"Qué asco -, pero qué asco, qué asco indecible, cómo quieren que crea, en qué coño quieren que crea, y eso que creer en algo, en cualquier cosa no es más que una convección. Todo es niebla, menos lo que de verdad importa, una apariencia, una simulación, un juego en el mejor de los casos, en Filipinas cruzan apuestas en los juicios, no hubiese estado tan mal, 20 a colorao, 20 a colorao, Dios, qué Cristo se podría haber organizado, aquel tufa de Vitriolus Corellone, natural de una tierra donde crecen como cardo borriquero los tragapandectas y los fascistas y los profesionales del chuleo de la cosa pública y los melocotones, y es que no es para menos... ¿Cómo quieren que me calle después de tanta mierda como he visto y tragado? Y encima, para mayor sarcasmo nadie pierde la ocasión de decirme, de hacerme ver, de probarme, con testigos, pruebas documentales y periciales, con todo el monario, que soy un privilegiado de la fortuna... ¡Desacato! ¡Desacato! Que desacato ni qué hostias. Una mordaza. Eso es lo que es, una mordaza. La Ley del Silencio. Todo lo que sucede y no puede probarse, pero bueno, es que hay que ser Dios, todo lo que sucede a puerta cerrada, detrás de un muro, en las profundidades de la noche, como el crimen y la tortura, enmascarados los torturadores, los trituradores, los pistoleros, enmascarado el torturado, enmascarado el criminal, todos enmascarados, a oscuras... O es que no se puede decir, hablar de lo que uno ha visto. Va y me dice el Benito: "Que me han torturado", y el juez "¿Ah, sí? Pues le voy a abrir unas diligencias por injurias" "¡Ahí va Dios en qué lío nos hemos metido"..."
LAS PIRAÑAS - Miguel Sánchez-Ostiz
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