martes, 8 de septiembre de 2020

LO DE ESTOS DÍAS...


H
oy es "luniernes" en Oviedo. Sí, mañana es el Día de Asturias y, después de un fin de semana confinados por el mar tiempo, hoy que vuelve a hacer bueno parecería que simplemente se ha retrasado unos días el fin de semana.

En cualquier caso, una ocasión como cualquier otra para disfrutar de una buena jamada en la terraza de casa, que cada vez quedan menos días para disfrutar de días de sol antes de que las nubes con su lluvia cubran ya definitivamente los cielos asturianos hasta el año que viene (es lo que tiene el paraíso verde, que necesita mucha agua). De ese modo, hoy he decido preparar una menestra en condiciones, esto es, con verduras frescas y siguiendo las instrucciones que daba Joseba Argiñano en uno de sus vídeos del programa Sukalderrian (el único de cocina que pienso ver en adelante) en compañía de un señor muy majo de Antzin, allí por tierra Estella, que le había llevado la verdura. La mía, como de costumbre, podrá ser una reinterpretación de la del vídeo; pero, su tiempo me ha costado -lo que en cocina se llama técnicamente: un palizón de cojones- y buena pinta que tiene. Luego ya al tajo la acompañaremos de un Luis Alegre de Laguardia, así me quito ese cargo de conciencia por haberme trincado el pasado viernes un crianza de Protos en casa, como que hasta he soñado que se me aparecía mi abuelo de Labastida amenazándome con meterme un corquete por el culo por traidor y así.

En fin, lo importante es celebrar lo que nos queda de verano. Ahora bien, así como me encanta el verano en mi tierra, sobre todo en la casa de mi señora madre al lado de Vitoria, bajo la sombra del pino de casa a la vuelta de la caminata por el bosque de Armentia o bajando de Eskibel o el Zaldiaran, entre visita aquí y allí y las comilonas con los colegas donde y como se pueda. También confieso que yo en Asturias soy esencialmente otoñal, que me encanta patear esta región cuando ya no hay gente en bermudas y chanclas por las playas o en las calles, que me emociona asomarme al mar en otoño y redescubrirlo en primavera. No me gustan los agostos asturianos a rebosar de peña por todas partes. Y eso en años anteriores, porque este año, con la cosa de que el Principado estaba prácticamente libre de Covid19, ha sido ya la hecatombe. De hecho, apenas nos hemos acercado a la costa si no era para visitar a mi cuñado en su casa allá en el occidente asturiano. Como que esa también ha sido la coletilla de toda la prensa asturiana durante todo el mes de agosto: que había demasiados madrileños. A decir verdad, también se han dado algunos episodios dignos de ir a parar directamente a una nueva entrega de la Escopeta Nacional. Me refiero en concreto al de la barricada con troncos de árboles que hicieron unos paisanos al lado de la llamada Ruta del Alba para que no fueran más turistas y pintadas, allí o no me acuerdo dónde, recordando al forastero que hospitalidad la justa. A eso le ha llamado la prensa asturiana "madrileñofobia", lo cual viene a ser la enésima manifestación de un "contigo pero sin ti". No por nada una gran parte de la economía de la región ha sido derivada al sector servicios para abastecer al turismo y ahora no te puedes quejar si resulta que hay atascos hasta para ir a echar una meada junto a un acantilado de la costa.

Luego también ha habido algo de un oso que ha andado por ahí a lo loco todo el verano y que no sé si lo han relacionado también con el hartazgo de tanto turista; pero, bueno, ya lo dejo, porque hasta yo empiezo a darme cuenta de que la mayor parte de la botella de Luis Alegre me la he pimplado yo solito, as usual, y no vaya a ser que, como suele ser habitual en este bocachanclas que aquí les escribe, entre una cosa y otra, patatín y patatán, me marque una entrada de trescientas páginas, o pajas, no sé, tampoco sería la primera vez.


Hace ya semanas que tengo un sueño recurrente que se me manifiesta de diversas formas; pero, que en esencia viene a ser el mismo aunque cambien el escenario o los protagonistas. Lo tengo desde que mi señora y un servidor nos tuvimos que hacer las PCR (adelanto que con resultado negativo, otra vez será...) este pasado agosto por haber acudido a tomar a unas rabas en un conocido bar del centro de Gasteiz donde se dieron varios positivos y las autoridades sanitarias nos conminaron mediante circular a poner nuestras narices a su disposición, cosa que hicimos, por supuesto, sin rechistar.

