Hoy es Martes de Campo en Oviedo, más conocido popularmente como "El Día del Bollu", nada que ver con la poesía de Safo ni por el estilo. En esencia una fiesta de "prau", vamos, como una romería donde la peña se esparce por todos los parques o espacios verdes de la ciudad a comer un "bollu preñau", un bollo con chorizo -en los últimos años también está pegando el de panceta, bien- y lo demás al uso en pic-nics y por estilo, ensaladas, tortillicas de patata, cachopos y demás, todo ello, faltaría, debidamente regado con bien de sidra.
Pues bien, como servidor no es muy de darse codazos con la peña para encontrar su sitio, valga esto también en lo figurado, y tampoco muy de empapuzarse con la miga y la grasa del bollo en cuestión, hemos decidido celebrar tan vernáculo acontecimiento en la terraza de casa, bajo el toldo que nos proteja del solazo que luce hoy con complejo de caldero, con una ensalidica, un pollo al ajillo, plato muy asturiano y que nada tiene que ver con otros del mismo nombre de otras, y un quesín de la tierra, que el nenu, servidor, ye muy queserú, a ver cuál me trae la mía mocina, ho!
Y en eso que ayer subía la cuesta que va hasta nuestro portal en compañía del pequeño y una caja de botellas de sidra recién adquirida. Pues oye, qué caretos los de las señoras y muy señoras que me salían al paso, en plan, si es que no lo podían evitar, pobrinas, décadas de puritanismo católico es lo que tiene, mirando de arriba abajo a un servidor con el ceño fruncido y una mueca de asco infinito: "¡Mira el borracho del padre aleccionando al pequeño, que no le basta con la sidra que le sirven en el chigre que también se la lleva a casa por cajas..."
Y el caso es que una de ellas parecía sentir tanta repulsión como atracción por el pecado, pues siendo bien ancha la calle por la que subíamos, esto es, con espacio suficiente y además despejado para no tener que rozarse siquiera con este pecador viniendo de frente, pues no va la gallina clueca y casi se me echa encima, de hecho casi me tira la caja. Así que no se me ocurre otra que soltarle, con ese acentico tan seco, áspero, brusco, agudo, de mi tierra y sobre todo en contraste con ese otro dulce y cantarín de los astures, por no hablar ese tuteo por lo general tan agresivo, y parece ser que también irrespetuoso, para la gente de por aquí: "Disculpa, maja, si no puedes resistirte está a 1.80€ la botella en el Alimerka; pero esta ni tocarla, que con seis botellas para dos adultos me temo que vamos a andar más que justos."
No te quiero decir cómo se me arrugó, todavía más, la "güelina", como si de verdad hubiera ido a dar con el verdadero demonio ese con el que le debieron amenizar la infancia y juventud. Qué se le va a hacer. El caso es que tenemos día de holganza y desde mi rincón bajo el velux abierto de par en par se filtran los rayos de un sol dionisíaco y los acordes de Bill Evans & Lee Konitz pugnan por evitar que se cuelen en casa los ecos de la tonada asturiana que sonaban ahí fuera desde anoche, algo así como bersolaris en bable, lo que ya sé que queda de un esnob que jode. Pero, qué quieres, por un día, otro, y mientras dure el día, ya habrá tiempo mañana para las brumas al uso que envuelven mi aletargada existencia.
*`La entrada la ilustro con la foto de una de las amenazas más letales que ha conocido la humanidad a lo largo de toda su existencia...
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