Respecto a las elecciones de Castilla y León -de qué otra cosa voy a hablar cuando me preguntan sobre lo que me ronda hoy por la cabeza- confieso que no tengo nada inteligente que decir, solo prejuicios, no doy para más.
Veo los resultados y lo primero que me viene a la cabeza es la imagen de Casado berreando en su mitin de cierre de campaña que Castilla es el verdadero origen de España, el germen de todo, el tarro de las esencias patrióticas. Ahí hay que reconocerle que sabía muy bien a quién se dirigía, por qué decía lo que decía y sobre todo a quiénes, y todo ello a pesar de lo extraordinariamente rancio y desquiciado que pudiera parecerle a cualquier persona mínimamente cabal o instruida. Tú vas por Castilla, región a rebosar de Historia y Arte y con una variedad de paisajes, ciudades y villas que sobrecoge, a veces tanto para bien como para mal, una región en la que siempre se consigue acceder al séptimo cielo comiendo y bebiendo, y, a poco que te fijes en el callejero de muchas villas, te encuentras calles, plazas y monolitos dedicados todavía hoy en día al santoral falangista en pleno, carniceros con galones militares de cuando la Guerra y prebostes franquistas de todo tipo a lo largo de la famosa Longa noite de pedra que dijo en versos Celso Emilio Ferreiro. Y claro, más de cuarenta años después de la muerte de ese otro gallego mil veces menos ilustre y probablemente el más infame habido y por haber en toda la Historia de España, llama poderosamente la atención cómo generaciones que no conocieron el franquismo, que puede que ni siquiera sepan a quiénes o qué homenajea su callejero, convivan en perfecta armonía con esa exaltación del fascismo e incluso que lo consideren una parte de su patrimonio, el realidad parte indisoluble de su paisaje sentimental, del alma incluso, por el que están dispuestos a pelear en el caso de que a alguien, algún insensato en todo caso, se le ocurriera exigir la aplicación de la Ley de Memoria Histórica en sus municipios.
Pues poco más hay que añadir para entender los prejuicios que un simplón como un servidor puede tener hacia la "Castilla miserable, ayer dominadora, / envuelta en sus harapos desprecia cuanto ignora" que decía Machado en sus "Campos de Castilla". Como mucho enlazar un prejuicio con otro, casi que desde la Revuelta de los Comuneros en el XVI -revuelta que, por cierto, muchos historiadores consideran que ha sido interpretada tan errónea como interesadamente por algunos con el fin de crear un mito romántico dado que, donde muchos quieren ver una lucha por las libertades del pueblo castellano frente al absolutismo real, algunos eruditos tocacojones ven lo que probablemente debió ser, una revuelta en defensa del viejo orden medieval contra el nuevo representado por el monarca recién llegado de Flandes- hasta la asonada del barrio de Gamonal en Burgos. Me refiero a cuando los vecinos de dicho barrio salieron a las calles para frenar la última cacicada de su alcalde en conveniencia con el empresario que realmente decidía, o decide, el presente y futuro de toda la provincia, y que tuvo su corolario en las siguientes elecciones municipales con la victoria del Partido Popular en el barrio.
Pues eso, prejuicios a cascoporro porque, para qué negarlo, cuando ves que un pueblo se lanza en brazos de una derecha rancia, patriotera, meapilas, corrupta y esencialmente antimoderna como la del PP y Vox, tanto monta, monta tanto, qué otra cosa puedes pensar si no que cada uno tiene lo que se merece, en el caso que nos ocupa otros cuarenta años cara al sol como poco.
*Ah, y León, por supuesto, comunidad independiente de una vez por todas, como independiente fue siempre de Castilla por Historia, cultura, sociedad y por todo hasta que los castellanos la convirtieron en su última colonia.
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