lunes, 6 de junio de 2011
EL DOCUMENTAL
Este pasado viernes estrenaron una peli-documental que viene ni que al pelo para rumiar acerca de todo lo que está pasando a nuestro alrededor con la crisis de marras y sus consecuencias. Se trata de LA DOCTRINA DEL SHOCK, basada en el libro homónimo de Naomi Klein, el cual ya comenté aquí mismo en su momento. La doctrina del shock trata del auge del llamado ‘capitalismo del desastre’. Nos lo presentan tal que así:
Éste insta a los gobiernos a aprovechar periodos de crisis económicas, guerras, desastres naturales, ataques terroristas y epidemias, para saquear los intereses públicos y llevar a cabo todo tipo de reformas a favor del libre mercado.
Medidas tan despiadadas que sólo han podido imponerse mediante el miedo, la fuerza y la represión. La película rastrea los orígenes de este capitalismo salvaje en las teorías radicales el Premio Nobel de Economía Milton Friedman y su posterior implementación en todo el mundo, desde las dictaduras en Chile o Argentina de los años 70, a la Gran Bretaña de Margaret Thatcher, la Rusia de Yeltsin, o las no tan lejanas invasiones neoconservadoras en Afganistán e Irak.
¿A que suena y mucho la musiquilla? Ya sé que a Naomi Klen, cómo no, la han puesto de vuelta y media llamándola de todo. Faltaría más, tú cuenta con los dedos de la mano los medios de comunicación que no están de alguna u otra manera al servicio del Gran Poder y haberlos hay, pocos y no muy conocidos, pero cuanto menos sirven de palestra a otros muchos economistas, sociólogos, historiadores o simples activistas de prestigio, siquiera sólo académico, los cuales, sin ser necesariamente perroflautas, rastacutres desarrapados y demás gentuza contestataria según procuran hacernos creer una y otra vez acerca de todo aquel que pone en tela de juicio el sistema, demuestran con datos y argumentos que las cosas no san tal y como nos las están vendiendo, que sí hay alternativa y componenda a esta tremenda, espantosa, estafa de la crisis financiera, y solo financiera, provocada por los que más tienen y más especulan para poder seguir haciéndolo en breve a costa de los que menos tenemos y siempre con la complicidad de los gobiernos de turno, meros lacayos de sus intereses. Lo dicho, por ahí están los trabajos y artículos de un premio Nobel como Paul Krugman, Robert Pollin, Nouriel Roubini, Joseph Stiglitz y, muy en particular por sus referencias a España, los de Viçent Navarro, el cual, tomando las teorías del premio Nóbel antes citado, dice cosas tan escandalosas en tiempos de tijeretazos y axiomas neoliberales, en tiempos de verdades únicas e indiscutibles, de interesados tabúes económicos, como:
En España el establishment económico, político y mediático no es todavía consciente de que hay una relación directa entre la baja productividad en España y el escaso desarrollo de su estado del bienestar, que se traduce en uno de los gastos públicos y gasto público social más bajo de la UE-15. Este estado del bienestar se percibe como un consumo y no como un agente de inversión productiva. Ahí está el problema. En este aspecto me permito aconsejar al lector que lea el excelente artículo de Robert Pollin How to end the recesion, publicado en The Nation (Nov.24,08). España puede reducir los impactos negativos de la recesión y facilitar su recuperación (no sólo esperando lo que ocurra en la UE) sino creando empleo a través de la inversión del gasto público, algo que ya hace pero debiera hacerlo en dosis mucho mayores de lo que está haciendo.
Sería de desear que el Presidente Zapatero invitara a desayunar además de a Krugman a economistas estadounidenses y europeos, como Robert Pollin, Dean Baker, Mike Weisbrott, James Galbright, John Schmidt y otros, que desde la sensibilidad keynesiana de izquierdas han propuesto políticas redistributivas para resolver la crisis, políticas que van más allá de la necesidad de centrarse en la sociedad del conocimiento del cual hablaré en otro artículo. Lo que debería diferenciar las posturas de izquierdas de las de derechas, es precisamente el reconocimiento de que el neoliberalismo creó el problema a base de incrementar las desigualdades responsables de la escasa demanda por un lado (resultado de la disminución de la capacidad adquisitiva de las clases populares) y de la especulación de capital financiero por el otro. Esto es lo que ocurrió en el periodo que precedió a la Gran Depresión de los años treinta, y es lo que está ocurriendo ahora. Esta situación ha ocurrido también en España y cualquier solución de izquierdas tiene que reconocer este hecho, promoviendo medidas redistributivas como parte de la solución a esta gran crisis. No hacerlo es perder la propia personalidad de las izquierdas.
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