jueves, 9 de junio de 2011

MISERABLES QUE DESPRECIAN CUANTO IGNORAN


Hoy al final de mi caminata diaria no había sitio en el Dolar para mi cafetico con periódico de la tarde, así que me voy a uno de la calle de al lado. Enfrascado en los tiros y aflojas de la política local asturiana, deleitándome con las anécdotas de ese personaje tan castizo y popular que, por lo que se ve, es todo un maestro del desplante, se la suda incluso hacérselos a aquellos con los que debe pactar para seguir siendo alcalde. En fin, de repente que un grupo de señoras, la mitad sexagenarias o más, se traslada de mesa para sentarse a mi vera. Parece que también trasladan la discusión que las ocupaba en la otra mesa: los catalaneeeeeespero cuando hablan entre ellos es normal que lo hablen. Pobre incauta, es intentar aportar el punto de vista ponderado y abierto de cierta parte de la sociedad española, poca, muy poca, y desatar los demonios de la vieja:

-Cómo serán algunos catalanes que cuando estuve en el Brasil y veían a unos españoles se ponían a hablar en catalán entre ellos.

-¿Y por qué tendrían que cambiar de lengua si no se dirigen a ti? ¿Para que tú pudieras meter la oreja y enterarte de lo que hablan? -le suelta con guasa una amiga o lo que sea.

-Cómo que por qué, porque si están fuera lo que tienen que hacer es hablar castellano como todos los españoles, el catalán si quieren hablarlo que lo hagan en su casa.

-Pues en la escuela primero es su idioma y segundo el español (sic), como si fuera inglés u otra lengua española.

-¡Pues muy mal! -estalla la vieja-, estamos en España, el español primero, y si quieren estudiar catalán que lo paguen.

-¿A ver adónde quieren ir con el catalán, si sólo se habla allí, con el castellano pueden ir a todas partes, a..... América.

-Nosotros conocíamos un matrimonio catalán en Barcelona al que queríamos como parientes y nunca, nunca, les oímos hablar catalán entre ellos, una gente encantadora -de nuevo la vieja-.

-Es que en España se debería hablar español, pero luego están esos politicuchos que quieren que hablen esos idiomas para sacar tajada.

-Allá ellos, pero mira, cuando estuve en Brasil había gente a la que no se le entendía nada en portugués o brasileiro, eso que hablaban ellos -la vieja haciendo gala de su condescendencia infinita hacia los pobre brasileños que no tienen la suerte de saber castellano-, una verdadera pena porque si se lo proponen nos podemos entender perfectamente -si se lo proponen ellos, por supuesto (acabáramos, no iba ser ella la que hiciera el esfuerzo de estudiar el idioma del país de acogida...).

Y así estamos, el catalán, vasco o gallego para ser bueno, majo incluso, que renuncie a su lengua y su cultura, si no lo hace es un paleto o un peligroso separatista, en todo caso siempre un mal español, porque para ser un buen español sólo hay una manera, si es monolingüe mejor que mejor, ya tuvimos cuarenta años para aprenderlo a la fuerza, claro que, no nos engañamos, esa manera única, exclusivamente castellana, de ritos y mitos nacionalcatólicos, ese acervo de complejos de superioridad imperial y, muy en especial, ese regodeo en la auto ignorancia, el desprecio hacia el otro por principio, la idea pequeña, monocolor y estrictamente meseteña o farandulera de España, está más arraigada en la mente del españolito medio de lo que creemos, de hecho es un modo de vida, de concebirla, por eso da igual que la vieja facha de turno sea de Madrid, Sevilla u Oviedo, les une una idea de España que nos excluye al resto, son los separadores a fuerza de negar la realidad plural de España, a negar el derecho de otros españoles a poder vivir en su propia lengua y cultura, a darle el mismo rango a esta que al castellano, a preservarla y fomentarla, recuperar los territorios que perdieron estas precisamente por esa misma idea de España de sus ancestros, no tienen derecho, pierden tiempo y el dinero, piensan en pequeño, no como ellos, que todo lo hacen tamaño imperio.

Pero no sorprende, a mí no desde luego, un día son los catalanes y otro un grupo de viejos que asegura saber arreglar el problema vasco mandando los tanques, otro día alguien que te dice que los vascos somos unos insolidarios, mala gente por principio, y el otro también cuando sabes de alguien que se horrorizó porque oyó hablar en vasco a unos turistas y se imaginó que eran peligrosos abertzales, ¡ALTO A LA GUARDIA CIVIL! y así un no parar sin salir de este rincón irredento del norte. Hay un nivel que da grima, pero sobre todo que te quita las ganas de creer en una España plural y unida en su diversidad, una España punto de encuentro entre diferentes, una España orgullosa de esa misma diversidad. Qué va, pierdes toda esperanza de un futuro en el que uno de Madrid, Sevilla u Oviedo sienta también el catalán, el gallego o el vasco como algo propio, aunque no lo hable, pero qué menos que conocer a Espriu, Aresti o Castelao; si nos enseñan en la escuela que la Alhambra es algo nuestro porque no también el legado cultural en las otras lenguas de España. Pero ya, ya, qué van a querer sumar, eso exige abrir la mente al que la tiene cerrada a candado, no hay nada que hacer, ni siquiera pedirles coherencia cuando alientan con su intolerancia otros maximalismos identitarios, cuando los separadores como ellos dan argumentos a los separatistas. Porque los malos siempre son los otros, los nacionalistas de la periferia, ellos son los intolerantes, los paletos, los que piensan en pequeño. En cambio ellos no, faltaría más, porque la verdad es que esos periféricos son lo que son única y exclusivamente porque no renuncian a ser lo que son, malos españoles, nada que ver con ese matrimonio catalán que siempre tuvo a bien no hablar catalán entre ellos para no molestar a la gente de bien, a los españoles de verdad, los que a ser posible solo hablarán una lengua, el castellano, y harán todo lo posible para saber cuanto menos de los demás mucho mejor, de ahí Santiago y Cierra España, supongo, cierra tu mente, no les vaya a dar un ictus o algo parecido. En fin, ya lo dijo Machado: Castilla miserable, ayer dominadora, envuelta en sus harapos desprecia cuanto ignora”.

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