domingo, 25 de septiembre de 2011

GENEROSIDAD Y PRAGMATISMO


Una entrevista a doble página en EL PAIS de hoy a Iñaki García Arrizabalaga, hijo del delegado de Teléfonica en Gipuzkoa asesinado por ETA en 23 de Octubre de 1980, nos informa de la reunión que tuvo éste con un preso de ETA que quiso reunirse con él para pedirle perdón. El terrorista no había sido uno de los asesinos de su padre, pero dado que aquellas otras víctimas de las cuales él sí era responsable directo se habían negado a hablar con él, había elegido a Iñaki para hablar por su predisposición a hacerlo. Y según cuenta éste mismo, hablaron largo y tendido. Iñaki le expuso sus sentimientos como víctima, le habló de su dolor y sobre todo de su lucha para superarlo, para no vivir aferrado al odio. El terrorista le explicó las razones que le habían llevado a dar ese paso, el contexto socio-político que le habían llevado a militar en ETA, el entorno, el maldito entorno, su caída del caballo en cuanto se había encontrado a solas consigo mismo en la cárcel, el arrepentimiento por el daño causado, y, la convicción de haber echado por la borda toda su vida. Para detalles la entrevista está al alcance de cualquiera. Lo que me interesa para esta entrada es el comentario que ambos hacen hacia el final de la misma; tan heterodoxo dentro de ETA como yo entre las víctímas", le dijo Iñaki, "yo también sé que como víctima puedo ser estigmatizado por haber participado en este encuentro".

¿Y los demás, el resto de los que creemos que tarde o temprano las actitudes de Iñaki Garcia Arrizabalaga y el preso etarra, de la víctima y su verdugo, la inmensa generosidad humana e intelectual que emanan por separado acabarán encarnando el espirítu de los nuevos tiempos, el símbolo de una EH en paz que quiere mirar hacia delante sin olvidar el pasado, que quiere incluso construir el relato de lo ocurrido con estos y todos los testimonios e interpretaciones por venir.

¡Ojalá nadie en tu familia haya sido víctima de esos asesinos!, te espetan a la cara sin pararse a pensar que la familia de cada cual es mucho más amplia de la de la casa de tus padres, que por tener puedes y tienes parientes en todos los lados, repartidos aquí y allí como cualquier hijo de vecino. Pero entiendes la viscelaridad con la que lo dicen porque en el fondo la compartes. Otra cosa es cuando te das cuenta de que la verdad que contiene ese reproche puede ser utilizado, ya no sólo para justificar, sino incluso para dignificar por encima de todas las cosas, la renuencia a aceptar cualquier atisbo de cambio, siquiera de posibilidad del mismo.

El no de entrada al enemigo que te conduce a entenderlo siempre como tal, negarse a ver la realidad de los hechos, renegar de cualquier paso, por mínimo o sospechoso, que nos conduzca a la superación total y definitiva de lo que hemos conocido hasta hace cuatro días, dar la espalda a la eminencia de una paz sincera e irreversible según todos los indicios, rechazar al otro por principio, por odio y para de contar.

El dolor de las víctimas como coartada para no acercarte al verdugo que viene con bandera blanca, el dolor de las víctimas como argumento último para negarse a aceptar el cambio, la paz, la reconciliación, el dolor de las víctimas como coartada para exigir a los demás que no den ese paso a riesgo de insultarlas, ultrajarlas, traicionarlas, el dolor de las víctimas usado por otros que no lo son como chantaje para obtener meros réditos electorales.

El dolor de las víctimas con todo el derecho del mundo a hacer de él lo que quieran, a no perdonar nunca, a vivir en el rencor si así es cómo creen que deben hacer. Luego también es cierto que el resto de la sociedad tendrá que pechar con la culpa de haber sido equidistante, haber mirado para otro lado, eso cuando no justificado o condescendido con los asesinos, nuestros libertadores que sólo eran liberticidas, puede también que por haber vivido sometida a su terror y no haber hecho nada, o muy poco, por quitárselo de encima. Claro que hay una culpa colectiva como sociedad, que habrá que hablar de ella y entonar todos los mea culpas que hagan falta, saldar las cuentas que se puedan saldar en una sociedad democrática y un estado de derecho.

