viernes, 23 de septiembre de 2011

LA BANALIDAD DEL MAL



Rudolf Höss, el máximo responsable de campo de exterminio nazi de Auschwitz, escribió las siguientes palabras:

"Por voluntad del Reichsführer de las SS, Auschwitz se convirtió en la mayor instalación de exterminio de seres humanos de todos los tiempos. Que fuera necesario o no ese exterminio en masa de los judíos, a mí no me correspondía ponerlo en tela de juicio, quedaba fuera de mis atribuciones. Si el mismísimo Führer había ordenado la solución final del problema judío, no correspondía a un nacionalsocialista de toda la vida como yo, y mucho menos a un Führer de las SS, ponerlo en duda"

Uno lo lee y piensa de inmediato que estas frases resumen a la perfección la mentalidad, no ya de la de todo un pueblo cuadriculado que sería mucho decir, Dios me libre, sino más bien la de la banalidad del mal de la que hablaba la pensadora Hanna Arent. El mismo mal, por otra parte, del que pensaba ayer al oír la noticia de la ejecución en el estado sureño de Georgia del ciudadano estadounidense Troy Davis por un asesinato de cuya autoría había más de una dudas. De hecho, la máxima corte trasladó el caso a un juez federal de Georgia que finalmente decidió que las pruebas que presentaba la defensa eran "puro humo". Solo le quedaba la Corte de Perdones, que finalmente ha rechazado el recurso del reo.

Pues eso, pensaba en los jueces de la Corte de Perdones que rechazaron el recurso, en todos y cada uno de los pequeños Rudolf Höss del mundo.

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