Si "Resistir es vencer", que dijo Negrín, y Cela, y... qué más da, no cabe duda de que Hamas ha ganado, que después de un largo verano de fuego y sangre, de más de dos mil muertos y un paisaje desolador a sus espaldas, han conseguido doblegar al poderoso Tzáhal. Lo de menos es lo pírrico de esta victoria que no sólo establece un cese del fuego definitivo sino incluso concesiones por parte de Israel, entre otras, y por muy nimias que puedan parecer a primera vista, la de que los pescadores palestinos puedan faenar en un radio de seis millas en torno a sus costas. Una concesión cuyo simbolismo intuyo que va mucho más de los efectos prácticos más de la misma, pues no puedo imaginar mayor restricción a la soberanía de un territorio con costa, casi que el único recurso natural de la Franja de Gaza; poco importa que los israelís lo justifiquen conque por ahí, como por los famosos túneles con Egipto, entra todo tipo de material susceptible de ser utilizado contra Israel. Gaza es un territorio sitiado, bloqueado, un inmenso campo de concentración como consecuencia de la política anexionista de Israel antes que por la respuesta a ésta de los palestinos y que el estado judío y sus aliados califican de terrorismo porque son ellos los que se arrogan el derecho a decir quiénes lo son y quiénes, en cambio, luchadores por la libertad de su pueblo.
Hamas ha doblegado a Israel, a saber si sobre el terreno, en lo militar, o en la batalla por la opinión pública internacional, en lo político. Así lo ven los palestinos que salen a las calles a celebrar el alto el fuego después de tanto duelo y miedo acumulados, y así también los halcones israelís que han recibido a los negociadores de Egipto con todo tipo de palabras menos bonitas. Ahora bien, ¿ha vencido Hamas y por lo tanto un grupo integrista que propugna la destrucción de Israel y cuyo modelo de sociedad no anda muy lejos del del tristemente famoso ISIS, o al menos eso dicen, o el que de verdad ha vencido es el pueblo palestino que ha resistido al ataque desproporcionado y asesino del ejército israelí sin doblegarse?
Los optimistas por naturaleza esperamos que esta derrota de los halcones israelís, esto es, de los que se decantan por el uso de la fuerza como única solución de los problemas y no están dispuestos a renunciar a la cuota de culpa fundamentalista que les toca en el conflicto palestino-israelí, los que sueñan con el Gran Israel a costa de las tierras y vidas de una gente a la que incluso niegan su condición de palestinos, sirva a la mayoría israelí para reflexionar sobre la necesidad de renunciar a ese sueño imperial como condición sine qua non para llegar de una vez por todas a una paz consensuada sobre la existencia de dos estados, israelí y palestino, condenados no sólo a tolerarse sino sobre todo a convivir en pie de igualdad, no en el ventajismo preventivo exigido los israelís a sus "oprimidos" para aceptar la viabilidad del estado palestino.
Los halcones israelís y sus aliados, también llamados "amigos de Israel", esto es, del sionismo y para de contar, seguro que no lo ven así. Supongo que verán en esta más que evidente derrota del hasta entonces todopoderoso ejército israelí, la primera frente a una fuerza armada palestina y la segunda frente a una organización armada islamista como Hamas (la primera fue con Hezbollah en el sur del Líbano), un peligroso precedente que, y aquí siempre de acuerdo con la efusividad del agorero de turno, puede provocar no sólo el derrumbe de todo lo que ha construido Israel como si de un castillo de naipes se tratara, sino incluso facilitar todavía más el camino para la vitoria definitiva de la internacional islamista que hará posible que el Califato proclamado por el IS en Siria e Irak se extienda por segunda vez hasta las montañas de Asturias y más allá.
¿Qué exagero? A saber, todo es posible cuando en los corazones de ciertos individuos anida más el deseo de revancha y espíritu banderizo, sectario -y esto vale tanto para los halcones israelís y sus compinches como para los soldados de Alah y por el estilo- que el de paz para todos los hombres de buena voluntad, que haberlos haylos, pero a los que el fragor de las armas impide que oigamos su voz. Que haya paz, de la de verdad, con justicia, in šāʾ Allāh!
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