Siempre quise tener una niña, me había criado con un hermano, en un colegio en el que hasta ya entrada la edad del pavo fuimos todos chicos, y quería saber cómo era tener una en casa, verla crecer, estudiar de cerca por qué son cómo son, siquiera saber que tenía de cierto eso de que la relación entre padres e hijas es especial, única y casi que intransferible. Pero el primero vino varón y no dije nada, me alegré. Con el segundo, en cambio, al principio me cogí un poco de mosqueo: ¿es que no me va tocar ni en esto? Luego ya me hice inmediatamente a la idea y nunca más le he vuelto a dar mayor importancia. Hasta hoy, que estaba leyendo uno de los relatos del Couples de Jonh Updike, Thin Ice, y no especialmente entusiasmado, todo sea dicho, y me encuentro con que el personaje se queja de la lata que le da su niña todo el rato a cuento de:
"Daddy. Am I pretty?"
Así varias veces hasta que el progenitor no tiene más remedio que improvisar y:
"-Yes, Nancy, you are very pretty. When you grow up you will be as pretty as Mommy.
-Am I pretty now?
-Aren´t you being a silly? You are very pretty now."
-Are other girls pretty?
-What other girls?
.....
Y así casi un página entera hasta que el hombre, que por lo visto no podía más, sólo se le ocurre intentar zanjar el interrogatorio tal que así:
"-Baby, we just said, everybody is pretty in her own way and nobody wants them to change because then everybody would be alike. Like turnips.
....
"-But I´ll die, - She explained."
Momento en el que, no me pregunten por qué, servidor ha exhalado un suspiro, no ya largo, yo diría que infinito.
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