que eran una puta mierda. Para qué andarnos con remilgos si total nos quedan dos telediarios.
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