martes, 21 de junio de 2016

DEL AMOR PURO Y SINCERO




Ella era una joven y bella modelo a punto de entrar en la treintena. Llevaba siete años estudiando magisterio; pero, entre un compromiso laboral y otro apenas había tenido tiempo para acabar la carrera. Se había propuesto acabarla ese mismo año. Asegura que no tenía otro remedio porque odiaba el modelaje y era incapaz de concebir un futuro profesional en un mundo donde reinaba la frivolidad y la falsedad por doquier. Por eso quería sacarse el título de maestra y empezar a dar clases a niños, su verdadera pasión. Y por eso también en cuanto acabara la carrera y encontrara trabajo no tardaría en casarse con su novio de toda la vida, un chicarrón del barrio donde había transcurrido su infancia y primera juventud, el cual compaginaba su curro de repartidor de bebidas con su afición al remo; su trainera había ganado en dos ocasiones la Bandera de la Concha. Ella no sólo no dudaba en declarar su amor incondicional al remero, sino que incluso se enorgullecía de lo duradero de su noviazgo; un amor puro y sincero en toda regla. Un día, durante durante uno de esos eventos sociales en los que los organizadores mezclan a gente destacada de la sociedad local con modelos para darle lustre al acto, la futura maestra fue presentada a un cincuentón medio calvo y entrado en carnes de verdadero chuletón de buey de Ávila, un conocido empresario de la construcción del que decían que se llevaba todo lo que la Diputación sacaba a concurso. Ella afirmó que nunca se había reído tanto con un hombre, o al menos eso creía. Él descubrió aquel día que tenía una vena cómica que hasta entonces le había pasado desapercibida.

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