martes, 5 de agosto de 2014

MIS SANDALIAS APESTOSAS


¿Qué hacen mis sandalias en la terraza de mi habitación? ¿De dónde viene ese olor a ciénaga, esa peste a purín y puede que a algo peor? Quiero hacer memoria. No puedo, la cabeza no me funciona como quisiera, está bajo mínimos, las neuronas parecen tener agujetas. Y el estómago tampoco responde como debiera, de hecho me manda al baño de cabeza nada más levantarme. Ya sentado sobre el inodoro empiezo a despejar la neblina que cubre mi capacidad de retentiva. Joder, si anoche llegamos a casa a las tantas de la mañana. Sí, recuerdo que no quería irme a la cama, tampoco a casa. Quería seguir bailando la música que sonaba en mi cabeza. Creo recordar que hasta dije algo de ir a tomar la espuela a las txoznas y que un montón de voces me mandaban a tomar por culo al unísono. Sí, música en mi cabeza y de todo tipo. No recuerdo si era bachata, Loquillo y los Trogloditas, Madness, el No Somos Nada de la Polla Records, la enésima versión del Lau Teilatu Gainean, Pakito Txokolateroa o lolailadas varias. No obstante, tengo consciencia de que todas esas canciones y muchas más fueron recorriendo mis neuronas de una a una la pasada noche Y entonces sí, vislumbro las pizzas caseras del Txinbo y los pimientos que vendían como de Gernika pero que no eran ni del Padrón, las botellicas de crianza mano a mano conmigo mismo, el patxarán de marca desconocida o algo así, el ventilador poniendo fresco en el horno en el que nos habían metido, la discusión con la sección pepera del grupo, minoritaria en todo caso, de hecho se limita a una, casi que una rareza, igual hasta pedimos una subvención. Y también, también, joder, joder, me veo pegando saltos como un mostrenco de quince tacos en el Taberna Berri, en el Gasteiz Bi, no sé si entramos hasta en El Segundo o en cuántos más. Me veo, ay qué romantibobo, bailando agarrados con mi señora en la Plaza Nueva, berreando con Px una de la Polla Records en la verbena del Arka, eso y el cabrón del Popi tratándonos de puretas. Y me temo que hasta hubo meneo, no sé yo ya sí también restriego ni cómo ni con quién en el HF de San Prudencio. Joder, joder, qué pereza hacer recuento de la noche, qué vergüenza ajena y propia, cuántas caras conocidas que saludamos y otras de las que ni nos acordábamos. Y es entonces cuando vuelvo a depositar mi mirada sobre mis sandalias en la terraza, y sí, ahora ya sé por qué han pasado toda la noche ahí fuera. Sólo a un soplagaitas como yo se le ocurre salir de farra en sandalias la noche de la bajada del Celedón, no debieron pisar poca mugre ni nada en cada antro, no tuve que soportar pocos pisotones ni nada, mejor no hablar de los charcos de meados junto a los servicios en los bares, los regueros de más de lo mismo por las esquinas, qué coño, por todas partes. En fin, pues eso, las fiestas y la edad que no perdona, hoy al monte a tomar el aire, mañana ya veremos; pero, mucho me temo que ya no estamos para estos trotes, al menos no de seguido, si eso mañana al teatro, como personas maduras y cabales.

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