domingo, 11 de abril de 2010
LA DOCTRINA DEL SHOCK EN HAITI DE LA MANO DE BILL CLINTON
De lo más revelador la confesión de Bill Clinton esta pasada semana en un foro internacional contra la pobreza. El ex-presi decía que se arrepentía de los catastróficos resultados que había tenido en Haiti una de sus decisiones, en concreto la de obligar al gobierno de Haiti, con la ayuda de FMI mediante, si es que el gobierno de EEUU y el FMI no vienen a ser lo mismo, a reducir sus aranceles al arroz de un 50% a un 3%. Resultado: los arroceros norteamericanos invaden el mercado del país más pobre del Ámerica a precios de risa y los arroceros haitianos se arruinan, venden sus tierras y emigran a las ciudades a engrosar los barrios donde se hacinan la miseria y el fracaso del Tercer Mundo.
No es un hecho aislado, es el ejemplo cristalino de esa perversa, retorcida y fatídica concepción del liberalismo con el prefijo de "neo". La ideología sin ir más lejos que ha imperado durante las últimas décadas en todos los foros económicos internacionales de relieve y los gobiernos de las principales potencias mundiales. Se trata, eso sí, de una perversión de los verdaderos valores del liberalismo, teoría económica de lo más respetable en cuanto que tiene a la libertad de comercio y pensamiento como los pilares del sistema en el que vivimos, pero que, bastardeando hasta límites de auténtica tomadura de pelo los escritos del padre putativo de la cosa, Adam Smith, sirve de coartada a los neocoms para llevar a cabo su particular versión del imperialismo económico de nuestra época. Un imperialismo de nuevo cuño que se basa en el abuso mediante la amenaza de negar créditos o cerrar los mercados a tal o cual paisito renuente a aceptar las imposiciones de los gurus de tan fina e interesada teoría económica. De ese modo, y en contra de una de las principales teorias de autor de LA RIQUEZA DE LAS NACIONES, la que establece que para que el comercio justo debe serlo de veras entre iguales o cuanto menos en condiciones de libertad, el FMI y Clinton en su día obligan a aceptar a un país como Haiti que acepte arruinarse a sí mismo por las buenas, todo en pro del libre mercado, la democracia, el derecho internacional y demás mandangas. Eso sí, el principio de reciprocidad brilla por su ausencia, esto es, el del comercio en condiciones de igualdad. A ver si no cuantos arroceros de Haiti vendieron un solo grano el EEUU a diferencia de los agricultores de Kansas, tan necesitados ellos de llevarse un algo a la boca. Eso sí, ante una desgracia como la del terremoto de Haiti, que no sólo causa miles de víctimas sino que además saca las vergüenzas de todo un país, incapaz de valerse por sí mismo, que lo presenta ante el mundo como un estado fracasado, no faltará el listillo de turno diciendo que claro, los negros no saben gobernarse a sí mismos, que poco más que lo llevan en el ADN, pobrecillos, y otras perlas de esa agudeza macroeconómica tan de tasca con carajillo en mano.
Este ha sido el signo de los tiempos en las últimas décadas a base de mucha soflama neoliberal, que si la democracia y el libre mercado van de la mano, claro que sí, cuando te lo puedes permitir, entre paises ricos no lo dudo, pero tratar con los del tercer mundo como si estuvieran a tu misma altura, pretender ponerles las mismas condiciones que a otro rico, no sólo son de un cinismo que apesta, son un crimen y lo saben, por eso se han aplicado y duro a convencernos a todos de que el que se sale del tiesto es un elemento peligroso de cuidado, un feroz comunista liberticida o por el estilo, alguien malo de necesidad que odia Occidente y todos sus valores. de ese modo no faltarán los gacetilleros que pongan a cualquier dirigente del tercer mundo que exija justicia para su pueblo en el mismo lado de la balanza donde están un dictador sanguinario como Sadam, un demagogo populista como Chavez o un chalado con instintos genocidas como el Muha..., el de Irán. Por no hablar de todo aquel en este y el otro hemisferio que ose levantar la voz para denunciar publicamente las cosas, la batería de descalificaciones al uso ni siquiera peca de original, pues al iluso que le de por ir a contracorriente no tardarán en presentarlo como un demagogo insustancial, un resentido de izquierdas, un analfabeto ensorbecido o cuanto les venga en gana con la inestimable colaboración de todos sus medios a sueldo del magnate o grupo medíatico gubernamental. Yo me limito a recomendar la lectura de los libros de la canadiense Naomi Klein, NO LOGO y LA DOCTRINA DEL SHOCK, vapuleados como pocos por los finos analistas del señor feudal de turno, donde cuenta de qué va esto del neoliberalismo, de cómo las grandes potencias neoliberales se han aplicado durante las últimas décadas a someter y manipular la voluntad de los gobernantes de los paises que parecían emergentes, pero que ya se encargaron ellos de que no lo fueran tanto, no les fueran a hacer competencia a lo chino o indio, no les fueran a ir las cosas demasiado bien y empezaran a consumir y a pensar por su propia cuenta, acabáramos.
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