El caso es que me veo siempre entrando a una taberna donde tengo que hacer improbos esfuerzos para encontrar un rincón donde pedir mi consumición y poder dar buena cuenta de ella sin ser molestado. Eso y que en cada sueño estoy en un lugar diferente, ya sea una taberna de la antigua roma bebiendo vino directamente de una tinaja en compañía de legionarios borrachos, en una posada castellana rodeada de buscavidas deseosos de tomar un barco en Sevilla para hacer las Américas, en una cantina del viejo oeste con lo que eso conlleva, en un pub dublinés la víspera del Alzamiento de Pascua poniéndome a tono con mis camaradas fennianos, en la Bodeguita del Medio de La Habana varias veces, creo que incluso en una cervecería de Munich el mismo día que un Hitler con cara de Abascal y sus comilitones preparaban el "Punch" del día siguiente mientras yo me cagaba en todos sus muertos entre trago y trago de cerveza de trigo.

Pues bien, la cosa es que en todos y cada uno de los sueños acabo a hostias con alguien de la parroquia, por no decir que con todos. Sea porque alguien se me acerca y derrama su bebida sobre mí, porque algún hijo de puta me pone la zancadilla de camino al servicio para descargar, o porque no consigo quitarme de encima las fulanas que se me echan encima y que, al saberse rechazadas, se vengan gritando que les he puesto las manos encima a cambio de nada, lo cual, como es lógico, provoca la indignación de sus habituales, pues no cuesta poco ni nada sacarse un jornal, ya sea en la Roma Imperial o para ir de jineteras a la Cuba revolucionaria, hasta la victoria siempre. Una situación muy desagradable que me provoca una angustia tremenda, porque hay momentos en el sueño que tengo a media docena de borrachos encima y creo que me van asfixiar. Suerte que, como es habitual en estos sueños, consigo despertar a tiempo y ya el único peligro al que me tengo que enfrentar es al que representa mi mujer cuando la despierto, mira el despertador y ve, una vez más, que faltan tres o cuatro horas para levantarse.


Parece ser que el cartel anunciador de la serie Patria inspirada en la novela homónima de Fernando Aramburu ha suscitado la previsible polémica por el hecho de presentar en un mismo espacio la imagen del cadáver de un asesinado por ETA y la de un cuerpo desnudo en una dependencia policial, el cual se supone haber sido sometido a tortura. Acusan al cartel de equidistante, gente como los tan inefables como infames peperos Beltran y Oyarzabal denuncian que equipara a víctimas con verdugos.

Yo no tengo la menor duda de que la ETA que continuó con la lucha armada tras la Amnistía de 1977 y se negó a aceptar el juego democrático es la principal culpable de un proyecto totalitario consistente en pretender imponer sus principios ideológicos al conjunto de las sociedades vasca y española mediante la violencia, una organización criminal responsable de más de ochocientos asesinatos, muchos más heridos, exiliados y, ya en especial, un estado de terror consistente en el acoso y derribo de todo aquel que no pensara como ellos. He vivido aquellos años y, como la inmensa mayoría de los vasconavarros, tengo mis vivencias y mis certezas.

Entre ellas la de que el relato que se quiere imponer desde la instituciones del Estado Español es una componenda propagandística para mayor gloria de sí mismo en la que se obvia a conciencia que hay otro lado de la moneda, el cual no diré que sea de la misma categoría que la de la organización terrorista en cuanto a cantidad y daños, claro que no; pero, ese otro lado no es ni mucho menos tan inmaculado como se nos quiere vender, como se ha vendido al gran público, en especial del Ebro "p'abajo", que se dice, dando a entender que la lucha contra ETA fue una suma de heroicidad y entrega desde el más escrupuloso respeto a la legalidad constitucional y los valores democráticos por parte de las fuerzas policiales del Estado. Eso es propaganda, ni más ni menos. La realidad fue muy otra y tampoco tiene nada que ver con lo que dice el autor de Patria: "un episodio de malos tratos en comisaría, cosa que solía ocurrir, si bien a espaldas de la ley; ley, que como se sabe, fue aplicada en ocasiones con resultados condenatorios", en su afán por quitar hierro al tema en su convicción de que al hacerlo honra así la memoria a las víctimas de ETA, su único propósito dice él. La realidad es que los malos tratos y la tortura por parte de los cuerpos policiales del Estado fue sistemática como bien ha demostrado el informe encargado por el Gobierno Vasco a expertos como el reputado forense Francisco Echeberria y otros internacionales, informe que adjunto aquí con sus 400 páginas por si alguno tiene alguna duda de lo que hablo: https://www.irekia.euskadi.eus/uploads/attachments/10779/INFORME_FINAL_-_investigacion_tortura_y_malos_tratos_18-12-2017.pdf

A esta sistematización de los malos tratos y la tortura por parte de las cuerpos policiales destinados en el País Vasco-Navarro hay que sumar los más de 200 asesinatos cometidos por dichos cuerpos en acciones armadas más que sospechosas o discutibles, el GAL, el Batallón Vasco Español y otros grupos parapoliciales, como bien quedó demostrado en su momento.

