La foto pertenece al momento en el que el etarra Iñaki Bilbao amenaza con "pegar siete tiros" y "arrancar la piel a tiras" al presidente del tribunal. ¿Terrible? No, creo que más bien patético. Basta con fijarse en los rostros de los jueces: uno de perplejidad ante la bestia que tiene delante, otro de complacencia porque la actitud de la bestia en cuestión parece confirmar la opinión que le merece el personaje y todo lo que le acompaña, y el tercero (en realidad el fiscal), el que más cerca está de la jaula donde Bilbao lleva a cabo su desquiciada "perfomance", de absoluto hastío o desagrado, pues no otra cosa puede sentir una persona en sus cabales al asistir una vez más a la banalidad del mal en estado puro.
Iñaki Bilbao, el duro entre los duros, el de los cojones más grandes que ninguno, el que siempre sabe lo que hay que hacer porque en realidad no sabe de nada. Iñaki Bilbao, que dice que él no se rinde, que las guerras se ganan a tiros, que los que niegan tan evidencia sólo pueden ser traidores y por lo tanto merecedores de matarile. Tan en su trinchera de odio y ceguera autoinducida que hasta la propia organización terrorista lo ha expulsado de su seno, tan fuera de la realidad que si no fuera por el asco que provoca sus contumacia asesina ya sólo daría pena.
Iñaki Bilbao, tan horrible y a la vez reconocible en tanta gente con la que en algún momento de nuestra vida coincidimos por el simple hecho de haber nacido en el mismo sitio, ir al mismo colegio, frecuentar los mismos ambientes o lo que sea. Siempre hay un Iñaki Bilbao al acecho. Te lo encuentras sin darte cuenta cuando, y por lo que sea, vuelves a determinado sitio donde, vaya por Dios, ahí está él, en su rincón de siempre, físico o metafísico, que no se ha movido y por eso lo primero que hace cuando te ve es echártelo en cara. No lo puedes evitar porque os conocéis demasiado, él hasta presume de conocerte mucho más de lo que tú a él, como es tan listo... Por eso inmediatamente después de los saludos de rigor no duda en lanzarte sus reproches, que si mira el señorito cómo se ha aburguesado, que si qué pintas llevas ahora, que si ya le han dicho esto o lo otro... Reproches que tienen mucho más que ver con la idea que él se había hecho de ti, la cual viene a ser en general la que tiene del mundo, esto es, la convicción de que por el sólo hecho de haber compartido con él cierto espacio vital, siquiera sólo sociológico, ya debes pensar como él, comulgar con su credo cuando nunca lo has hecho, pero qué coño iba a saber él si siempre ha ido con las anteojeras puestas, incapaz de mirar a otro lado que no fuera al frente de sus ideas de piedra, convencido de que todo su entorno compartía, o debía hacerlo, su credo a pie juntillas. Te hace pasar un mal trago porque enseguida percibes la miseria humana que hay detrás de esa pose de perdonavidas en constante conflicto con los que alguna vez formaron parte de su paisaje. "Yo no me he movido de mi rincón, sigo pensando y haciendo las mismas cosas que hace veinte o treinta años, yo soy puro, fiel al mis cuatro ideas de toda la vida, yo moriré siendo un puto asno". Y sí, desagradable porque si no dices nada procurando dejarlo estar, que pase pronto, él creerá que callas porque reconoces que tiene razón, y si le rebates, si entras en su juego, pues más de lo mismo. En el fondo estás deseando perderlo de vista lo antes posible, ya lo hiciste en su momento porque entonces también te resultaba insufrible con su cerrilidad a cuestas y a todas horas, porque estos no descansan nunca, pero nunca; "oh, oh, sí, qué puro, qué consecuente con su fanatismo, qué miedo, uy, uy..." Son gente que sólo aporta rencor y tristeza con su impostura numantina, ya ni siquiera te dan pena, todo lo mas un asco infinito, porque sabes que en ellos no hay nada bueno, que no procuran felicidad alguna a la gente que los rodea, no hacen mejor este mundo sino todo lo contrario, que nadie los echaría de menos si no estuvieran en él, incluso que éste sería mucho mejor si eso fuera así.´
Iñaki Bilbao, convertido en el principal referente de los que reniegan del alto el fuego de ETA, de los duros entre los duros, los que no están a dispuestos a ceder porque a ver qué sentido si no habría tenido su misera existencia hasta ahora. Y el caso es que ni siquiera son conscientes, cómo van a serlo con las susodichas anteojeras, de la patética caricatura que representan de lo que ha sido su mundo durante décadas.
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