sábado, 30 de agosto de 2014

EL CARNICERO



El carnicero de debajo de casa, llevaba mes y pico sin verme y lo primero que hace es preguntarme por el partido entre el Eibar y la Real.

-¿Eing? 
-Sí, ho, la paliza que les metieron los del Eibar a los guipuzcoanos.
-Los del Eibar también son... -va, para qué extenderme, si me la sopla, me callo.
-Ya fui a ver la de los apellidos...
-¿Qué?
-La peli de los Ocho Apellidos Vascos.
-¡Ah! ¿Te gustó?
-Va, esperaba más.
-Ya, está llena de tópicos.
-No es eso, es que me habría gustado más que hubiera sido con catalanes.
-¿Y eso?
-No sé, están ahora muy subiditos de tono, no vendría mal reírse un poquito de ellos...

Y claro, en ese momento, yo vuelvo a dar la callada por respuesta, porque lo último que me apetece es ponerme a discutir con el carnicero del referendo, la fortuna oculta de Pujol, los Paixos Catalans y hasta de los almogavares. Pero aún así, no puedo evitarlo, una sensación de fatiga infinita me invade por dentro. Qué pereza, señor, qué pereza me da contemporizar con las empanadas de la gente, las que creen de la mayoría. En fin, será que no acabo de asimilar que cuando se trata del sempiterno, farragoso y tedioso tema de los nacionalismos los comentarios del tipo que hace el carnicero sólo están mal, son motivo de burla o crítica, si los hace un vasco o un catalán, que entonces ya sabemos, paletos, racistas, insolidarios, etnomaniáticos, de lo contrario no, el resto como que queda muy castizo, oficialista incluso. Pues eso, qué fatiga, mi alma, qué fatiga.

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