domingo, 30 de junio de 2013

EL VERANO YA LLEGÓ

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Cuatro y pico de la mañana, solo en casa y leyendo en la cama, afuera, encima del parque de enfrente y junto al Tartierre la feria con su martillo gigante de luces y ruidos infernales, luego la verbena, preceptiva, faltaría más, como si servidor no hubiera ido a ninguna en su casi ya lejana mocedad. Suena algo que reconozco como la letra de una canción de Fito. Cualquier parecido con el original es mera casualidad, pero al menos consuela que lo que no te deja dormir sea eso y no en txunta-txunta de otras noches cuando organizan en el estadio del Real Oviedo macrobotellones para adolescentes sordos o con el óido musical directamente en el culo. Luego ya alucino en colores, y no porque sea precisamente uno de mis himnos de juventud, que no, que yo en eso del rock british era más de los Clash, Paul Weller en casi todas sus versiones, Who, Madness, Specials, Stiff Little Fingers y todo ese rollo, qué se le va a hacer, la época, las compañías, el medio, yo qué sé. Pero suena "Highway to Hell" de los Ac&DC y casi que me emociono: ¿todavía se toca rock&roll en las verbenas? Yo que estaba convencido de que Operación Triunfo y derivados había arrasado con todo, que había vuelto hasta Paquito el Chocolatero, incluso que eso de bailar, desmelenarse, en verano delante de una orquesta era cosa ya del pasado, que ahora era todo txunta-txunta junto al coche tuneado en una descampado. Luego ya me acuerdo de que hace unos días me contaron que los Joselu Anaiak siguen tocando por mi tierra, cosa que primero me provocó una sonrisa, y en seguida también una imagen en la que veía a unos cincuentones barbudos cantando sobre un escenario en mitad de la plaza de un pueblico aquella de...: Ay, Anselma, Anselma, Anselma, anderetxo laztana..." Y luego claro, pues recuerdos a porrillo de aquellas noches de codos sobre la barra de las txoznas del pueblo, de los amagos de voy a por esa, que me ha mirado, tú, el milagro de que no me haya mandado ya a tomar por culo al primer pisotón, de a ver dónde coño se han metido esos mamarrachos, y ahora ya que los he encontrado tirados detrás de los bafles con una botella de pacharán tirada al lado, venga para la estación del tren, cosa más triste volver de verbena a la amanecida entre trigales o caminos de cabras, ¿seguro que sabíais dónde estaba la estación?, pues nada, que sí, lo que tu digas, la habrán movido de sitio. Pues eso, toda la noche en vela entre guitarreos, sudores estivales y mucho, mucho desgarro y reflexión sobre el papel. El verano ya está aquí, ya llegó.

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