lunes, 5 de noviembre de 2012

LA ESPAÑA REAL... DE ANTENA 3

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Hoy al mediodía, viendo el único telediario que puedo tras recoger, cocinar y alimentar a mis dos retoños, veo que en Antena 3 anuncian su respuesta al ya celebré reportaje que publicó hace poco el New York Times con fotografías en blanco y negro y en las que se veía la cara más oscura de la crisis que padecemos. Pues bien, es evidente que el reportaje del artista español Samuel Aranda está intencionadamente retocado para que el espectador haga un paralelismo inmediato con las imágenes de otras épocas de penuria en España o en cualquier otra parte, si bien es cierto que las principales referencias son aquellos reportajes, estos en blanco y negro porque era la época y no había otra cosa, de los años cuarenta y cincuenta en los que los periodistas españoles retrataban la realidad de la España de posguerra, la España de Franco. No obstante, y a pesar de las licencias estilísticas e incluso propagandísticas del autor, creo que hay poco que objetar a la realidad que allí aparece. Es lo que hay pese a quien pese, por mucho que se escandalice el personal, si bien me temo que no tanto por esa realidad de gente rebuscando en la basura, largas filas de parados, manifestaciones, etc, como por el tratamiento dramático que Aranda le ha dado a su trabajo. Pero claro, es que el resultado es demasiado crudo, insisto en que recuerda demasiado esa España a la que me refería como si no hubiera transcurrido ya más de medio siglo, como si todo siguiera igual o cuanto menos estuviera de vuelta a ese aciago pasado. No gusta y además escandaliza, la gente bien pensante se echa las manos a la cabeza, no se reconoce, considera que esa no es su España, qué coño va a serlo.

Y tienen toda la razón del mundo, esa no es su España y por eso los de Antena 3 les han hecho un vídeo con el propósito de recordar al mundo que la suya es esa que aparece en las imágenes, la de la gente disfrutando de la vida como si de una farra continua se tratara, vamos, la que apenas padece la crisis o incluso se beneficia de ella. De ahí que aparezcan comiendo y bebiendo mientras sonríen de felicidad con puestas de sol al fondo porque saben que su España no es la de esos otros mangarranes que salían el el reportaje del New York Times. Eso a la par que demuestran su orgullo de buenos españoles, los que aman profundamente a su país porque a ver en qué otro pueden ellos pegarse la vida padre a cuenta de los demás. No van a ser patriotas, a indignarse cuando cuestionan desde fuera las excelencias de Es-pa-ña, su puta España, no la de los demás. 

No se me ocurre otra lectura que no sea la de que este vídeo como uno de los ejemplos más preclaros de la fractura social que existe ya en España entre una mayoría víctima de la crisis, y en especial de las políticas de recortes del Gobierno, y esa otra minoría que todavía no acusa ni una cosa ni otra porque parte de una situación de privilegio, está bien situada, guarnecida, razón por la que todavía puede permitirse vivir como lo ha hecho siempre, como sale en el vídeo de Antena 3. Una fractura que además va en aumento porque parece que de eso se trata, de no pare para que todo vaya en la buena dirección, ya creceremos, ya habrá empleo, cuando no quede nadie, cuanto todos se hayan ido al extranjero o directamente a tomar por saco.

Y eso que servidor entiende perfectamente la indignación que provocan las imágenes del reportaje del NYT. Cómo no voy a entenderlo, nosotros que nos creíamos en el pelotón de cabeza del mundo, que íbamos de lo más de lo más, que chuleábamos a los vecinos, que parecía que en unos pocos más íbamos a dejar atrás incluso a la vecina y odiada/envidiada Francia, olé, olé, olé. Claro que sí, ves gente rebuscando entre la basura para encontrar comida y te indignas, por eso estas imágenes te obligan a reflexionar acerca de cómo hemos podido llegar adonde hemos llegado, qué hemos hecho mal y sobre todo quiénes tienen la culpa. Pero estos del vídeo de Antena 3 no, estos se indignan no por las razones o los culpables que han dado lugar a la posibilidad de que una artista como Samuel Aranda haya sacado dichas imágenes de nuestra realidad cotidiana, sino más bien por la mala imagen que dan fuera, por la vergüenza incluso de que los identifiquen a ellos con esa España tan cutre y triste. 

Por eso en lugar de confeccionar un vídeo para contrarrestar esa mala imagen en el que aparecieran también la España que se solidariza con los que más sufren, los que se rebelan contra los abusos y la injusticia, los que resisten los embates de la crisis contra viento y marea, la España que quiere pasar página de esta negro episodio de su Historia para confeccionar un futuro mejor, que quieren reformarla de arriba abajo para que sea de una santa vez democrática, próspera, justa e igualitaria, han preferido hacer un panfleto turístico-autocomplaciente en el que aparece eso que llaman la España real, la suya, la otra como que se la suda.

Y lo peor de todo, la convicción de que este vídeo de Antena 3 no es sino el síntoma de la actitud de esa España encantada de haberse conocido pese a la Crisis y los recortes, tan ciega e indiferente a los dramas del resto que simple y llanamente no está dispuesta a que nada cambie de fondo ya que a ellos les sigue yendo muy pero que muy bien. Por eso me temo que pasará la crisis, cuando pase si de verdad pasa y esto no es un estado de cosas ya para los restos, y ellos se habrán opuesta a cualquier reforma para hacer que el estado funcione mejor, sea más equitativo y justo, para corregir los abusos. A decir verdad, estoy convencido que para esa otra España real que aparece en el vídeo de Antena 3 la crisis no ha sido otra cosa que una ocasión única para poner las cosas en su sitio, exactamente donde a ellos les había gustado siempre que estuviera porque nunca se tenía que haber movido de allí. Y es en eso precisamente donde el espíritu que anima este vídeo coincide en esencia con el reportaje del NYT, ya que en el fondo los dos asemejan el reverso de esa España que creíamos periclitada, y mira tú por dónde que no, que cada vez se parece más a la del régimen, si bien ya no sé si al del generalito gallego o a ese otro antiguo de los estamentos de clase.

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