"Arrebuscando" entre la baldas de la librería me (re)encuentro con estos libricos que me han acompañado hasta aquí desde que era un mico, pero que muy mico. A decir verdad, son los libros que había en casa de mis padres cuando vivíamos en la Avenida y ésta todavía era del Generalísimo. Estaban en casa pero no pertenecían a mis padres, sino a mis tíos, finales de los sesenta y principios de los setenta, en plan "mejor lo guardáis vosotros por si..." El caso es que estos son los primeros libros para adultos que ojeé de canijo; "así ha salido el niño". Pero no hay cuidado, en seguida llegó también uno de mis tíos con Baroja, Delibes, Sender y así...
Por lo demás, basta echar un vistazo a los títulos de estas cosas que leía por los sesenta la juventud alegre y combativa de entonces, para darse cuenta cuánto hay de verdad en eso de que el tiempo es una apisonadora que... todo, todito, todo.
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