miércoles, 15 de junio de 2011

INDIGNANTE


Muy mal eso de ir a dar la murga con cacerolas a la casa del alcalde Gallardón porque su ayuntamiento ha prohibido a los del Día de Orgullo Gay celebrar actos musicales en determinados sitios de Chueca, que no en todos. Vale que no estés de acuerdo, que te pique y hasta te huela a naftalina de la que desprende a raudales la concejala Botella, de acuerdo; pero, siendo un asunto meramente administrativo acude a los cauces preestablecidos y luego protesta todo lo que quieras, pero nunca, nunca, intimides al contrario. Qué decir entonces si encima lo persigues por la calle como un Ku-kux-Klan cualquiera. Así ya no hay quien te defienda, sobre todo porque, siendo como es inaceptable por principio, también lo es patético viniendo de un colectivo cuyos miembros eran perseguidos hasta no hace mucho, al menos en la España más urbana, que de la otra no pondría la mano para afirmar lo mismo, de la misma manera por los machos, señoritos y no, que tenían como una más de sus muchas aficiones, a lo dar rienda suelta al bruto que todos llevamos dentro pero algunos más que otros, correr detrás de los maricones para darles su merecido por desviados. Eso por no hablar de la famosa ley de vagos y maleantes de los cuarenta años de paz, que diría el presi de la Real Academia de la Historia.

Y también mal, pero mucho, lo de los supuestos indignados de Barcelona increpando, amenazando, escupiendo y hasta intentado agredir a los políticos que querían acceder al Parlament para aprobar o desaprobar los recortes de Mas. La habéis cagado, chicos, toda protesta que toma tintes violentos se descalifica a sí misma. Ya no es que con semejante actitud hayáis prendido la alarma de las intenciones totalitarias que se ocultan o apenas se advierten en vuestras maneras, es que el recurso a la violencia os ha puesto de inmediato en el lado de los que en su tiempo quisieron tener la razón por la fuerza, los mismos que aún defendiendo causas nobles pretendieron la consecución de sus ideales a las bravas. No en vano si algo destaca y sobre todo distingue la historia de los extremismos de izquierda de nazismo, fascismo y sus sucedáneos hispánicos, lusos, rumanos, etc., y esto por mucho que les pique a los voceros de ésta que quieren hacernos creer que todo es lo mismo, fue el hecho de que quisieran alcanzar la igualdad, la justicia universal, el fin de la miseria, mediante revoluciones que acabaron en regímenes totalitarios, cuando no directamente criminales. Pues bien, tampoco hay que ir tan lejos, ahí está el referente más cercano y manido del Mayo del 68, ese que dio paso a la mayoría más amplia de derechas de toda la Historia de Francia, para que os deis cuenta de hasta qué punto habéis metido la pata poniendo la mano al prójimo en lugar de mantenerla en alto como símbolo de vuestra protesta. La gente que un principio simpatizaba con vuestras proclamas, la que veía en vosotros una bocanada de aire fresco en medio de tanto aire viciado, no sin poca envidia, ahora ya no lo tiene tan claro. Qué decir entonces de los que siempre recelaron de vosotros, la mayoría acomodada y acojonada que siempre sospecha de los que protestan por principio. Tuvisteis vuestro momento en los días previos a las elecciones, de hecho no os lo creíais, de ahí la borrachera de éxito, ese no saber hacia dónde tirar ahora que hemos descubierto que somos tantos. En lugar de disolveros hasta la próxima una vez elevado vuestras voces, haber hecho grito de vuestras justas quejas y exigencias, perseverasteis en una protesta que se ha ido desinflando tan inmerecida como lógicamente. Uno no deja de sorprenderse de la porfía con la que la especie humana repite los mismos errores a lo largo de la Historia. Borrachera de éxito, repito, no saber asimilarlo, no saber qué hacer con lo que se tiene entre manos o acaso todo lo contrario, pretender aprovecharse del mismo, de miles de gentes de buena fe, para intereses que van más allá de lo que la mayoría pretendía en un principio, intereses acaso bastardos, jugar a revolucionarios en un país que ha elegido libremente a sus representantes por mucho que no nos gusten, un país que algunos han confundido con ese otro de la Plaza Tahir de Egipto, ay qué daño hace la televisión, y en especial la falta de perspectiva de las cosas.

En fin, lo escrito, imposible concebir una manera más tonta, patética, de dilapidar el caudal de simpatía y reconocimiento popular que se había obtenido al principio. Ya sé que corremos el riesgo de hacer pasar a los justos por pecadores, de confundir unos pocos imbéciles descerebrados, o no, acaso sólo los iluminados de siempre que pretenden salvarnos por las bravas, que perseveran en opciones que la Historia ya ha puesto en su sitio por lo que tuvieron de liberticidas y anacrónicas, con la mayoría. Con todo, de sabios es corregirse y así sería si todavía hubiera cabeza suficiente para dar una salida digna y útil a este precioso y oportuno movimiento del 15M, esto es, pasado el tiempo de la protesta en la calle llega el de las propuestas y las maneras de encauzarlas, viviendo en democracia tampoco hay que pensárselo mucho, que no estamos, insisto, ni de lejos, en las mismas que de Tarifa hacia abajo.

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