Siempre es un placer traer a mi blog
reseñas de mis libros, especialmente si son buenas... o mejor dicho, si sólo lo son; pero, bueno, como de estas otras no hay, pues eso, que si encima es de un amigo como Ignacio pues mejor que mejor.
reseñas de mis libros, especialmente si son buenas... o mejor dicho, si sólo lo son; pero, bueno, como de estas otras no hay, pues eso, que si encima es de un amigo como Ignacio pues mejor que mejor.
Aprovecho la ocasión para comentar mis impresiones sobre la novela. No creo que "Como los asnos bajo la carga" (qué buen título en sí mismo y qué bien refleja los pesares de la protagonista) se lea con facilidad, tal como dice la reseña de La Tribuna del País Vasco. Y no porque carezca de virtudes literarias, sino todo lo contrario, porque las tiene y no concede chance a ninguna simplicidad resultona. "Como los asnos..." dista mucho de ese estándar de literatura “fresca” y “ágil” que suelen vender las grandes editoriales, y aun algunas que en otro tiempo fueron referencia de calidad. No es una lectura para distraer sino para meditar (ejercicio que en sí mismo también distrae), puesto que al fin y al cabo nació como denuncia (basta leerlo para saberlo). Un relato denso y muy cuidado en su forma, la del monólogo interior, y que refleja fielmente (buen logro) los mecanismos de nuestros soliloquios internos, en especial dos: la intensidad, porque los recuerdos muerden y no pueden observarse como si fueran virus en una muestra de laboratorio, tan nocivos pero a la par tan curiosos; y la recurrencia, el bucle que se paga a la obsesión pero que también demandan la voluntad de esclarecimiento y la exigencia de honradez. También resulta notable el bosquejo psicológico de los personajes, como evidente lo trabajado de su prosa, culta y popular a la vez y con gran capacidad descriptiva tanto para las situaciones como para los estados anímicos. En cuanto a los juicios que de fondo se exponen, y aun estando de acuerdo con sus planteamientos de base y muchos de sus desarrollos, percibo ciertos detalles de parcialidad histórica que ahora no vienen al caso y que ya le comentaré a Txema cuando tenga el placer de conocerlo personalmente, además de compartir con él unos vinos. En resumen, una buena novela que vale la pena leer.
IGNACIO GONZÁLEZ OROZCO
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