domingo, 11 de agosto de 2024

PESADILLA DE SAN CELEDÓN


 

   Creo que la de anoche ha sido la pesadilla más gorda que he tenido hasta el momento de todas las que llevo este año. Pues resulta que, justo cuando me disponía a tocarme el higo tumbándome en la hamaca de la terraza de casa de mi vieja, aparece un comando suicida de blusas y neskas y me secuestra metiéndome a la fuerza en el remolque donde llevan los barriles de kalimotxo y cerveza.


- ¡Venga, bebe de trago un katxi de kalimotxo, que ya estamos de fiestas!

- ¡Pero si todavía no ha bajado el puto Celedón!

- ¡CELEDÓN HA HECHO UNA CASA NUEVA, CELEDÓN, CON VENTANA Y BALCÓN!

Madre del amor pegajoso y el perpetuo chantaje emocional, menuda monserga me espera, la misma ñoñería populachera de todos los años repetida hasta la saciedad a cuenta del chovinismo municipal de mis paisanos, los mismos cánticos agromonotemáticos de toda la vida, la misma demencia beoda e impune de la peña por lo general sumisa, aburrida y aburridora que espera que lleguen estas fiestas para desfasarse a conciencia una vez al año quitándonos protagonismo a los borrachos profesionales, el mismo viacrucis fiestero entre txistus, gaitas y regguetones o lo que sea la mierda esa de moda de la Potra no sé qué ni me importa, la misma retahíla de lugares comunes de todos los años cada vez que te encuentras con un conocido al que sólo ves una vez al año y siempre por fiestas, la misma... Tengo que zafarme de estos tarados en cuando tenga la más mínima oportunidad.

- ¡Venga, otro katxi de lo que sea!

Total, que me veo arrastrado por todos y cada uno de los baretos de Kutxi y alrededores, entre katxis, saltos, berridos, empujones, pisotazos, e incluso amagos de pelea con miembros de otras cuadrillas de blusas y alguno de fuera sospechoso de ser de Bilbao.

- ¡CELEDÓN HA HECHO UNA CASA NUEVA!

Menos mal que cincuenta bares después con sus correspondientes katxis de kalimotxo, cerveza, pika, gintonic, whisky con cola, no sé qué con vodka y creo que hasta uno de txintximina, por fin consigo despistar a mis secuestradores -en realidad la mayoría de ellos yace ya tirados en las esquinas de los cantones de lo viejo con su correspondiente vomitona al lado-, y puedo huir a casa de una vez por todas. Eso sí, llevo ya tal pedo encima que parece que voy bailando la conga de Jalisco, y lo que es peor, que, como voy haciendo eses de un lado a otro, hay ratos que cuando pasa alguna fémina a mi lado parecería que me quiero lanzar sobre ella en plan depredador sexual y/o votante potencial de Vox, si es que no viene a ser lo mismo. Y no, ya no es sólo que esa no sea mi intención en ningún momento, sino que además ya me dirás tú con tanta priva encima cómo, para qué... Así que en una de esas oigo una voz a mis espaldas que me reprende.

- ¿No te da vergüenza? Estamos trabajando por unas fiesta libres de agresiones sexuales, inclusivas, respetuosas con el medio ambiente, los animales, los celiacos, los admiradores de Enrique Bunbury...

- ¿Cómo, qué? ¿Yo?

- Y luego mira cómo vas. ¿Es necesario beber tanto para pasarlo bien en fiestas? Creo que habría que plantear un debate acerca de unas fiestas más sanas y...

- En eso que me doy media vuelta para ver la jeta de tipo que me está dando la chapa y mira tú qué sorpresa cuando descubro que se trata, nada más y nada menos, que del Celedón que hemos estrenado justo este año, el carapán de Iñaki Kerejazu en plena cruzada por aburrir a los ciudadanos con su empalagoso, qué digo, estomagante paternalismo bienqueda institucional, ese que trata a todos los ciudadanos por igual considerándonos menores de edad y asilvestrados sin excepción. Ni qué decir tiene que este es el peor momento de toda la pesadilla, si es que no es ahora cuando empieza ésta de veras.

Por suerte, una vez más, y justo en el momento en el que me disponía ya a introducirle la txapela por el agujero de culo al superconcienciado y superjatorra Celedón, despierto sobresaltado y con ello también a mi asturiana.

- ¿Otra pesadilla? Pues deberías intentar dormir un poco más para estar fresco esta noche, que te recuerdo que hay cena con los amiguitos y luego no pretenderás que nos vayamos pronto a casa el primer día de fiestas sin echar unos bailes y lo que se tercie.

- Puta pesadilla.

- Pesadilla la mía tener que aguantar a un cincuentón irreverente y tocacojones queriendo dar siempre la nota. 

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