En cualquier caso, demasiadas evidencias, y la mayoría de ellas perfectamente documentadas, si bien que con la excepción de todos aquellos crímenes que quedan por resolver tanto de ETA como de los grupos de la Guerra Sucia que nos ocupan. Demasiados como para poder seguir sosteniendo el mantra de que la lucha contra ETA fue ejemplar, sobre todo desde un punto de vista democrático o ya solo de respeto a los derechos humanos (aquí, por supuesto, no se me escapa que la mayoría de los españoles, los cuales además se dicen de bien, justifican tanto las torturas como la guerra sucia en la convicción de que sus víctimas se lo merecían por ser de ETA o simpatizantes, lo cual, por un lado no es del todo cierto porque entre ellas había gente que nada tenía que ver con ellos, y por el otro es el enésimo ejemplo de la escasa o nula cultura democrática que caracteriza a buena parte de la sociedad española. Y eso por no hablar de lo estúpido de una guerra sucia que solo sirvió para retroalimentar la estrategia etarra, asegurarles más apoyo del que hubieran tenido en su momento de no mediar esa respuesta criminal por parte del Estado Español y, sobre todo, para retrasar su final).

Esta es la realidad de nuestros malditos años mozos, de lo que vimos y vivimos, cada cual desde su trinchera ideológica o su postura ética. Lo otro, insisto una y mil veces, es propaganda para alimentar un relato que acierta cuando señala a ETA como el principal o único culpable de décadas de terror; pero, que cojea, y sobre todo falsea la Historia, cuando omite esa otra parte tan ominosa como la primera, da igual si ETA mató más o peor. No es una cuestión de cantidades, tampoco de calidades, sino de honestidad intelectual y en especial histórica.

Pero claro, tampoco me engaño, de hecho estoy convencido de que estas mismas letras que acabo de escribir me harán pasar a los ojos de muchos de aquellos que solo aceptan el relato que quieren leer u oír como un cómplice de ETA y su entorno, uno más empeñado en blanquear su culpa y echar mierda sobre los que los combatieron y en especial sobre la memoria de las víctimas. Seguro que gente como el forense Francisco Echeberria, director del informe sobre la tortura, también pasa por un filoetarra de mierda a pesar de que su trayectoria atestigua todo lo contrario. Es lo que hay cuando vives en una sociedad de trincheras incapaz de levantar la cabeza para mirar más allá de sus propias convicciones de piedra, incapaz de aceptar realidad alguna que no sea la que sirva para alimentar sus propios prejuicios, cuando no sus estrategias políticas y para de contar. Una sociedad que no busca la veracidad histórica sino la propaganda y demoniza el debate porque cuestiona el discurso oficial e indiscutible .


-Guapa es decir poco, unas....

-...

-Y va ella y me pregunta: "¿Pero esto es real?

-...

-¡Real y majestático!

-...

-Tú no pares, no pares.... que soy inmune.

-....

-El mejor en mucho tiempo.

-...

-Y todo esto, por supuesto, gratis; pagaba el moro...

-¡Diga que sí, majestad! ¡Viva la Constitución! 


¿DÓNDE ESTABAN?

¿Dónde estaban antes todos esos que ahora odian tanto?

¿Dónde estaban todos esos que no toleran a los que no piensan como ellos, a los que no sienten como ellos, a los que no hablan como ellos, a los que no aman como ellos?

¿Dónde estaban todos esos que desprecian por norma al débil y rinden ¿DÓNDE ESTABAN?

¿Dónde estaban antes todos esos que ahora odian tanto?

¿Dónde estaban todos esos que no toleran a los que no piensan como ellos, a los que no sienten como ellos, a los que no hablan como ellos, a los que no aman como ellos?

¿Dónde estaban todos esos que desprecian por norma al débil y rinden pleitesía, por lo mismo, a los poderosos?

¿Dónde estaban todos esos que hablan a todas horas de patrias indisolubles, valores eternos, ley, orden y tradición sobre todas las cosas?

¿Dónde estaban todos esos que solucionarían todo a las bravas, que si pudieran te eliminarían de la faz de la tierra a ti el primero?

¿Dónde estaban todos esos que insultan la inteligencia cada vez que abren la boca?

Estaban callados. Por eso nunca te fíes de la gente que calla, que otorga, que no sabes lo que piensa porque siempre está al acecho., por lo mismo, a los poderosos?

¿Dónde estaban todos esos que hablan a todas horas de patrias indisolubles, valores eternos, ley, orden y tradición sobre todas las cosas?

¿Dónde estaban todos esos que solucionarían todo a las bravas, que si pudieran te eliminarían de la faz de la tierra a ti el primero?

