- ¡Aita, no aguanto más esto, es un verdadero infierno!
- No será para tanto, lo que pasa es que es la primera vez que estás tanto tiempo fuera de casa.
- ¡No soporto esto, estoy rodeado de gilipollas y tarados, y, además, los que nos cuidan son unos verdaderos sádicos.
-¡Sacadme de aquí o me volveré loco de verdad!
- ¿Te das cuenta de que en este preciso momento nos encontramos a más de quinientos kilómetros de donde estás tú?
- Si no venís vosotros, que venga el yayo desde Asturias.
- Te recuerdo que fuiste tú el que pidió ir este verano de campamento porque te había invitado uno de tu clase.
- ¿Y si te hubiera dicho que me quería tirar por una ventana, también me habrías dejado? ¡Que no nos permiten usar los móviles si no es para llamaros dos veces a la semana!
- Creo que no es lo mismo. Además, mamá y yo estamos convencidos de que esta experiencia te va a venir muy bien para que aprendas a relacionarte con otra gente y no estar tanto tiempo pegado a las maquinitas.
- Pues luego no me vengas con lo del poemita del predicador danés ese, el Niemöller o como se llame; «Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas/guardé silencio/ya que no era comunista/Cuando encarcelaron a los socialdemócratas...
- Creo que estás desbarrando a base de bien.
- ¿Y te extraña con el calor que hace aquí en Zamora? Me ha dicho uno que el año pasado fue la provincia donde más gente murió por golpes de calor...
- Mira, que te den, tú aguanta y calla. Iremos a buscarte cuando toque.
Y en eso que de repente oigo que llaman a la puerta de casa y cuando la abro me encuentro al canijo vestido con una especie de pijama de rayas hecho jirones.
- ¿Pero, qué cojones..., te has escapado del campamento?
- ¿No dices tú que el deber de todo preso es escaparse?
- Putas pesadillas...
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