domingo, 20 de junio de 2010

ESPIRITU DIABOLICO


Estaba ayer tomándome el cafecico de la mañana mientras hojeaba el periódico enclaustrado en mi rincón junto a la ventana de la cafetería, cuando de repente, y casi sin que me diera cuenta, irrumpe a mi lado un OVNI. Un objeto volador no indenficado hasta que me di cuenta que se trataba de una paloma negra que se había colado en la cafetería de sopetón. Apenás me inmuté porque no daba crédito a la presencia del bicharraca a mi vera. Sólo al oir los chillidos de la camárera rogándome que no la asustara porque el pajarraco podía romperlo todo con su alocado aleteo me percaté al instante de que no se trataba de uno de esos extraños parroquianos con los que compartó el café de la mañana, sino una intrusa en toda regla al modo de los borrachos o pedigüeños que la jefa de la barra espanta toda la semana cuando se ponen violentos o simplemente molestos. Entonces servidor se levantó, se interpuso entre la paloma y la camarera para impedir una colisión entre ambas, y, pánfilo que es uno, sólo se me ocurrió preguntar: ¿cómo hostias la saco fuera?

Y es que aunque parezca mentira acostumbro a mandar SMS en lugar de atarlos a la patita de las palomas mensajeras, por lo que no soy muy ducho en el manejo de tales bicharracos, lo cual me hacía temer que como le pusiera la mano encima a la muy pájara ésta bien me podía soltar un picotazo de aquí te espero. Y no tanto por el picotazo en sí como porque teniendo en cuenta que las llaman las ratas del aire a saber qué epidemia me podía contagiar la muy puta, que todavía colea lo de la gripe avial y claro, yo por mis seres queridos todo lo que quieras, pero por unos cuantos vasos como que no me arriesgo.

Menos mal que estaba García para solucionarlo, García es un cincuentón gordo y calvo que siempre está al lado de la barra de charleta con la jefa y su parroquia, que no sé yo si estará contratado para animar el cotarro o es que ha trasladado su oficina o lo que sea a la cafetería, el caso es que siempre está ahí para lo que haga falta, por lo que, ni corto ni perezoso, agarró con sus dos manazas al pajarraco y a la puta calle, so guarra.

Punto final de la historia. Ahora bien, este servidor tan dado a fabulaciones, mistificaciones y demás chorradas, empezó a darle vueltas a lo de la repentina irrupción de una paloma negra, qué oscuro significado o presagio podía sacar de ello a sabiendas que ya en la antigüedad los augures romanos se ganaban el sueldo interpretando los gritos y vuelos de aves, analizaban el graznido de cuervos, grajos y lechuzas, y también el vuelo de águilas, buitres, halcones y... palomas. También es sabido que la más conocida de sus interpretaciones hacia alusión a los malos augurios que anunciaban la aparición de bandas de pajaros por la "sinistra", hasta el punto que en Iberia se llegó a considerar tabú referirse a todo lo que estuviera situado en el lado del corazón, de ahí que las tres ramas lingüisticas latinas principales de la península(castellano, catalán-valenciano y gallego-protugués) tomaran del vasco, cuya extensión era entonces el doble de la actual Euskal Herria, la palabra "ezkerra", la cual dio "izquierda" en castellano, "esquerra" en catalán y "esquerda" en gallego y portugués (a la vez la palabra vasca "agur" que se utiliza para saludar en el occidente del país y para despedirse en el oriente, deriva de la latina "augur", esto es, de "augurio", augurium, y ésta a su vez de augur, el sacerdote de la Antigua Roma que practicaba oficialmente la adivinación; filologopolladas que tiene uno...).

En cualquier caso servidor, que me tengo por persona más o menos racional y acaso superficialmente estudiada, dudaba entre entregarme de lleno a la fabulación a cuenta del posible significado, fatídico de necesidad, de la paloma negra de marras que había aparecido de repente a mi izquierda junto a la ventaba, o desechar de lleno cualquier tentación oscurantista dado que en fondo sé que no puedo creer en tamañas tonterías de la misma manera que cuando estaba en mi colegio de curas tampoco podía tragarme aquello de una señora que se había quedado preñada siendo virgen por mediación de una paloma blanca (y aquí me guardo mi opinión acerca del cornudo más tonto de la Historia que encima es tocayo mío...), llámala tambíén Espíritu Santo, y cuyo hijo, esa sí que es buena, luego resultó que era hijo, padre y espíritu santo a la vez, toma ya, como para darle crédito alguno a un puto pájaro.

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