¿Dónde estaban todos esos que insultan la inteligencia cada vez que abren la boca?

Estaban callados. Por eso nunca te fíes de la gente que calla, que otorga, que no sabes lo que piensa porque siempre está al acecho.



A
falta del poteo de los sábados a la mañana por lo viejo de Gasteiz a causa del coronavirus, que parece que aquí hay para exportar, echamos la mañana de paseo por los alrededores de Izki y la parte alavesa del valle del Ega. Huímos del asfalto hacia la Montaña Alavesa, la comarca menos poblada, conocida y sin embargo más grande de la provincia (no vengáis, idos a Navarra que está al lado...), que esta la cosa como para ir a echar unos vinos a Laguardia o a Labastida...; recordad, el miedo es libre.. Visita a la ermita de Okon en Bernedo para lo de la vista panorámica y hamabietako al aire libre en el prado del Garimotxea en Urturi, el cual, entre ventresca, rabas y morcilla de la zona con sus correpondientes botellicas de sagardo, ha servido de comida ligera hasta la cena de la noche con los colegas a ver si nos infectamos todos de una puta vez. Colegas del círculo muy íntimo que son los únicos con los que nos hemos relacionado este verano (uno viene a ver a su madre anciana, claro, pero también a los de toda la vida). De ese modo, sé y hasta confieso que este año he evitado quedar con muchos otros amigos y parientes con los que suelo quedar otros años, o ya lo había apalabrado antes del inicio del fin del mundo en el que estamos. Lo siento y me apena de veras; pero... se entiende, ¿no? Espero.


Creo que no hace falta a citar a Machado o aquello de "país de cabreros" para establecer que el español es en su gran mayoría un pueblo ágrafo e ignorante que desprecia la educación y la cultura, incluso que se enfrenta a las de los demás como una afrenta personal en la convicción de que les hace de menos. De hecho, no hay mayor manifestación de ese odio atávico que la tan arraigada expresión popular de " a ese le ponía a trabajar con pico y una pala" para referirse a todo aquel que realiza actividades relacionadas con el intelecto y que el españolito de a pie no entiende en la convicción de que todo lo que sea una actividad física que haga sudar no merece la pena ser tenida en cuenta como un verdadero trabajo.
Solo así se entiende la inquina que está percibiendo uno contra los profesores durante estos días a cuenta de la polémica de la vuelta al cole en plena segunda oleada del Covid19. A decir verdad, no deja de ser el enésimo ejemplo del desprecio de esa masa ágrafa e ignorante hacia un colectivo mal pagado y peor considerado al que además se le reprocha que tiene muchas vacaciones, o que durante el confinamiento se ha quedado en casa tocándose las narices. Calumnias de una población que concibe la escuela como un mero aparcamiento de sus retoños y donde esperan que les proporcionen a estos los conocimientos básicos, a veces solo el expediente, para encontrar trabajo y poco más. La verdadera educación, porque si hablas de cultura emulan instintiva y metafóricamente a Millán Astray, se la trae al pairo, eso es cosa de listillos que quieren dárselas de ser más y mejores y que, además, suelen devenir en progres cantamañas, buenistas hiperconcienciados, predicadores laicos y por el estilo
Y sí, esta es una opinión para no hacer amigos, también lo es de alguien que dio clases de secundaria y otras, alguien cuya familia ha estado vinculada siempre a la enseñanza, ya sea por el negocio de mis padres o el oficio de tíos y primos, alguien que cada vez que oye criticar a los profesores en su conjunto, porque en todos los gremios hay ovejas negras, ya sabe de inmediato que el que tiene delante es un imbécil integral cuyos hijos corren el peligro de sucederlo en eso de hacer de España un erial de la inteligencia como viene siendo la norma desde hace ya siglos.


Escucho a la camarera de un area de servicio de Cantabria decirle a un cliente que esto del coronavirus es una mierda porque ya ni siquiera puedes darle dos besos a la gente para saludarla. Me entran ganas de dejar el bitter sobre la barra para proferir a grito pelado: "No, bonita, no, ni mucho menos! Eso es lo ÚNICO bueno del coronavirus, no tener que besuquear a desconocidos o a los que no lo son tanto pero te caen como el culo y maldita la gracia que te hace rozar con tus labios su asquerosa jeta." Todo esto sin que ahora te tengan que tildar de borde, maleducado y toda la martingala al uso contra aquellos que preferimos racionar nuestros afectos de acuerdo con nuestros propios criterios. De hecho, yo en realidad me dejé barba para desanimar a la peña a darme besos o a pedírmelos. Pero me reprimo, entiendo que cada cual es cada cual, y ella no tiene porqué compartir mi manera de estar en el mundo.

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