jueves, 15 de septiembre de 2011

TODOS LOS QUE TENÍAN QUE ESTAR MENOS EL ESPAÑOL...


Todavía me acuerdo de la oprobiosa foto de la Trini sentada y sonriente al lado del asesino de Al-Asad durante las primeras revueltas de Tunez y Egipto. La flamante ministra de exteriores españoles había acudido adonde el destacado "amigo" de España para pedirle, porfa, porfa, que acelerará un poquico las reformas en su país, un maquillaje, se entiende. Se supone también que para que el régimen sirio no sufriera una suerte parecida a la de Ben Alí o Mubarak; vamos, lo que se llama diplomacia de altos vuelos a lo voy a viajar a Berlín a decirle a Hitler que invada sólo un poco Checoslovaquia, todo por la paz mundial y tal, acaso sólo por el status quo que tanto nos conviene, que ya se sabe que serán unos hijo de puta, pero son nuestros hijos de puta; algunos no aprenden ni a tiros.

Pues bien, ayer enterraban al activista y pacifista sirio de apenas 26 años Ghyath Mattar, muerto tras ser arrestado y debidamento torturado por las fuerzas represivas sirias. El chaval había destacado tanto como activista que aposta por las vías pacíficas en exclusiva, que alli estuvieron en su funeral el embajador de EE.UU, el de Francia, antigua potencia colonizadora, y otros seis embajadores que se les unieron posteriormente, con una sonora ausencia: sí, en efecto, la del embajador español.

Una ausencia que clama al cielo, porque España, que se tiene a sí misma como una potencia, siquiera ya sólo del Mediterráneo por geo-estrategia, historia o lo que sea, que se presenta en el mundo como un país defensor de los valores democráticos y tal y cual, pues a la hora de la verdad no es que no se la vea, es que encima tiene la desfachatez de hacer lo que ha hecho en Tunez. ¿El qué? Pues nada menos que mirar hacia otro lado durante las revueltas contra Ben Alí, uno diría que con los dedos cruzados para que no cambiara nada, no nos vayan a joder las inversiones, y ya luego, cuando cae el tirano y los nuevos dirigentes proclaman que quieren una constitución democrática, correr a dar consejos, a vender la gran pamema de la Transición como un modelo a seguir. Allí, allí fue Zapatero hace pocos meses a soltarles la chapa a los tunecinos en plan abuelo cebolleta, que si España les podía servir de ejemplo y no tenía él poco ni nada que aconsejarles, como que para algo es un preclaro defensor de los valores demo..., bueno sí, lo que tú digas, chavalote.

Ahora bien, Zapatero, que se presentó como el paladín del progreso, de la libertad sobre todas las cosas y tal, mira tú qué política exterior ha hecho. Impulso la Alianza de Civilizaciones, es decir, condescender con los desafueros religiosos y políticos de los musulmanes en pro del entendimiento mutuo, que ahí donde él y los suyos le llaman respeto, otros vemos hacer la vista gorda para no levantar polvareda. De lo contrario no se entiende tanta contemplación con regímenes como el de Al-Asad, Ben Alí, Mubarak, Ghadafi y Mohamed VI. ¿O hay que recordar lo del campamento saharaui, cómo se la cogía la Trini al moro cada vez que éste arremetía contra España por pedir un pelín de respeto a los derechos humanos o así?

Luego ya el listo de turno nos saldrá con lo de que en política externa priman los intereses comerciales y estratégicos. Vale pues, faltaría más, ni que nos hayamos caído de un guindo, como que no se nota nada, la progresía como que para casa y eso en tiempos de vacas gordas. Pues, como decía la canción, no vayas presumiendo por ahí...

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