Pero exigir que aquí no se mueva nadie, denunciar a todo el que lo quiera hacer como cómplice de los asesinos, imponer la estrategia del rencor y el palo a toda costa a costa del sentido común, de la Historia, que nos enseña que ese sólo es el camino para el enquistamiento del mal, la eternización de nuestras trincheras, más de lo mismo hasta la derrota final de unos, la victoria pírrica de otros y el hartazgo de todos.

Como no padeces como ellos no tienes derecho a escuchar las voces que dicen que se acabó, pecas de obsceno por soñar con un País Vasco en paz, tus deseos son cobardía, frivolidad, cuando no simpatía por los verdugos. Se impone el prietas las filas y el que se salga de la versión canónica de la lucha contra ETA casi que da de cabeza en sus filas.

Y así todo lo que huela a esperanza de paz, a saludo a los nuevos tiempos, a la convicción de que por las vías democráticas todo es posible, que nada por las armas, que no hay reconciliación sin el regreso al debate político de aquellos mismos que se apartaron del resto para intentar someternos por la fuerza, debe ser tildado de traición o connivencia. Traidor es Zapatero por inicar un diálogo con ETA como hizo Aznar, Egiguren y otros por reunirse con Otegi y compañía durante años para hablar del modo de finiquitar la violencia, todos los agentes sociales y culturales vascos o de donde fuera que abogan por una salida negociada al conflicto por muy ingenua que a mí se me antoje está de no ser unilateral por parte de los asesinos.

Pero es la estrategia que ofrece el PP y sus lacayos mediáticos, el no de entrada a todo, la cerrazón como única salida al conflicto, mano dura y poco más, que se entreguen y apechuguen con lo que les caiga encima. Y entretanto unos a la cárcel y otros a ver si podemos volver a ilegalizarlos, poco importa su rechazo a la violencia o lo que hayan o estén haciendo para superar ésta. Todo es ETA para ellos o al menos eso es lo que quieren que crean otros para demostrar lo firmes y duros que son ellos en comparación con esos casi filoetarras de los sociatas de mierda. Todo por la memoria y el respeto a las víctimas, ellas lo reclaman como si fueran una única voz, como si fuera la única que hay que escuchar en esta tragedia y plantearse que su dolor no puede condicionar el futuro de todo un pueblo cae simple y llanamente en el anatema.

Anatemas, sambenitos y todo tipo de estigmas para los que no comulguen con la verdad revelada, que para eso este es un país de muchos cirios y santos, de recurrir antes a la exaltación de los sentimientos, el lado más irracional o primario del individuo, que al de la razón y hasta el de cierta generosidad de espíritu.

Bien lo sabe Brian Currin al que también entrevistaban hoy en ese mismo periódico. No le han dado pocos palos ni nada, hasta lo han tachado de colaborador interesado de ETA, eso con su currículo como mediador en otros conflictos de mayor calado (Surafrica, Irlanda, Liberia, Magadascar...). Cómo si basta mentar una de las más profundas convicciones de la mayoría, esas que por muy desagradables que nos resulten no dejan de ser menos ciertas, para que en lugar de ponernos a discutir sobre ella, a buscar la manera de evitar que ocurra, apenas hagan otra cosa que echársete encima para insultarte, denigrarte y sobre todo malintrerpretarte todo lo posible,

No se puede mantener un control policial sobre cada casa y habitación del País Vasco. Otros tipos duros aparecerán dispuestos a empuñar las armas y el conflicto seguirá durante décadas hasta que por fin haya un acuerdo político. La opción policial no es sostenible a largo plazo. Hay que tragarse un poco el orgullo, demostrar un poco de generosidad y pragmatismo, y estar dispuesto a hacer ciertas concesiones.

Claro que eso lo ha dicho Brian Currin, ese filoetarra, amigo de los asesinos, ese que no sabe que en la España del por mis cojones demostrar generosidad es de cobardes, que un gobireno fuerte siempre debe ser el más duro, intransigente, que el pragmatismo nunca ha sido una prioridad de nuestro carácter, que las únicas concesiones posibles son las mismas que enseña nuestra Historia: españoles, en el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo... Y así vuelta a empezar.

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