martes, 24 de julio de 2012

BICHOS


Martes a la tarde, me impongo sacar a los nenes a dar una vuelta para que no estén todo el rato en casa de mis padres poniéndolo todo patas arriba. No tengo coche, de modo que, si no es bajando a pie por el bosque de Armentia, unos veinte minutos, tengo que recurrir a la generosidad ajena. En este caso toca abusar de mi padre, que en tratándose de llevar a sus nietos a que disfruten un rato se presta encantado.

Vamos hasta Ataria, el centro de interpretación del humedal de Salburua, un chamizo de arquitecto que han colocado al lado de donde está el Buesa Arena, el estadio donde juega el Baskonia. El reclamo era una exposición de bichos que había visto en la agenda de El Correo. Así que como se trata de serpientes, lagartos, sapos, ranas, salamandras y tritones, los nenes encantados. Ahora bien, menudo chasco, llegamos al Ataria de marras y resulta que la exposición consiste en vitrinas con la recreación en escayola de los bichos y su hábitat. Todo muy real, muy bonito, muy de darle pie a mi viejo con lo de qué forma de tirar el dinero de todos, que así esta la cosa como está; pero, dejando a un lado que para mi progenitor cualquier inversión que no sea en comida o para ganar más dinero siempre es un derroche, así como el pequeño ha alucinado con las serpientes, el mayor en seguida ha sentido como su padre volvía a decepcionarlo por enésima vez. Tanta expectación para nada. Para nada no, como todos los animales que había en el susodicho centro de interpretación eran de pega, al final hemos salido por los alrededores del chamizo en cuestión para pasear junto a la charca. Entonces sí que hemos visto bichos vivos, ranas, lagartijas y la tira de cangrejos en el fondo de la charca, lo cual además nos ha proporcionado a mi padre y a mí diez minutos de conversación acerca de la idoneidad o no de dichos cangrejos para el consumo humano, vamos, que si eran de los que se venden en las pescaderías a no sé cuánto el kilo o, por le contrario, de la especie esa invasora, americana tenía que ser, que arrasa con todo. Sin embargo, no parecía ser suficiente para el mayor, de modo que entonces he propuesto ir a ver los ciervos al otro extremo del parque; andando. Ni qué decir que mi viejo me ha mandado directamente a tomar por culo, bastante calor estaba pasando ya el pobre septuagenario, que no era cuestión de que le diera una insolación parecida a la que me dio a mí ayer al mediodía, para él podía haber sido la última. El caso es que nos acercarnos hasta la aldea de Elorriaga, al otro extremo del parque de Salburua y por donde se accede más fácil y directo al lugar donde pastan los ciervos. Bajamos del coche y como para ir de excursión, en todo caso al Sahara, una calor que no se podía aguantar. De vuelta al coche y directos al Leclerc a hacer la compra.

Pues bien, resulta que como en el centro comercial de marras han cerrado la tienda de prensa y el local ha sido aprovechado por la tienda de animales que había al lado para ampliarse, también había una exposición de bichos, esta vez todos vivitos y coleando. Loros, conejos, cobayas, ardillas, tortugas, peces de colores, pájaros otro tanto, etc. Increíble lo que han gozado los dos mocosos con el espectáculo de los animales a la venta, aquello sí que era una verdadera exposición animal. Es lo que tiene la iniciativa privada, te ofrece lo que buscas tal cual, sin tapujos, lo coges o lo dejas, y si te parece una salvajada siempre te queda el derecho al pataleo, mientras las leyes amparen el comercio de animales vivos a joderse toca, oyes. Los críos, desde luego, insisto, más contentos que si los hubiera llevado a Cabárceno, y desde luego que mucho más que en cualquiera de esas cosas que organizan las diferentes instituciones con fines educativos y todo lo que tú quieras, paradojas.


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