A la mañana en el ambulatorio de Olaguibel, que casi me pego con una vieja Sí, había ido a por una receta para mi señora madre y en eso que yo y otra señora estábamos haciendo cola para que nos atendiera el pavo en bata que se peleaba con una impresora, viene una vieja con un taco de recetas o lo que fuera, y que se sienta delante de la mesa del pavo, reclama su atención y yo que me tengo que levantar para preguntarle a ver si no se había dado cuenta de que servidor y la otra señora llevábamos haciendo cola un buen rato.
-¡Ah, bueno, es que a mí me dijo éste chico que cuando necesitara algo que acudiera directamente a él sin problemas.
-Y me parece muy bien, siempre y cuando no se salte la cola, que entonces sí que puede haber problemas.
-Pero es que...
-Pero es que nada, ¿qué pasa, es que es usted especial para que esta señora y un servidor tengamos que dejarla pasar por toda la cara?
-A mí me había dicho este chico...
-Le puede decir misa, aquí las normas son iguales para todos.
Y el caso que el pavo que le había prometido a la vieja que la atendería sin problemas, que ha estado a punto de hacerlo consumando la afrenta hacia mi persona y la de mi compañera de espera, se pone nervioso y me pregunta que a ver que quiero, que ya me atiende, y yo que no, que primero a mi compañera. Y la vieja de pie atónita, que no alcanza a comprender la situación, que a ella le habían dicho que sí, que era especial. Cara de no caber en su asombro, de qué está pasando, desde cuándo una no puede tener privilegios en la sanidad pública, ¿han ganado ya los de PODEMOS?, esto con Franco no pasaba, entonces sí que había respeto y orden y cada cual sabía estar en su sitio, ¿para eso voto yo al PP?, me pasa por confiar en el bobo de Urkullu, si es que... Y yo encima que me salgo del ambulatorio con un complejo de culpa por haber amonestado a una tierna anciana, que ya hay que joderse.
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