No hemos sido jóvenes porque quisimos emular a nuestros mayores.
No hemos disfrutado de nuestros años mozos porque hicimos nuestro su malestar contra el mundo.
No hemos amado como deberíamos haberlo hecho porque ellos tampoco tenían ni puta idea.
No hemos follado todo lo que queríamos porque no teníamos tiempo para hacerlo; siempre había que estar a su altura en mil y una pijadas.
No hemos conocido todo el mundo que estaba a nuestro alcance
porque siempre salíamos de casa con anteojeras.
No hemos sido todo lo felices y descerebrados que fueron otros porque nos hicieron creer que eso era indigno de lo que se esperaba de nosotros.
No hemos tenido ni un solo día en el que alguien no quisiera partirnos la boca o nosotros a alguien.
No hemos sabido hacer otra cosa que machacarnos la cabeza con chorradas y aburrir hasta las piedras.
Pero, eso sí, hemos bebido como cosacos, como si estuviera a punto de declararse una ley seca universal, casi tanto como ellos.
Así estamos, pues, tan viejos como ellos y conservaditos en alcohol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario