martes, 26 de octubre de 2010
SOSPECHAS FILTRADAS
Es sin lugar a dudas la noticia de mayor calado de los últimos tiempos, y probablemente traerá mucha cola, o no, todo es posible en este mundo podrido. Otra cosa serán los intentos, ya desde el primer momento, por apagar la intensidad de su deflagración. Los diarios de la Guerra de Irak filtrados por Wikileaks son la prueba irrefutable de que los peores augurios, las sospechas más siniestras, lo que cualquiera podía esperar con solo repasar un manual de Historia, se han cumplido en lo que a mi juicio es el crimen contra la humanidad más significado de lo que llevamos de siglo.
Nos la vendieron del peor modo posible, al más genuino estilo del charlatán de feria que quiere hacer pasar su producto por exactamente todo lo contrario de lo que en realidad es. Empezaron ya mintiendo con la supuesta amenaza que exigía el inicio de la guerra sin más tardar. Unas armas de destrucción masiva que no existían, que ya se encargaron ellos de falsificar las pruebas, comprar testimonios, despistar. Luego, cuando ya no había armas tras las que escudarse, que si derrocar a Saddan, un tirano entre tantos y tantos, llevar la democracia, ¿por qué a Irak y no a otros paises? Como no colaba del todo ya sólo procedía recurrir a los más inclinados a apoyarles, esto es, al prietas las filas de sus votantes. Para ello apelaron a unos supuestos valores del Occidente exclusivamente cristiano, la lucha contra un terrorismo que en Irak sólo aparecíó cuando ellos ya habían llegado, incluso, ya sin caretas filantrópicas que ni el espectador más tonto de la FOX se las habría creído, directamente al lado más mezquino del ser humano, el beneficio seguro para los bolsillos de todo aquel que quisiera participar en el saqueo.
A eso nos apuntó un Aznar en la cumbre de su ensoberbecimiento, ya no solo contra la opinión mayoritaria del país, sino incluso contra de una gran parte de los suyos a los que sometió al silencio de su dedo acusador, conmigo o contra mí, no había opción para la desidencia entre los paladines de la libertad de puertas para fuera, todo ello a mayor gloria del Cesar con acento tejano. Visto desde la distancia hasta sumamente esclarecedora la manera vehemente, aparentemente convecida, sin fisuras, con la que defendían la guerra de Aznar tantos y tantos políticos del PP que luego han ido desdiciéndose a medida que los acontecimientos mostraban la hondura de la metedura de pata de su líder, algunos incluso aseguran que jamás estuvieron a favor, cuestión de disciplina, o más de miedo a moverse de la foto. Pasa en todos los partidos, como que no hay nada menos creible que el discurso o las declaraciones de un político, cuanto más convencido quiere hacernos creer que está de lo que habla, más desconfianza provoca, ¿a qué viene tanto enpeño?
Después los acontecimientos nos arrojaron a diario imágenes del infierno en nuestras pantallas de televisión o en las páginas de los periódicos. Toda la parafernalia neocolonianista del Pentágono se reveló lo que había sido desde un primer momento, pura y dura rapiña, a por el petróleo, hay para todos, sólo tienes que jurar lealtad al Imperio a cambio de sustanciosos contratos.
El resto es una sucesión de atropellos y muerte que los lacayos a su servicio han procurado ocultar, subestimar, confundir. Ya sólo les quedaba como aliado el tiempo que todo lo borra, el tiempo que en nuestra época parece ir tan rápido como ligera es la memoria de los pueblos.
Ahora vienen los de Wikileaks a mostrarnos las pruebas de que todo el horror del que todavía no habíamos sido informados ha sido mucho mayor del que imaginábamos como en toda guerra donde los escrúpulos junto con la verdad suelen ser las primeras bajas.
Pero no ha terminado la infamia, ahí están y estarán todos los intentos por parte de los sucesores al mando del Imperio para matar al mensajero, de hecho ya se han puesto a ello. Rebaten la legitimidad de las filtraciones, algo así como si los nazis hubieran puesto reparos a la revelación de sus atrocidades en los campos de concentración porque el informador se coló de extranjis en uno de ellos.
Y si no cuela o surge efecto todo el contraataque mediático contra los de Wikileaks, pues se recurre al juego todavía más sucio, si hace falta hasta se implica al estado sueco para que ensucie la imagen del principal responsable de la fuente, el jovial australiano Julian Assange, inventado una violación o las que hagan falta, vaya qué casualidad que el rostro más conocido de estos periodistas incontrolados sea precisamente un sádico sexual, no tienen poca suerte ni nada los del Pentágono. En fin, calumnia que algo queda, que a saber luego en qué da. Mientras tanto, y por que no hay mal que por bien no venga a los que pagan, siempre a los que pagan, leo el otro día en el periódico del de las pajaritas un retrato del tal Assange en el que éste aparece como un bicho raro que se esconde donde puede, que paga siempre al contado, no da la cara, parece ser que hasta le gusta el rock y suele vestir una chupa de cuero, cualquiera diría que nos están preparando para convencernos en breve de que también le va el sado. Y claro, me pregunto, a ver si va resultar que estar expuesto a una más que probable represalia por parte de los servicios secretos del país más poderoso del mundo lo convierte a uno en un excéntrico...
Menos mal que todavía hay justos en este mundo, ahí está el segundo del nuevo gobierno británico, el liberal Clegg, que a diferencia de su jefe, tan pragmático y leal él, dice que sí, que hay que investigar para llegar hasta el fondo de las posibles responsabilidades de los suyos.
¿Y en España? Por favor, cómo vamos a pensar en responsabilidades, aquí donde la conciencia moral como la memoria depende del bando o secta en el que esté cada cual, aquí donde la ética viene a ser una cuestión de cuatro tontos sin los debidos dedos de frente, aquí donde lo único que importa es el interés inmediato, todo se hace con dos cojones y un palito, donde el que exhibe sus debilidades da en mierda al instante, un país donde ya tenemos bastante con la matraca diaria de lo que somos o dejamos de ser, un país donde tienen que venir de fuera para decirnos que no estamos solos en el mundo ni somos tan maravillosos o especiales como nos creemos.
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