martes, 15 de febrero de 2022

LA PESADILLA DE LA SEMANA


Como de costumbre soy un capitán Haddock a la deriva, vagando por las calles de una ciudad que me es familiar en compañía de mi contramaestre en pantalones bombachos y tupé. Entonces, tras una corta travesía desde las afueras de la ciudad, cruzando plazas y calles peatonales, llegamos al primer puerto, mi rincón preferido: zuritos y pintxo de calabacín relleno. Proseguimos nuestra singladura hasta el puerto de Dazz en el archipiálogo de la Kutxi; más zuritos, un pintxo de ensaladilla de puerro y otro de txangurro en salsa de tomate. A continuación, no mucho más lejos, atracamos en el Uxarte; yo me paso al cosechero Bello Berganzo y toca una ración de rabas de chipirón. Después, tras intentarlo en varios puertos como el Idoia, Iruña, Toloño, Siete, Segundo, Basque y otros, todos petados, decidimos navegar mar adentro para cruzar el océano desde lo Viejo hasta el Ensanche. Discuto con la tripulación acerca de si repostar en el Perretxi(c)o, Saburdi, Dolar, Xixilu, Tximiso o cualquier otro puerto por el estilo. Al final impongo mi autoridad como capitán y pongo rumbo hacia un puerto en San Antonio cuyo nombre desconozco, pero en el que recuerdo que, cuando era un conocido pub, en mis tiempos mozos solía acabar bailando encima de las mesas a altas horas de la madrugada; ración de paleta de bellota, otra de oreja a la gallega y un pintxo de oreja rebozada con una alegría riojana de esas que te ponen el escroto de txapela al primer mordisco; ahi ya para empujar caen dos crianzas de Ostatu por barba.
- ¡Cómo te gusta venir a Vitoria para salir de potes por la mañana, eh!
Me reprocha una anciana arrugada y coja que, cuando le grito, "¡Quita de mi vista, fantasma de las Navidades pasadas!", resulta que es mi madre, o al menos eso me asegura Tintín, quiero decir, mi señora esposa. Vaya por Dios, resulta que no era un sueño. Para uno bueno que tengo. Y todavía queda la cena de esta noche con los colegas...

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