Estoy seguro de que no tardaré en leer comentarios en los que se nos pone a caldo a los que subimos estas fotos espeluznantes con los cadáveres de los niños asesinados por las bombas israelís. Comentarios en los que se nos acusará de hacer sensacionalismo con ellas a favor de una de las partes. Puede que también nos acusen de cobardes por hacerlo desde la comodidad de nuestros sillones, de irresponsables por no poder dar fe de la autenticidad de la mismas en media de esa otra guerra que siempre va paralela a la real, la de la propaganda, incluso de ignorantes por no haber tomado partido sin conocer hasta el último detalle de un conflicto que viene de muy de atrás, que tiene muchas, demasiadas, aristas y que sobre todo muy difícil solución.
Puede que así sea, que, siquiera en lo que atañe a este humilde servidor, todas esas acusaciones sean ciertas en su mayor parte. Sin embargo, estas fotos espeluznantes apenas circulan en otros medios que no sean las redes sociales porque la prensa escrita y televisual se cuida mucho de difundirla (algún medio escrito que antes se decía independiente e incluso abanderado de la progresía incluso da más cobertura en sus páginas a los presuntos daños o simples molestias que pueden provocar los cohetes de Hamas entre la población israelí antes que al elevado número de víctimas que ya han causado los de su ejército; todo un ejemplo de ecuanimidad) El ejército de un estado que teniéndose por democrático y civilizado responde a lo que llama actos de terrorismo con el uso indiscriminado de la fuerza, esto es, sin distinguir entre los culpables de los actos en sí y la población que los protege o la que pertenecen, lo cual viene a ser, y esto por mucho que les duela a algunos la comparanza, exactamente lo mismo que acostumbraba a hacer el ejército alemán, nazi, ante los ataques de la Resistencia de los países que ocupaban, es decir, responsabilizando de los mismos al conjunto de la población civil a la que pertenecían los resistentes. Y eso cuando no culpan a los milicianos de Hamas de utilizar a su propio pueblo como escudo. Un argumento que repite hasta la saciedad no sólo el ejército israelí, sino también todos los que considerándose amigos de Israel, siquiera sólo admiradores del pueblo judío y su Historia, confunden amistad con complicidad, y que tiene como principal referente, volvemos a lo mismo, y sí, esto también para darles en toda la conciencia, a las acusaciones que hacía en sus diarios el general de las SS Jürgen Stroop, responsable de la represión del famoso Levantamiento del Gueto Judío de Varsovia en 1943, a Mordechai Anielewicz y otros cabecillas de las organizaciones de resistencia armada judías (Żydowska Organizacja Bojowa (ŻOB) y Żydowski Związek Wojskowy (ŻZW)) de estar utilizando a sus familias y demás población civil para esconderse entre ellos, motivo que lo había llevado a tomar la decisión de quemar casa por casa, demoler sótanos y desagües, y a asesinar a todo judío que capturaban. Y también, también entonces no faltaba un Ezra Proud o un Ferdinand Celine para poner su supuesto talento propagandístico, motivado por tanto por su admiración hacia todo lo germano como por un enfermizo antisemitismo, al servicio de los argumentos del fuerte, del ocupante, del que no se paraba en mientes a la hora de defender lo suyo "über alles".
¿Que toda comparación es odiosa? Sí, por supuesto, y ésta además con ganas. Pero más odioso, infame, canalla, es asistir a la muerte diaria de niños inocentes como respuesta a los ataques, ¿de simples terroristas islamistas?, ¿de un ejército de resistencia a una ocupación que la propia ONU ha condenado multitud de resoluciones? Pero bueno, aunque parezca increíble, hasta en esto la indignación va por barrios y por bandos, hasta esto es motivo de disputa entre izquierda y derecha a la hora de posicionarse a favor de unos o de otros, a favor del débil o del fuerte, y sobre todo a la hora de hacer de la muerte de unos pecata minuta en comparación con la de los otros.
Puede que así sea, que, siquiera en lo que atañe a este humilde servidor, todas esas acusaciones sean ciertas en su mayor parte. Sin embargo, estas fotos espeluznantes apenas circulan en otros medios que no sean las redes sociales porque la prensa escrita y televisual se cuida mucho de difundirla (algún medio escrito que antes se decía independiente e incluso abanderado de la progresía incluso da más cobertura en sus páginas a los presuntos daños o simples molestias que pueden provocar los cohetes de Hamas entre la población israelí antes que al elevado número de víctimas que ya han causado los de su ejército; todo un ejemplo de ecuanimidad) El ejército de un estado que teniéndose por democrático y civilizado responde a lo que llama actos de terrorismo con el uso indiscriminado de la fuerza, esto es, sin distinguir entre los culpables de los actos en sí y la población que los protege o la que pertenecen, lo cual viene a ser, y esto por mucho que les duela a algunos la comparanza, exactamente lo mismo que acostumbraba a hacer el ejército alemán, nazi, ante los ataques de la Resistencia de los países que ocupaban, es decir, responsabilizando de los mismos al conjunto de la población civil a la que pertenecían los resistentes. Y eso cuando no culpan a los milicianos de Hamas de utilizar a su propio pueblo como escudo. Un argumento que repite hasta la saciedad no sólo el ejército israelí, sino también todos los que considerándose amigos de Israel, siquiera sólo admiradores del pueblo judío y su Historia, confunden amistad con complicidad, y que tiene como principal referente, volvemos a lo mismo, y sí, esto también para darles en toda la conciencia, a las acusaciones que hacía en sus diarios el general de las SS Jürgen Stroop, responsable de la represión del famoso Levantamiento del Gueto Judío de Varsovia en 1943, a Mordechai Anielewicz y otros cabecillas de las organizaciones de resistencia armada judías (Żydowska Organizacja Bojowa (ŻOB) y Żydowski Związek Wojskowy (ŻZW)) de estar utilizando a sus familias y demás población civil para esconderse entre ellos, motivo que lo había llevado a tomar la decisión de quemar casa por casa, demoler sótanos y desagües, y a asesinar a todo judío que capturaban. Y también, también entonces no faltaba un Ezra Proud o un Ferdinand Celine para poner su supuesto talento propagandístico, motivado por tanto por su admiración hacia todo lo germano como por un enfermizo antisemitismo, al servicio de los argumentos del fuerte, del ocupante, del que no se paraba en mientes a la hora de defender lo suyo "über alles".
¿Que toda comparación es odiosa? Sí, por supuesto, y ésta además con ganas. Pero más odioso, infame, canalla, es asistir a la muerte diaria de niños inocentes como respuesta a los ataques, ¿de simples terroristas islamistas?, ¿de un ejército de resistencia a una ocupación que la propia ONU ha condenado multitud de resoluciones? Pero bueno, aunque parezca increíble, hasta en esto la indignación va por barrios y por bandos, hasta esto es motivo de disputa entre izquierda y derecha a la hora de posicionarse a favor de unos o de otros, a favor del débil o del fuerte, y sobre todo a la hora de hacer de la muerte de unos pecata minuta en comparación con la de los otros.
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