"Not dignified, you say. Well, that is what you risk when you fall in love. You risk losing your dignity"
SUMMERTIME - J.J Coetzee
Relectura de Summertime de J.M. Coetzee, y si escribo estas líneas al hilo de lo que me pregunta FB, que a ver qué narices me ronda por el bolo, sigo yo que por algo será, pues cada vez me da más por hacer mención de lo que releo y no de lo que leo por primera vez.
El caso es que Summertime es un exquisito ejercicio literario de falsa o disimulada autobiografía, acaso un presunto ajuste de cuentas con el pasado, siquiera sólo ya como pretexto para hablar de otras cosas, metaliterarias las más, como la relación del escritor/artista con su entono y las diferentes percepciones sobra la obra de éste de acuerdo con según la mirada de quién o para qué.
El libro da cuenta de las entrevistas que una supuesta biógrafa de Coetzee hace a varias personas que fueron importantes en su vida antes de alcanzar el reconocimiento como escritor, antes del Nobel. De ese modo el autor se somete a un ejercicio de, digamos, autocrítica, casi que autoparodia, a través de la mirada de aquellas personas con las que ya apenas mantiene el contacto, personas de las que supone/especula/fantasea que lo recordaran de tal o cual manera, que en su momento pensaron que era esto o lo otro. Así desfilan antiguas amantes que lo diseccionan más como el cree que lo veían que como realmente debía ser, esto es, personas a las que supone decepcionadas con él y de ahí la saña con la que hablan de sus carencias, torpezas, errores; a destacar el retrato verdaderamente inclemente de la bailarina brasileña que pretendió del modo más tímido, tradicional, que uno puede imaginar, y el rechazo absoluto, frontal, cruel incluso, de ésta, pues ni siquiera lo recordaba sino como un tipo raro que le cayó mal desde el primer momento. Un retrato que, claro esto, bien puede ser la venganza largamente meditada del autor hacia la mujer que lo rechazó, y de ahí que cuanto más expresa ésta lo mucho que le desagradaba y/o despreciaba al joven Coetzee, pero queda ella como una persona fría y desagradable, incapaz de ver más allá de sus narices, de encontrar nada positivo incluso en un tipo con cualidades bien diferentes a las que ella buscaba en un hombre, pero cualidades al fin y todo.
Sin embargo, el es relato del joven Coetzee que hacen sus parientes, su prima en concreto, el que más expone al autor a sus fantasmas, pues es a través de la mirada de su prima que confiesa cómo se sintió tratado por los suyos aquel joven que escribía poemas y aspiraba a publicar novelas. De ese modo descubrimos la soledad en la que vivía el escritor rodeado de los suyos, el malestar in crescendo que le provocaba la incomprensión de éstos, el desdén con el que trataban sus sueños de escritor y la hosquedad con la que respondía éste cerrándose cada vez más en sí mismo, protegiéndose de esa incomprensión y ese desdén desde una especie de torre de marfil levantada por él para ese propósito. La soledad en medio de los suyos y la sensación, cuando no aspiración, de alejarse cada vez más de ellos y todo lo que le remetía a su mundo, si bien tampoco los suyos fueron nunca ejemplo de integración en aquella sociedad de la que supuestamente procedían, nunca fueron verdaderos afrikaners aunque ese fuera su origen y también su lengua y cultura, siquiera en teoría, pero siempre al margen de la tribu y sus costumbres, desarraigados, al margen de todo lo que acontecía a su alrededor, entregados en exclusiva a la supervivencia, a no saber, ni quererlo, de nada que no fuera el día a día en medio de un contexto histórico y diario en el que abundaban los motivos para levantar la cabeza y decir o hacer algo, para posicionarse, incluso para cambiar de aires.
En cualquier caso, una maravilla por lo que tiene en realidad de automirada crítica, descarnada, paródica incluso, a veces hasta de una crueldad consigo mismo en la que resulta inevitable sospechar la impostura tan cara al oficio, la exageración del detalle como principal recurso literario, quizás la razón de ser de la propia Literatura.
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