Si hay un síntoma de lo mal que está en panorama musical en España, en el que ya apenas salen artistas de fuste, dignos de ser tildado de tales y no de simples marionetas con voz de la discográfica de turno y sus intereses, ese no puede ser otro que el regreso a los escenarios de HOMBRES G. Un grupo tan insustancial, tan básico en todo, a decir verdad poco más en sus inicios que la coartada para ligar de unos pijos madrileños, que estoy convencido de que ni hasta sus propios componentes pensaron nunca que seguirían tocando una vez ya peinando canas o casi, sobre todo teniendo en cuenta el tipo de música y las letras con las que se presentaban delante de su público. Claro que visto así, también habría que señalar como otra variante del mismo síntoma, si bien en el otro extremo de los Hombres G, el elevado número de conciertos que lleva ya a cuestas este verano GATILLAZO, en esencia el Evaristo de La Polla con el mismo estilo, las mismas canciones y para de contar. Ahora bien, ya puestos hay que reconocer la honestidad de Hombres G, porque, independientemente de las razones que tuviera Evaristo para dejar atrár a La Polla Records, al menos no se camuflan con otro nombre como lo hace él para hacer lo mismo, vamos, que no se presentan como Hombres XL o algo por el estilo.
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