sábado, 16 de agosto de 2014

EL GRECO Y SU IMPRONTA




Viendo la exposición temporal del Greco en El Prado concluyo que, así en general, el cretense me gusta poco o casi nada. Más aún, que lo mejor son los cuadros que lo acompañan de los artistas que se inspiraron en él, Picasso, Cezanne, Zuloaga, Chagall, etc. De hecho, lo más interesante del Greco es la gran paradoja de que lo que en su tiempo fueron los grandes defectos del Greco, aquellos por lo que hasta el propio Felipe II torcía el gesto ante la visión de sus obras, con el tiempo se han convertido en sus grandes virtudes. Claro que considerando al Greco en su época, esto es, aquella en la que los artistas eran antes que nada artesanos que vivían de encargos y dependían por lo tanto de los gustos, no tanto de sus patrones como de la época, del canon estilístico del momento, cómo extrañarse que esa representación ridículamente alargada de la figura humana, esas tonalidades propias del paludismo, ese amaneramiento exacerbado del movimiento y demás características de su estilo, fueran objeto de horror y hasta de burla por parte de sus contemporáneos por mucha influencia de la iconografía bizantina que tuviera, alguna que otra deficiencia ocular y demás mandangas de las que hablan los críticos en sus libros. Defectos que cuando nace el artista como tal, esto es, ya libre tanto de las servidumbres academicistas y laborales, el artista que interpreta el mundo a través de su propio y personal prisma, convierten al Greco en un precursor de esta nueva concepción del arte. Aunque eso sí, tengo para mí que muy a su pesar, pues dudo mucho de que el pintor no fuera consciente de lo arriesgado de sus "propuestas" pictóricas a la hora de presentarlas a unos estamentos como la nobleza y el clero para los que el canon de la época lo era todo y de ahí el ceño fruncido de monarcas y cabildos ante la visión de sus obras. 

Con todo, de lo que no hay duda es de la gran influencia que ejerció ulteriormente la pintura del Greco, y eso tanto el arte como en otros campos de la vida, de lo cual da constancia precisamente las ilustraciones con las que acompaño estas líneas.

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