¡Qué gran hombre y político sin igual, sí, sí, exquisito como pocos, un maestro de la diplomacia y sobre todo mejor persona, cuánta sensibilidad!
-¿Quién, quién?
-El consejero de Sanidad que aprovecha la convalecencia de la contagiada por el virus del Ébola para un día acusarla de mentir en rueda de prensa y al otro la llama "cortita" en un programa de televisión por haberse dejado contaminar siguiendo el protocolo.
-¡Qué barbaridad, qué bajeza humana arremeter así contra la víctima que no se puede defender¡ ¡Tendría que dimitir!
-Pues sí que le importa al señorito, ya ha dicho que "Si tengo que dimitir por el ébola, dimitiré; tengo la vida resuelta"
-Pero bueno, qué chulería, cuánta condescendencia. ¿Y de dónde dice usted que es consejero? Espere, no me lo diga, de Madrid, seguro que es de Madrid.
-Exacto. ¿Cómo lo ha adivinado?
-Hombre, es todo un estilo de hacer política, o mejor dicho, de estar en la función pública como si el resto le tuviera que estar eternamente agradecido por ello, como perdonando la vida a la gente del común por no llegarle a la suela de los zapatos. Están para meter en vereda a la chusma protestona y pedigüeña que vive por encima de sus posibilidades y, sobre todo, para que los suyos hagan negocio. ¿Para qué si no?
-Exacto, el gobierno de los señoritos, la casta de marras, la sociedad estamental, el sempiterno Antiguo Régimen.
-El de siempre, sí. Madrid, Madrid, Madrid...
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