Facebook me bloqueó hace ya unas horas por haber ilustrado mi comentario sobre el espíritu contestatario y tocapelolas que, a mi juicio, debe tener todo artista, con la foto de un individuo que nada más despertarse descubre su miembro viril en majestuosa posición erecta bajo las sábanas y lo primero que se le ocurre es: "¡Vaya por Dios! Tan de mañana y ya la primera incorreción política..."
Parece ser que Facebook consideró la foto obscena, acaso pornográfica, y decidió censurármela.
En fin, nada nuevo bajo el sol digital y todavía menos acerca de cuál es la moral pacata, rancia y, sobre todo, hipócrita que impera en esta red y, ya por extensión, en el resto de este puto mundo de mierda. Como que el concepto de obscenidad es harto subjetivo per se. Yo, sin ir más lejos, considero que las verdaderas obscenidades pornográficas son cosas como la Torre Iberdrola, más que nada por lo que representa, claro.
Pues eso, a ver si con esta nueva insolencia fálica y hasta hetero-patriarcal me bloquean ya para siempre y puedo dejar de escribir chorradas como la que nos ocupa y/o aburrir al personal con mis naderías durante una buena temporada, que falta me hace.
SUEÑO QUE ME PIERDO EN EL LODAZAL
Escuchaba hace dos días, en un episodio de la serie After Life del cómico inglés Ricky Gervais, que este le decía a una compañera de reparto que los sueños de los demás son un tostón para cualquiera y que no entendía por qué la gente se empeñaba en contarlos. No pude evitar sentirme aludido porque yo soy uno de esos tíos coñazos que al día siguiente se lo cuentan a su pareja, a mis amigos si los pillo por banda, a veces hasta al padre con el que suelo pegar la hebra en el patio del colegio esperando que salgan nuestros pequeños, incluso creo haber contado alguno que otro en este medio…
Y en eso que, casualidades de la vida o puede que no, anoche tuve una de mis pesadillas más recurrentes. Una vez más me perdía bajando del alto de Zaldiaran, la emblemática montaña vitoriana a cuyas faldas se encuentra la aldea donde he vivido desde los dieciséis años. Lo hacía al desviarme en el hayedo a sus faldas por el camino equivocado, el cual, en lugar de desembocar en el pueblo donde vive mi madre, me desviaba por senderos intransitables e interminables hasta desembocar en un inmenso cenagal a la entrada del pueblo de Zumeltzu. Entonces intentaba salir del cenagal en cuestión y, como ocurre en las películas, cuanto más me esforzaba por salir más me hundía, eso hasta que me entraba el pánico y justo en ese momento me despertaba del sobresalto.
La razón del sueño no tiene ningún misterio. Se me viene repitiendo desde hace varios años y se debe a la vez que me perdí bajando solo del Zaldiaran por puro despiste, ya que iba pensando en mis cosas, sobre todo en el estado de salud de mi padre y todo lo que eso implicaba. Entonces, en lugar de coger el sendero que he recorrido mil veces antes, me fui por el que conduce hasta la aldea sita al otro lado del monte donde se encuentra esa otra en la que vivimos. Para cuando me di cuenta ya era tarde, estaba demasiado lejos de casa para dar media vuelta y ya prácticamente llegando a Zumeltzu, con tan mala pata, y nunca mejor dicho, que acabé en un barrizal a la altura del pueblo. Sin embargo, y al contrario que en el sueño, logré salir de allí con el barro casi que hasta las rodillas. Suerte que unos vecinos muy simpáticos y persuasivos me socorrieron, por decirlo de alguna manera, permitiendo que me quitara el barro del calzado y los pantalones lo máximo posible. También me invitaron a comer un generoso trozo de tortilla de patatas que habían hecho al mediodía y su correspondiente trago largo de vino.
Esta chorrada de pesadilla se me repite cada cierto tiempo y yo no puedo evitar contárselo a mi pareja en cuanto me levanto de la cama. El problema es que ella ya no me da chance y es oír la palabra "bosque" y espetarme: "tú mismo, te pasas la vida en las nubes y luego, para cuando te quieres dar cuenta..." Así que va a ser cierto lo de que a nadie le interesa los sueños de los demás, no.
Arriba eléctricas de España
¡En pie insaciable legión !
Atruena la codicia en marcha:
Nuestro fin es la opresión.
Al ciudadano hay que hacer añicos.
¡Legión esclava para exprimir!
Nosotros servimos a nuestros dueños
Mañana todos en un consejo de administración
- ¿Seguro que esta es la letra original?
- Para el caso...
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